La economía costarricense sufrirá, durante el segundo semestre de este año, un frenazo en seco en su actividad el cual, en principio, no implicaría una modificación en la evolución del producto interno bruto (PIB) anual del 2022, pero sí será el inicio de un menor dinamismo que se verá con mayor claridad en el 2023.
El Banco Central de Costa Rica (BCCR) estima, según informó este viernes 29 de julio, que la actividad económica del país tuvo una incremento del 6,6%, durante el primer semestre de este año, comparado con el mismo periodo del 2021; pero para la segunda mitad del 2022 se proyecta un crecimiento de apenas 0,4% en la producción, respecto al mismo plazo del año pasado.
Este escaso crecimiento en la segunda parte del año es una señal para empresas y personas de que sus ingresos también crecerán poco.
La notable reducción no implica, por el momento, un cambio en la previsión de la producción nacional anual del 2022, pues esta se mantuvo en 3,4% al igual que se anunció en abril pasado, informó Roger Madrigal, presidente del BCCR, en la presentación del tercer Informe de Política Monetaria (IPM), hecha este viernes 29 de julio.
Madrigal explicó que la primera mitad del año fue bastante favorable, pero el segundo semestre no será igual, pues proyectan una reducción en el crecimiento.
“Hay un semestre ya jugado, ya hay una parte de ese crecimiento de 3,4% que ya lo tenemos y, por eso, somos conservadores, porque para el segundo semestre pensamos que sea de 0,4% (el crecimiento). Aunque vemos, para el segundo semestre, un ligero alivio en la factura petrolera que implica una reducción en los combustibles, y el crédito está dinámico en su crecimiento”, afirmó el presidente del BCCR.
Sin embargo, la corrección del crecimiento fue más relevante para el 2023 porque se prevé una baja en la demanda, tanto externa como interna, como consecuencia de la subida de las tasas de interés en el país y a nivel internacional a raíz de la alta inflación.
“Hay ajuste de la demanda externa, que estaría desacelerada frente a lo previsto en abril. En el caso de las exportaciones totales, de bienes y de servicios, la tasa prevista era de 7%, en abril, y ahora estimamos 5,4%. A nivel de la demanda interna, en abril preveíamos un 3,2% de crecimiento, y se revisó a la baja a 2,7%”, dijo Henry Vargas, director del Departamento de Estadística Macroeconómica del Banco Central.
Vargas añadió que el consumo y la inversión interna se impactan por los ajustes hechos por el Banco en su tasa de referencia, pues se encarece el financiamiento.
La Junta Directiva del BCCR elevó, el pasado 27 de julio, su tasa de política monetaria (TPM) para llevarla al 7,50%, desde el 5,50%, a raíz de las mayores presiones inflacionarias. Desde mediados de diciembre pasado, el emisor comenzó los ajustes en su tasa de referencia, cuando el indicador estaba en 0,75%. Desde entonces la ha subido en seis ocasiones.
Implicaciones para empresas y hogares
Con este panorama, el economista Édgar Robles, director del posgrado en Economía de la Universidad de Costa Rica, considera que se viene una época de cautela.
“Se viene una época de mucha cautela para las empresas y las personas. El principal efecto vendrá por el lado del encarecimiento del consumo y la inversión por el incremento tan fuerte en tasas de interés”, indicó Robles.
“Las personas endeudadas tendrán menos dinero disponible a causa del incremento en la cuota de los préstamos y el nivel de empleo va a estar prácticamente estancado, a pesar de la muy alta tasa de desempleo. De continuar las tendencias de ajuste en las tasas de interés aumenta la probabilidad de que la economía tica entre en una recesión hacia finales de 2022 e inicios de 2023”, opinó este economista.
Consultado sobre una posible recesión, Madrigal indicó: “Siempre existen escenarios de recesión, por eso hacemos escenarios de abanico, pero en las proyecciones centrales no lo estamos considerando todavía”.
La proyección del Banco Central es que la producción aumentaría un 3,2% en el 2023. En abril se había previsto un 3,9% y enero, el 4%.
La economista de la Universidad Nacional, Roxana Morales, coincidió con Robles en que el lento crecimiento repercute en una mejor posibilidad de reducir el desempleo, incluso consideró que podría volver a aumentar. “El consumo real de los hogares se verá bastante afectado por la pérdida de poder adquisitivo de los ingresos y las mayores cuotas que tendrán que pagar por sus créditos”, comentó Morales.
Mientras que las utilidades de las empresas, añadió la economista, también se verán afectadas por las menores ventas y por que aun no han trasladado todo el mayor costo de producción al precio de los bienes y servicios de consumo final.
El Banco Central estima una variación interanual del índice de precios al consumidor de 9,9% para este año, que bajaría a 4,9% en el 2023.