Caminando hacia la universidad, a pasos rápidos para llegar a tiempo a clases, recorre las calles de San José, Stephanie, una joven de 24 años, vecina de Cartago, quien lleva a espaldas un bolso en el que se encuentra un cuaderno con los apuntes de los últimos cuatrimestres, un folder y un dispositivo USB con su currículo.
Ella acaba de dejar su hoja de vida en dos locales comerciales con la expectativa de conseguir pronto un empleo. “Quedé sin trabajo a finales de abril del año pasado. Cuando salí, también despidieron a tres compañeros, no sé si después hubo más, pero fuimos cuatro en total. Lo que me dijeron, al menos a mí, fue que era por reestructuración. (…) es complicado, porque conseguir trabajo no es tan fácil como algunos lo pintan y hasta cierto punto te llega a asfixiar (…)”, se lamenta.
La realidad que acompaña a esta cartaginesa es similar a la situación que viven 81.721 personas jóvenes, entre 15 y 24 años, y 111.945 mujeres, que buscan empleo y no lo consiguen, según la Encuesta Continua de Empleo (ECE) del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), correspondiente al trimestre que abarca de abril a junio 2023. En ambas poblaciones, los niveles de desempleo superan el promedio nacional desde hace más de una década.
Mientras la tasa abierta de desempleo total se encuentra en 9,6%, el porcentaje en personas de 15 a 24 años se acerca a triplicar esa cifra, con 27,4% de la población en edad para trabajar.
Para Natalia Morales, investigadora del Estado de la Nación, el perfil laboral incide al momento de optar por un empleo, ya que muchas personas tienen baja escolaridad, no dominan un segundo idioma, presentan deficiencias en el manejo de tecnología, sumado a experiencia muy básica a raíz de trabajar en “puestos elementales”.
“Cada vez tenemos más personas desempleadas jóvenes, o sea, menores de 24 años. Diríamos que hay un desenganche entre el tipo de política que se genera, generalmente desde la institucionalidad pública para crear empleos, versus ese perfil”, señaló.
Por otro lado, aunque el desempleo en las mujeres presenta una tendencia general a la baja, ubicándose en 12,1% (trimestre abril, mayo, junio), la tasa supera la de los hombres, siendo en esta última población de 8%. Esta brecha se mantiene desde que el INEC inició con la ECE, el 31 de mayo del 2010, lo que refleja que ambas poblaciones (jóvenes menores de 24 años y mujeres) presentan mayores dificultades para insertarse al mercado laboral en relación con el resto.
“Dentro de todo este contexto, el mercado discrimina la contratación de mujeres, sobre todo de mujeres que sean jefas de hogar y que tengan hijos. La situación es complicada para las personas jóvenes y si se es una mujer joven, todavía es más difícil”, describió Morales.
Barreras de inserción, desigualdad en la selección para ocupar un empleo de calidad y remuneración justa e igualitaria respecto a los hombres, son tres obstáculos que, según esta investigadora, deben enfrentar las mujeres, sumado a recargas en tareas domésticas y de cuido; ya sea de sus hijos, adultos mayores o personas con discapacidad a su cargo.
Problema estructural
La relación entre los puestos laborales disponibles y la capacidad que tiene la población para llenarlos, puede aumentar el números de personas activas dentro del mercado de trabajo. Sin embargo, cuando la población no cumple con los requisitos, los puestos disponibles no son aprovechados, generándose desempleo.
“Prácticamente desde que me despidieron comencé a buscar dónde trabajar. Ese mismo día, en la noche, empecé a ver qué había en Internet y a preguntarle a conocidos y amigos por si sabían de algún trabajo, pero este es el momento que sigo “pulseándola” a ver si logro acomodarme en algo”, describió Stephanie.
La situación que vive como joven y mujer esta vecina de Cartago, está lejos de ser coyuntural, más bien es un problema estructural, cuya causa más común es el desenganche entre oferta y demanda laboral, según describen diversos especialistas.
Natalia Morales explica que en el país existe un problema en el tipo de puestos de trabajo que se generan pues no se están ocupando a raíz de que las personas no califican para desempeñarse en ellos. Esto lleva a un desenganche entre oferta (personas que están buscando trabajo) y demanda (dónde se están generando puestos de trabajo).
“Han trabajado (las personas) en puestos no calificados o de baja calificación en sectores mucho más tradicionales como agricultura, turismo, servicio doméstico, que no demandan muchas herramientas (…)”, agregó Morales.
Primaria o secundaria incompleta, poco conocimiento en el manejo de herramientas tecnológicas, deficiencias en dominio de un segundo idioma, principalmente inglés; y poca experiencia laboral, son parte de las debilidades que caracterizan los perfiles de personas desempleadas en Costa Rica, algo que para Ricardo Monge, economista y presidente de la Academia de Centroamérica, se evidencia entre mujeres y jóvenes.
“Mucha de la gente que está desempleada son mujeres y muchas también son jóvenes. En el caso de los jóvenes, se cumple mucho que no tienen los conocimientos, habilidades que demanda el mercado, y por el lado de las mujeres, no estamos trabajando seriamente en facilitarle las condiciones para que se puedan emplear”, destacó.
