Thomas Lubanga le arrebató la inocencia a cientos de niños en la República Democrática del Congo. Los transformó en soldados y les dio un arma con la orden de matar.
El primer fallo de la Corte Penal Internacional (CPI) lo declaró culpable de crímenes de guerra en marzo de 2015 tras un juicio que se había iniciado seis años antes.
Entre los 18 jueces que emitieron este fallo histórico --7 de ellos, mujeres-- había una costarricense: Elizabeth Odio Benito, una tica que, desde los primeros años transcurridos en su Puntarenas natal, empezó a abrir camino en la docencia, la política, y la defensa de los derechos humanos en organismos internacionales.
Odio juró el cargo en un acto solemne en el parlamento holandés. Fueron testigos de esa primera Corte el entonces secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Kofi Annan, y la reina Beatriz de Holanda.
La CPI fue creada en 1998 como el primer tribunal permanente para juzgar crímenes de guerra, a los autores de crímenes contra la humanidad y a genocidas.
En entrevista con La Nación, varios días después del fallo contra Lubanga y a poco tiempo de dejar la Corte, Odio dijo: “La situación mundial no es la que uno quisiera ver. Uno quisiera vivir en un mundo de paz. (...) Pero organizaciones como la ONU y como esta Corte trabajan para que haya esperanza, porque si no fuera por el trabajo de este tipo de organizaciones, no habría ninguna: volveríamos a la época pura y dura de la ley de la selva. Yo creo que se contribuyen mucho a que no estemos peor que como estábamos.
“Desde luego que algunos han aprendido y otros no..., pero los que no aprenden, los que siguen cometiendo barbaridades, tienen que saber que tarde o temprano los va a atrapar la justicia”.
Fuente sin fin
En el mundo, la reconocen como una de las personas que más saben sobre crímenes de guerra. Antes de la Corte Penal, Odio estuvo entre quienes juzgaron los crímenes en la antigua Yugoslavia, entre 1993 y 1998.
A sus casi 78 años, esta abogada que comenzó impartiendo clases de Educación Cívica en un colegio católico, continúa más activa que nunca.
No ha dejado de sentar cátedra sobre temas en los que cree, aunque desencadene la polémica cuando sale en defensa de asuntos como el derecho al aborto.
Sin tiempo de reposo tras su paso por la CPI, el 17 de junio de 2015 se convirtió en la única mujer en una de las siete sillas en la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH) para el periodo 2016-2021.
Cuando en junio de ese año La Nación le preguntó cómo era meterse en ese enredo a su edad, contestó: “Yo me siento muy bien. Gracias a Dios, tengo experiencia, energía y pasión (...)”.
Odio, hija de un maestro y sobrina de un expresidente de la Corte Suprema de Justicia costarricense, ha sido muchas veces ‘la primera’.
Por ejemplo, fue la primera profesora y catedrática de Derecho en la Universidad de Costa Rica (UCR). Y hace casi 50 años atrás, contribuyó en la formación del Partido Renovación y, posteriormente, se unió a la Unidad Social Cristiana, partidos con los que fue ministra de Justicia (1978-1982 y 1990- 1994) y Vicepresidenta de la República (1998-2002).
Solo habla sobre lo que cree. “Para trabajar por ese futuro que anhelamos hay un valor esencial: la solidaridad; y, para hacerlo posible, un instrumento irreemplazable: la educación”.