En su programa macroeconómico para el 2018 y el 2019, el Banco Central prevé que la producción del país seguirá creciendo, en parte, impulsada por el consumo interno, en parte por las exportaciones; estima que las empresas y personas tendrán crédito, que vendrá más inversión extranjera y la inflación se mantendrá baja y estable.
Sin embargo, el gran lunar es el déficit financiero del Gobierno Central, cada vez más alto, que hace crecer la deuda a grandes pasos y amenaza todos los demás resultados.
El Banco Central estima que el exceso de gastos totales sobre ingresos totales del Gobierno Central (déficit financiero) alcanzará un monto equivalente al 7,1% de la producción en el 2017 (cerca de ¢2,5 billones) y a 7,9% en el 2019 (cerca de ¢2,9 billones).
Este déficit se financia con préstamos y estos préstamos se acumulan y por ello el monto de la deuda del Gobierno Central crece. Esta llegaría a representar un 49,2% de los ingresos que el país produce en un año, en el 2017, a un 53,6%, en el 2018, y un 59% en el 2019. Es como para una familia deber la mitad de los ingresos que puede generar.
En el 2017, el Ministerio de Hacienda enfrentó dificultades para financiar un déficit del 6,2% de la producción (cerca de ¢2 billones). La entidad tuvo problemas para pagar los salarios y las pensiones del Gobierno Central con cargo al Presupuesto Nacional y ha tenido que ofrecer el pago de tasas de interés más altas para que le presten dinero.
En su programa económico el Banco Central llamó la atención, una vez más, sobre los costos para el bienestar de la población por no actuar en este campo.
“Los costos de la inacción son muchos: presiones al alza en las tasas de interés, incremento en la percepción riesgo país, estrujamiento del crédito al sector privado, reducción en la rentabilidad de la inversión en capital físico y humano, desestímulo al ingreso de capital por inversión extranjera directa y presiones alcistas en inflación", expresó el Banco en el informe que publicó hacia la medianoche del miércoles.
En el documento agregó que esas condiciones tienen efectos directos y negativos sobre los flujos de inversión, el crecimiento económico, la generación de empleo y, en general, sobre el desarrollo económico y bienestar de la sociedad costarricense.
Las elecciones son una oportunidad
Las agencias calificadoras de riesgo tienen sus ojos puestos en las medidas que tomará el próximo gobierno para enfrentar la situación.
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“La relación del aumento de la deuda y riesgo va a llegar un momento en que no será lineal –porque ha sido gradual–; pero en algún momento no lo será y el mercado se asustará en serio y se van a cerrar las puertas para el financiamiento y puede llevar a una crisis financiera y económica en Costa Rica, lo que no se sabe es cuándo será, pero se está acercando”, advirtió Gabriel Torres, analista de deuda soberana de Moody´s.
“La gran oportunidad que hay es que las elecciones lleven a un cambio en la posición política en la Asamblea Legislativa, y el Ejecutivo en resolverlo, si esto no se da el riesgo es muy alto”, añadió Torres.
Él informó de que van a esperar a ver qué pasa con las elecciones presidenciales y si el nuevo gobierno está dispuesto a resolver el déficit
Por su parte, Arend Kulenkampff, director de deuda soberana de América Latina de Fitch Ratings advirtió de que en la medida en que los crecientes déficits presupuestarios y la carga de la deuda pública perjudican a la solvencia del soberano (el Gobierno), es probable que tengan un impacto negativo en la confianza de participantes del mercado de capitales internacional.
“Las propuestas planteadas por los candidatos presidenciales como la relación entre el ejecutivo y la asamblea legislativa son consideraciones importantes para nuestra perspectiva”, señaló.
Analistas escépticos del crecimiento
Precisamente por tener el Gobierno un déficit tan alto que presiona al alza las tasas de interés, y el mismo aumento que realizó el ente emisor, este jueves 1°. de febrero, en su tasa de política monetaria (actualmente en 5%), algunos analistas creen que la previsión de crecimiento en la producción del Banco Central es optimista.
“Una reactivación de la economía basada en la demanda interna, mucho en la reactivación del consumo, es muy difícil de lograr con un política expresa de aumentar las tasas de interés por el Banco Central”, dijo el economista Max Alberto Soto.
Con un crecimiento del 3,6% y 3,9% en la producción para los años 2018 y 2019, respectivamente, no hay esperanzas para reducir el desempleo, añadió Soto.
“En cuanto a las proyecciones del programa, estas son factibles, pero hay preocupación en cuanto al cumplimiento del objetivo para el crecimiento económico, esto por la tendencia de los últimos meses de la actividad a la baja”, añadió Silvia Jiménez, jefe de análisis y estrategia de inversión en Mercado de Valores de Costa Rica.
“Si no hay financiamiento externo (para el Gobierno) y si el déficit es del 7%, me parece que el crecimiento de la economía resultaría más bajo porque las tasas de interés estarían afectando la expansión crediticia, el consumo y la inversión”, opinó el economista José Luis Arce.