La Encuesta Nacional de Demanda Laboral 2022 (Enadel), destacó que 44,2% de los establecimientos tienen puestos donde la formación superior; ya sea diplomado, universidad incompleta, bachillerato, licenciatura, maestría o doctorado, son necesarios para su ocupación respecto a 15,9% donde no es requisito la escolaridad. El dominio del idioma inglés es requerido en el 27,6%, el 58,9% en sectores de Información y comunicaciones, así como 52,9% en enseñanza.
Aunado a lo anterior, el Informe Estado de la Nación en Desarrollo Humano Sostenible 2022, indicó que un año más de escolaridad eleva posibilidades en 2,1% de conseguir empleo.
“Ya no solo se trata de tener una escolaridad media o alta, sino también que se dominen otras habilidades como un segundo idioma, el acceso a tecnología, competencias blandas; que son habilidades de trabajar en equipo, o sea; un conjunto de habilidades que muchas de esas personas no tienen”, refirió Morales.
Para el trimestre que va de abril a junio 2023, 23% de jóvenes entre 15 y 24 años desempleados se encuentran con secundaria incompleta, frente a 47,2% que si la completaron. El 20,7% corresponde a universitarios con o sin título, según datos de la ECE.
Ese desenganche entre oferta y demanda laboral, responde en gran medida, a otro problema estructural: el desenganche entre crecimiento económico y la generación de puestos de trabajo, ya que la mejora en la economía podría estar creando plazas, pero que la oferta no satisface.
“No es que la economía crece y no se generan empleos. No. La economía crece y genera empleos, pero nosotros no capacitamos a los costarricenses para que aprovechen esos empleos”, analizó Monge.
Por su parte, el Estado de la Nación 2022, identificó que desde finales del 2021 ya se registraba un crecimiento económico desalineado de la creación de empleos, con una economía dual donde las tendencias productivas regresan a niveles prepandémicos, de crecimiento moderado, y una baja generación de empleo.
Todo esto se palpa a escala internacional, los niveles de desempleo en la población costarricense joven se encuentran entre los más altos dentro de países miembros de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), lo que hace que Costa Rica continúe en los primeros lugares en una lista de 38 países miembros.
Consolidación de una política nacional de empleo
Si bien es cierto, Costa Rica muestra una tendencia a la baja en la tasa de desempleo en los últimos meses, ello podría no necesariamente traducirse en más empleos. Al observar los indicadores, se muestra un crecimiento lento en empleabilidad, el cual no ha llegado a los niveles prepandemia. Esto podría explicar que personas como Stephanie, no logren incorporarse al mercado de trabajo.
“Estamos reduciendo la tasa de desempleo, lo cual es positivo, pero sin que eso se transforme en más puestos de trabajo y entonces es como irónico porque uno lo que desea es que haya una transformación, de que esta gente que está buscando trabajo, pase a estar ocupada, pero muchos de ellos no están pasando a estar ocupados, sino que se están saliendo del mercado y eso es un problema (...)”, analizó Morales.
Con grupos ampliamente afectados por el desempleo y algunas causas identificadas que lo propician, ¿qué urge para hacerle frente de forma eficaz?
Tanto Morales como Monge, concuerdan en que una política nacional de empleo, complementada con acciones como la intervención y fortalecimiento de instituciones como el Instituto Nacional de Aprendizaje (INA), y áreas de gran importancia como la educación y tecnología, son fundamentales si se desea abrir oportunidades sobre todo en jóvenes y mujeres, algo que no se ha desarrollado de todo.
“Aunque sí ha habido cambios en los últimos años, esos cambios resultan insuficientes para mejorar la empleabilidad de las personas (…). Una política nacional de empleo para mí sería la condición número uno indispensable y de esa política, diseñar estrategias para generar empleos en personas jóvenes y en mujeres”, consideró la investigadora de Estado de la Nación.
Sumado a ello, Morales mencionó que para reforzar la lucha contra el desempleo se requiere fortalecer los programas de educación dual para los jóvenes, consolidar la universalización de la Red de Cuido entre las mujeres con hijos y reforzar la enseñanza y aprendizaje del inglés en el sistema educativo nacional.
Por su parte, Monge apuntó a remozar totalmente la currícula en los colegios técnicos, en las universidades y en el INA, prestarle atención a la “clusterización”, como medio para desarrollar productividad generadora de empleos, así como invertir en innovación.
En tanto, la brecha histórica entre desempleo nacional y las cifras más altas que padecen jóvenes y mujeres, mantiene una deuda con estas dos poblaciones.
“Tengo un año en esta situación, por ahí, pero conozco gente que tiene más tiempo buscando trabajo y no han podido encontrar. (...) es difícil, y en lo personal, sí me afecta mucho”, concluyó Stephanie.
⇒ David Rivera es estudiante de periodismo de la Clase 15 de la Asociación de Periodismo Colaborativo Punto y Aparte. Es el encuentro entre periodistas y estudiantes de la carrera, quienes generan producciones periodísticas de alta calidad sobre las causas y las soluciones de realidades de riesgo social, y se mantienen vinculados para promover el buen periodismo.