La producción y exportación de tabaco, apenas acompañados por otros cultivos marginales, fueron los motores económicos de la provincia de Costa Rica allá por 1821, cuando asomaron los primeros albores de la independencia. Era una economía agropecuaria solo quebrada por la minería.
La producción con fines comerciales se basaba en tabaco, palo de Brasil (utilizado en tintes), ganadería y caña de azúcar, aparte de las siembras para autoconsumo de algunas hortalizas, maíz y ganado.
La minería, que tomó auge en 1815 cuando se descubrieron oro y plata en los Montes del Aguacate, decayó con la República y en 1840 prácticamente desapareció, mencionan varias publicaciones donde se analiza la economía de la época.
El café, mientras tanto, era incipiente. En 1821 se cuantificó el cultivo de unas 17.000 plantas en la parte central del país, impulsado por la primera exportación registrada de dos quintales (46 kilos cada uno) a Panamá, en 1820, según la Historia del Café de Costa Rica, presentada por el Instituto del Café de Costa Rica (Icafé).
El nuevo cultivo tomó relevancia a partir de la década de los años 1830, luego de recibir apoyos oficiales y con la primera exportación a Europa, a través de Chile, en 1832.
La pobre producción de la herencia colonial se mantuvo al menos hasta 1825. Luego de esa etapa y hasta 1833 hubo un auge del oro y del palo de Brasil, mientras se comenzaba a desarrollar el café.
Llegada de naves a Puntarenas y Caldera
FUENTE: LEÓN Y VIALES. || / LA NACIÓN.
El contexto colonial frenaba el desarrollo de una economía fuerte. La escasa población, que alcanzó alrededor de 61.000 personas en 1820, y su dispersión en el territorio, obstaculizaban el desarrollo de mercados.
La ausencia de caminos también atentó contra el desarrollo de productos para exportación. El tabaco se llevaba a Puntarenas por un camino de mulas y la travesía desde el centro del país a la costa se tardaba más de tres días.
Pese a todo, se tenía comercio con El Callao, en Perú, con Guayaquil, en Ecuador, con Nicaragua, el Salvador y Panamá. Esto se afianzó con la República y porque los barcos procedentes del sur eran de propietarios ingleses.
En aquella economía de subsistencia y ligada a la corona, lo poco que se importaba eran licores, telas y otros pocos bienes manufacturados, recordaron los historiadores de la Universidad de Costa Rica, Jorge León y Ronny Viales.
La herencia
Una provincia pobre, con pocas actividades y muchas dificultades para diversificar la producción y crear mercados. Así se puede calificar a Costa Rica en la etapa colonial anterior a la independencia.
León y Viales recordaron, en una conversación con La Nación, que la población, en 1821 era escasa y, además, estaba situada en solo unos pocos espacios geográficos, aislados entre sí: Valle Central, Valle de Matina, Esparza y Nicoya (que aún no formaba parte oficialmente del país).
La interrelación entre los espacios poblacionales era muy escasa. Había muchas dificultades de comunicación.
Los caminos que existían en la colonia eran el Camino Real de Cartago a Nicaragua, el camino de Matina y el viejo Camino de Mulas. Las dificultades para llevar productos al exterior eran todavía mayores.
¿Visualiza un viaje a Puntarenas, con mulas cargadas con productos o trabajadores con bultos al hombro, y que tarde al menos tres días, si se lograba completar el trayecto con mucho éxito? Así era la Costa Rica colonial que se heredó al llegar la República, hace 200 años.
El camino de carretas se abrió apenas cuando se comenzaron a percibir ingresos por las exportaciones de café. Se logró terminar en 1846 y, con ello, dejar atrás el viejo Camino de Mulas.
La comunicación marítima se realizaba prácticamente solo por Puntarenas.
De acuerdo con León y Viales, un hecho relevante de la última etapa de la colonia fue el Reglamento para el Comercio Libre, de 1778, mediante el cual se buscó impulsar la exportación y la importación.
La corona presente
Hacia finales del siglo anterior a la independencia (1770-1797), el auge del comercio dio el respiro, pero luego se cortó con las guerras de España contra Inglaterra y Francia, explicaron los historiadores.
