El economista y expresidente del Banco Central, Eduardo Lizano, lanza el reto de llevar a Costa Rica a ser un país de renta alta en el año 2050 y de formar parte del grupo de los 25 países más avanzados de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos).
Así lo detalla en su último texto: Después de la pandemia: una visión de largo plazo de la Serie Programa Visión para el Desarrollo de la Academia de Centroamérica, presentado este 13 de julio en un evento por el periodista Eduardo Ulibarri. En la actividad participan como comentaristas la investigadora de la Academia, Silvia Hernández y el director del Programa Estado de la Nación, Jorge Vargas.
“No faltará quien frunza el ceño debido a la extensión del plazo para alcanzar el objetivo (dos o tres décadas) y por considerarlo demasiado ambicioso (...). No obstante, debe reconocerse que, en no pocas ocasiones, el país ha establecido objetivos de largo plazo y, en otras, ha pensado también ‘en grande’, sin complejos, para alcanzar objetivos en un principio considerados como quimeras”, indica Lizano en su texto.
Para alcanzar esta meta, explica Lizano, se requieren, disponer de cuantiosos recursos financieros, privados y públicos, y para conseguirlos el país tendría que aumentar de manera significativa la tasa anual de crecimiento de su producción.
“En efecto, la economía nacional creció en promedio 4% en el periodo del 2000 al 2018. Esta tasa de crecimiento económico es insuficiente. La ‘cobija’, simplemente, no alcanza”, indica Lizano.
¿Cómo dieron “el salto” otros países?
Lizano explica que otros países –como los llamados Tigres Asiáticos (Taiwán, Corea del Sur, Singapur) y, más recientemente, al Tigre Celta (Irlanda)– alcanzaron el objetivo y para ello hicieron un esfuerzo sostenido de largo plazo, dos o tres décadas, y cumplieron cuatro condiciones: aumentar la cantidad de los factores de la producción, incrementar la productividad de la economía nacional en el sector privado y en el público, lograr una mayor inserción de la economía del país en la economía internacional y asegurar un entorno sociopolítico adecuado.
En el caso costarricense, para llegar a alcanzar ese objetivo el país requeriría que su producción crezca, en promedio, por año, 5,6% entre el 2025 al 2050 y el crecimiento de la producción por habitante aumente 5%. Si fuera así, la posición de Costa Rica en el ranquin de la OCDE pasaría del lugar 35 en el año 2025, al 20 en el 2050.
Y para alcanzar esta tasa de crecimiento de producción por habitante se requeriría un ajuste importante de la inversión y del ahorro nacional.
Además, siguiendo los pasos de los países que han logrado dar el salto, la inserción internacional es otro requisito. Según cita Lizano, el promedio del coeficiente de apertura (exportaciones más importaciones respecto a la producción) de la OCDE aumentó del 97% para el periodo del 2000 al 2007 a 115% del PIB en la década del 2010 al 2019.
La tendencia en el caso de Costa Rica ha sido en sentido contrario para los mismos periodos. El coeficiente de apertura disminuyó de 85% a 65% del PIB.
“Así, el esfuerzo del país, en este ámbito, ha de ser muy significativo, si se propone aproximarse a la situación de los países de la OCDE. En efecto, Costa Rica deberá casi duplicar, su coeficiente de apertura”, explica Lizano.
También el país tendría que hacer una importante corrección en sus indicadores sociales.
Por ejemplo, el coeficiente de Gini de Costa Rica (una medida de desigualdad) es el doble del de los países de la OCDE, tiene el doble de pobreza de los países de este bloque y en educación el país ha hecho un esfuerzo importante, pero los resultados todavía no son buenos. Por ejemplo, el porcentaje de la población de 25 a 65 años con un nivel de educación secundaria en la OCDE es de 45% y en Costa Rica alcanzó solo el 18% (en el 2019).
También, el país está lejos de los países de la OCDE en los recursos que dedica a la investigación y el desarrollo, el desempleo y la participación de las mujeres en el mercado laboral.
Para lograr los objetivos del periodo del 2025 al 2050 será necesario crear aproximadamente 375.000 nuevos puestos de trabajo y el país tiene una oportunidad de aumentar su producción por medio del empleo femenino, lo que el Programa Estado de la Nación ha llamado “el bono de género”.
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Según Lizano, el elevado desempleo femenino y el alto porcentaje de las mujeres que no buscan empleo representan un serio obstáculo para el desarrollo del país y para el fortalecimiento de la democracia liberal.
Además requeriría aumentar la productividad laboral donde el país ha mejorado, pero todavía se encuentra lejos de los países de la OCDE.
El punto de partida y las megatencias
Para Lizano, en su punto de partida el país tiene importantes logros: siete décadas ininterrumpidas sin perturbaciones o conflictos sociales y el funcionamiento adecuado del Estado de derecho; en el campo social, haber logrado el primer lugar de América Latina en cuanto al porcentaje del PIB (producto interno bruto) dedicado al gasto social y en el campo económico, pasar de ser un país de renta baja uno de renta media.
No obstante, también hay múltiples problemas que aquejan al país. Los más graves, es decir en donde más aprieta el zapato, bien pueden reagruparse en cinco temas, tal como lo propuso José Manuel Salazar: la falta de empleo, la crisis en la educación nacional, el insatisfactorio crecimiento económico, el desequilibrio en las finanzas públicas y lo que llama la “nueva normalidad” del sistema político costarricense, donde el bipartidismo ha sido sustituido por un multipartidismo y donde hay una profunda crisis de representatividad.
En cuanto a las megatendencias claves para la formulación de políticas públicas Lizano menciona cinco: el cambio climático; la globalización en sus diferentes manifestaciones: comercial, financiera, migratoria y geopolítica; el envejecimiento de la población; la revolución tecnológica y las próximas pandemias.
Ya en el pasado, dice el autor, Costa Rica ha tenido la osadía no solo de soñar, sino asimismo la capacidad de transformar los sueños en realidad.
Ojos externos
Los comentaristas del documento enfatizaron en la importancia de tener un objetivo país y que Lizano plantea que se puede lograr por distintas vías.
“El no nos está diciendo específicamente cómo, en sus palabras, ‘llegar a Roma’ , Roma entendida como esta necesidad de mejorar una serie de variables, sino cuáles son las pequeñas Roma a la que debemos llegar y Don Eduardo enfatiza que hay distintos caminos”, indicó Ulibarri.
Por su parte, Hernández, llamó la atención en que hace tiempo que el país dejó de discutir sobre cómo ser más rico.
“Crecer a tasas más altas dejó de ser una prioridad en nuestra discusión país. En las últimas décadas, también por razones obvias, nos hemos concentrado solo en una parte de esa conversación el déficit fiscal. Desde luego esto ha sido importante discutirlo, discutir de cómo dejar de ser un país quebrado, pero al mismo tiempo porque dejamos de hablar sobre cómo ser un país más rico y cómo mejorar niveles de distribución”, dijo Hernández.
Por su parte, Vargas, indicó que el texto es una invitación a repensar el largo plazo como instrumento efectivo de política.
Vargas también llamó la atención de las consecuencias de no alcanzar el objetivo de una democracia liberal asentada en un país de renta alta. Para él hay dos posibilidades: una erosión, que es el lento, persistente y conflictivo declive respecto a una serie de logros conquistados y el otro es la ruptura del contrato social, que es lo que no quiere precisamente no quiere Lizano.