Buenos Aires
La brusca devaluación del peso argentino, registrada en enero pasado, y su traslado a los precios ya está impactando en las negociaciones salariales en Argentina, donde los sindicatos no solo exigen recuperar el poder adquisitivo perdido, sino que incluso buscan adelantarse a lo que pueda venir.
La estrategia que plantean muchos gremios es lograr partir las negociaciones paritarias, con una suma fija de aumento "a cuenta", es decir, hasta que se retomen más adelante las conversaciones, para acordar, en un segundo momento, un porcentaje de alza salarial.
El objetivo es esperar unos meses para asegurarse de que los sobresaltos económicos de enero, con una devaluación del 23%, no se repitan, hagan desbocar la inflación y, con ello, se lleven puesto cualquier porcentaje de alza salarial acordada ahora mismo.
La estrategia fue aplicada ya por un puñado de sindicatos, aunque de mucho peso: los de los trabajadores bancarios, los de la industria aceitera y los choferes de transporte de pasajeros de larga distancia.
Estos gremios, los primeros en abrir sus negociaciones, acordaron en los últimos días que sus afiliados recibirán inicialmente con sus salarios sumas fijas de entre 1.200 pesos ($150) y 3.000 pesos ($375) para retomar las paritarias hacia abril próximo.
Esta semana, el gran "test" será la negociación salarial entre el Estado y los cinco gremios de maestros de alcance nacional, una puja clave pues lo acordado en esta mesa impacta de lleno en las negociaciones con los gremios docentes provinciales.
Algunos dirigentes de los maestros ya han planteado que también buscarán desdoblar la negociación con una suma fija ahora y la reanudación de las conversaciones hacia mitad de año.
Pero en el Gobierno parecen no estar de acuerdo con una alternativa que, a su juicio, no hace otra cosa que alimentar o convalidar las expectativas de inflación en los próximos meses.
Los docentes esperan, entre otros puntos de sus demandas, elevar el salario mínimo de su actividad de los actuales 3.416 pesos ($427) a los 5.000 pesos ($625) mensuales, lo que supondría un aumento del 46%.
Otro sindicato que iniciará en los próximos días su negociación paritaria es el de los trabajadores de ferrocarriles, que exigirá un incremento salarial no menor al 30 por ciento.
Este parece ser el aumento porcentual mínimo al que aspiran los gremios, mientras que el Gobierno intentará que esa cifra sea el techo máximo de incremento para no estimular aún más la inflación a través del aumento de los costes empresariales.
Según datos del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos, en noviembre pasado los salarios registraron un alza interanual del 26,1%, porcentaje similar al de la tasa de inflación de 2013, calculada por consultoras privadas.
Para este año, los economistas proyectan que los precios al consumidor crecerán entre un 30% y un 35%.
"Las paritarias tendrán como meta recuperar el poder adquisitivo que se comió la inflación y poder llenar el carro del supermercado como antes", dijo hace unos días Antonio Caló, líder de la rama oficialista de la Confederación General del Trabajo (CGT) y titular de la Unión Obre Metalúrgica, poderoso sindicato que iniciará sus paritarias en marzo próximo.
En las próximas semanas, también será el turno de comenzar negociaciones para varios sindicatos de empleados estatales en las provincias, donde ya circulan pedidos "informales" de aumento de hasta el 40%.
En las provincias, donde la situación fiscal es débil, el antecedente más cercano son las alzas salariales de hasta el 50% concedidas a finales del pasado año a fuerzas de seguridad locales, en medio de huelgas policiales y violentos saqueos.