En ese lapso, la corona organizó y estableció una “cadena logística” para el cultivo del tabaco en el territorio costarricense. Entonces, esa actividad se convirtió en el corazón de la economía.
Primero el Estanco del Tabaco, creado en 1766, y posteriormente el establecimiento de la Factoría de Tabaco en Costa Rica (1784), le dieron el empuje a la actividad, así como al nacimiento de un grupo ligado con condiciones económicas diferentes al resto.
La Factoría, entonces, se encargó totalmente de la actividad. Controló el comercio, cobró los impuestos y determinó la áreas de siembra. Pero nació paralelamente el contrabando.
Con el monopolio, se determinaron las áreas para cultivar el tabaco. Se autorizó su siembra en tierras entre Tibás y Moravia y al otro lado del río Virilla, en áreas de Heredia, detalló León.
Era tal el control de la actividad que quienes tenían otros cultivos o ganadería en esos sitios, debieron dejar las tierras porque eran exclusivas para tabaco.
La Factoría tenía un sistema bien organizado, explicó León. Se sabía quiénes eran los productores, recibía la cosecha, se seleccionaba el producto, se secaba y lo empacaban en petacas (de cuero) para enviarlo en mulas a Puntarenas.
El sistema tabacalero aprovechó la existencia de arrieros y dueños de mulas que se había establecido décadas atrás para el transporte de cacao de Matina a Cartago, primero, y luego de ahí a Nicaragua. Apareció la firma de contratos con los arrieros.
En ese contexto, la transacción de mulas era muy relevante. Una de estas bestias valía por entonces unos 25 pesos, mientras que una casa buena tenía un valor aproximado de 150 pesos.
El arriero partía de San José con autorización documentada de la Factoría para pasar por los controles. Entregaba el producto en la bodega de la factoría, en Puntarenas, y tras otro viaje de al menos tres días presentaba los papeles de entrega y recibía el pago en monedas.
También los productores recibían el pago en monedas de plata y tenían acceso al crédito en la misma organización, por lo cual la Factoría se convirtió en un sistema de monetización, concluyeron León y Viales.
El oro y los demás
Para la etapa de transición de la colonia a la República, el oro pudo ser el producto estrella de los ingresos en Costa Rica. Pero estaba en manos mayormente de extranjeros y gran cantidad salía del territorio por contrabando, con lo cual se evadían las obligaciones.
No hay registros oficiales de la producción y exportaciones. Pero se dice que para esos años se exportaba oro por un valor de entre 200.000 pesos y 300.000 pesos anuales. De ser verdadero, esa suma era superior al valor de todas las ventas al exterior de la época, incluido el tabaco, calculó León.
La actividad se vino abajo porque se agotaron las existencias del mineral y porque la maquinaria usada se hizo obsoleta. Este fin sucedió alrededor de la década de 1840. Y el café ya se estaba posicionando en la economía.
Algo parecido al oro aconteció con el palo de Brasil, un árbol del cual se extraía tintes para las telas. Luego de un auge, con mayor influencia entre 1829 y 1835, se diluyó ante la competencia de Nicaragua. Este producto se exportaba por Nicoya.
La ganadería fue otra herencia de la colonia. Antes de la independencia, se enviaba el ganado a Nicaragua, en caravanas que tardaban meses en la travesía. Ahí nacieron las grandes haciendas ganaderas.
A escala local, esta actividad se aprovechaba para elaborar candelas, jabones y resina.
En tanto, la caña de azúcar se sembró en San José, Turrialba y Guanacaste. El proceso se realizaba en los trapiches, para producir dulce y aguardiente. Una parte de esta producción se enviaba a Panamá.
Y en medio de esas dificultades de la economía, surgió el café. Luego de que las municipalidades distribuyeran plantas para fomentar el cultivo, en 1825 se eximió a la actividad del pago del diezmo y, en 1831, la Asamblea Nacional aprobó que cualquiera que cultivara café por cinco años en tierra baldía podría reclamarla como suya.
Hacia 1940, esta actividad económica había tomado el lugar del tabaco, ya con exportaciones consolidadas a Europa (Inglaterra y Alemania), mientras que los barcos que lo transportaban traían al país herramientas, utensilios de cocina, ropa, máquinas de moler maíz y trigo, planchas de hierro y otras importaciones.