El ministro de Hacienda, Elian Villegas, informó de que un grupo de funcionarios nombrados por el presidente de la República, Carlos Alvarado, evalúan medidas para atender los nuevos problemas económicos que ha traído la guerra en Ucrania, tales como los aumentos en los precios de los alimentos.
Consultado sobre si en el Gobierno se ha evaluado algún tipo de ayuda económica, una subvención, a las familias en pobreza en caso de que los precios de los alimentos se mantengan altos a raíz de la guerra en Ucrania, el Ministro respondió que es parte de las medidas que están estudiando.
“Eso es parte de los temas que precisamente estamos conociendo a nivel de consejo económico, del grupo en general que integró el señor Presidente y donde en estos momentos, precisamente, hemos venido haciendo un recuento de los problemas que se están presentando y de algunas posibles soluciones, todavía no tenemos un documento para presentar, entonces todavía yo no le podría asegurar a usted si alguna de esas soluciones que usted señala ahí se estaría incorporando”, indicó Villegas.
Los precios de los alimentos se han mantenido al alza desde el año pasado, debido al incremento en los costos de las materias primas y los combustibles y se agudizó con la invasión de Rusia a Ucrania, pues ambas naciones son productoras de trigo, cebada, maíz y aceite de girasol, entre otros, y en el caso de Rusia de petróleo y fertilizantes, los cuales afectan los costos de producción de la comida.
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En febrero del 2022, la canasta básica alimentaria nacional tenía un costo por persona de ¢52.270, 6,8% más que el valor que tenía en febrero del 2021. El aumento en los precios de los alimentos golpea más a los hogares pobres porque dedican una mayor porción de su gasto total en adquirir comida.
Según la última Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos realizada entre el 2018 y el 2019, el gasto promedio de consumo mensual por persona de los hogares del primer quintil (20% con menos recursos) era de ¢79.699 y de este monto dedicaba a alimentos y bebidas no alcohólicas 38%, en promedio; mientras que un hogar del quinto quintil (20% con más recursos) gastaba por persona ¢208.652 y de ello dedicaba 23% a alimentos y bebidas no alcohólicas.
El costo de la canasta básica alimentaria se utiliza para medir la pobreza. El costo de dicha canasta más un monto adicional para cubrir otras necesidades básicas se define como la línea de pobreza. Los hogares que tienen ingresos menores a esa línea se consideran pobres y lo que tienen ingresos por encima de ella no lo son. Los hogares cuyos ingresos ni siquiera les alcanza para cubrir el monto de la canasta básica alimentaria son los que están en extrema pobreza.
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Economistas respaldan ayuda
Varios economistas consultados concuerdan en que podría ser necesario algún respaldo si el aumento en los alimentos continúa, y el presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Mauricio Claver-Carone, indicó esta semana, en un conversatorio con periodistas, que algunos países van a sentir la necesidad de algunas subvenciones.
“Vamos a trabajar de una manera medida con cada país, de cómo confrontar estos retos, hay algunos países que van a sentir la necesidad de algunas subvenciones y si es así el caso lo trabajaremos con ellos para ver cómo poder acomodarlos, ya que hay unos niveles de deuda pública muy altos debido a la covid-19”, dijo Claver-Carone.
Juan Robalino, director del Instituto de Investigaciones en Ciencias Económicas de la Universidad de Costa Rica comentó que también se espera un mayor crecimiento económico para este año, lo cual debería traer más ingresos a los hogares más vulnerables.
“Me parece que sí podría ayudar la política social. Normalmente, antes de la regla fiscal, la política social tenía la ventaja de que era anticíclica, entonces cuando se venía alguna repercusión negativa aumentaba el gasto social, ahorita estamos en una situación más bien positiva (por el crecimiento económico esperado), entonces uno esperaría que más bien dada la situación económica la presión sobre los hogares más vulnerables sea menor (…) A mí lo me preocuparía es que haya recortes debido a la regla fiscal”, comentó Robalino.
“Si se nos va de la mano el precio del arroz y los frijoles a mí no me quitaría el sueño otorgar un subsidio temporal, la gente tiene que comer, ¿cuánto irá a durar esto? Nadie sabe”, opinó el economista y exvicepresidente, Luis Liberman.
Por su parte, José Luis Arce, director de FCS Capital, consideró que hay cierto espacio fiscal posible para esto, por ejemplo, disminuyendo aranceles de importación y entregando un subsidio a los hogares más pobres.
“Las propuestas de productores de subsidios a combustibles, fertilizantes o materias primas son engañosas y un desperdicio de recursos. Suelen quedarse en las ganancias de las empresas o desviarse para otros usos. Además, conducen a una distorsión peligrosa en los precios. Es mucho mejor pensar en proteger mediante transferencias a las familias de menores ingresos en función de sus niveles de gasto en alimentos”, expresó Arce.