Río de Janeiro. ¿Qué hacer con los multimillonarios que son cada vez más ricos y que en gran medida huyen de los impuestos? Los ministros de Finanzas del G20 deben intentar alcanzar este viernes una posición común sobre la tributación a las grandes fortunas.
Este asunto está en el centro de las discusiones que comenzaron el jueves en Río de Janeiro y se retomaron este viernes con una sesión sobre el financiamiento de la transición climática, antes de abordar un debate sobre la deuda y los bancos multilaterales de desarrollo.
Las discusiones entre los jefes de las mayores economías del mundo servirán de base para las negociaciones entre jefes de Estado y de Gobierno en la cumbre del G20 que se celebrará el 18 y 19 de noviembre, también en Río.
Brasil, que preside el organismo este año, está presionando para la creación de un impuesto mínimo global para los superricos. Pero ante la falta de consenso sobre la creación de una tributación coordinada internacionalmente, una solución intermedia pasa por pedir a los países que refuercen sus respectivos impuestos a las grandes riquezas.
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La “declaración” final que se publicará el viernes marcará un “primer paso” en la cooperación fiscal internacional, afirmó el jueves por la noche Fernando Haddad, el ministro de Finanzas del gobierno del izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva.
La instauración de un impuesto global enfrenta resistencia de países como Estados Unidos y Alemania.
Pero aunque no exista consenso sobre ese punto, Haddad afirmó que el texto final contemplará “la propuesta brasileña de comenzar a pensar la tributación internacional no solo desde el punto de vista de las empresas, sino también de los individuos superricos”.
Según él, este progreso “es una conquista de naturaleza moral”, en un momento de crecientes desigualdades, en el que nunca ha habido tantos multimillonarios ni con tanta riqueza.
“Primera vez”
Según un borrador de esta “declaración”, los miembros del G20 asumen el siguiente compromiso: “Respetando plenamente la soberanía fiscal, nos esforzaremos por cooperar para asegurar que las personas ultrarricas sean efectivamente gravadas”.
El texto subraya que “las desigualdades de riqueza e ingresos socavan el crecimiento económico y la cohesión social y agravan las vulnerabilidades sociales”. Y subraya la importancia “de promover políticas fiscales efectivas, justas y progresivas”, pero sin mencionar un impuesto único negociado a nivel internacional.
“La crisis climática costará billones de dólares cada año y es escandaloso esperar que el contribuyente común pague por ello, mientras los superricos escapan de los impuestos”, lamentó Camila Jardim, especialista en políticas internacionales de Greenpeace, al renovar el llamado de la oenegé por un impuesto global.
Autor de un informe sobre el tema, elaborado a pedido de Brasil, el economista francés Gabriel Zucman se mostró desde ya alegre porque “por primera vez en la historia, los países del G20 se ponen de acuerdo para decir que la manera en que gravamos a los multimillonarios debe modificarse”.
No obstante, el camino se presenta largo, ya que toda cooperación entre Estados en materia tributaria es difícil por naturaleza, debido a que estos son celosos de su soberanía fiscal.
Fundado en 1999, el G20 tuvo al principio una vocación principalmente económica, pero cada vez más se involucró en los temas candentes de la actualidad internacional. El grupo lo conforman Alemania, Arabia Saudita, Argentina, Australia, Brasil, Canadá, China, Corea del Sur, Estados Unidos, Francia, India, Indonesia, Italia, Japón, México, Reino Unido, Rusia, Sudáfrica, Turquía y la Unión Europea.