El sector manufacturero de Costa Rica se mueve a dos velocidades contrarias una de la otra.
De un lado, están las empresas locales que, en el primer trimestre de 2019, cumplieron un año de contracción económica. Prácticamente todos los sectores de la industria decrecen, con la excepción del alimenticio.
La otra cara de la moneda son los compañías ubicadas en el régimen de zona franca las cuales reportan un sostenido dinamismo, liderado por las firmas especializadas en la fabricación de dispositivos médicos y dentales.
Así se detalla en el más reciente informe sobre la Evolución del producto interno bruto (PIB) real y balanza de pagos, al primer trimestre de este año, elaborado por el Banco Central de Costa Rica (BCCR).
El reporte detalla que las compañías del régimen definitivo, es decir las que pagan el impuesto sobre la renta, su producción tuvo una variación interanual del -2,4% en los primeros tres meses del año, comparado con el mismo periodo del 2018.
Entre tanto, las empresas de zona franca, en su mayoría extranjeras, su actividad registró un incremento interanual del 12,2% en el primer trimestre.
Ningún otro sector de la economía costarricense tuvo un incremento tan significativo, según los datos del BCCR.
El comportamiento de la industria manufacturera es relevante porque representa casi el 12% del aporte del PIB del país y brinda empleo directo a 250.000 personas.
FUENTE: BCCR. || w. s. / LA NACIÓN.
Empresas locales
La caída de la producción de la industria local estuvo asociada a la menor demanda interna debido a la baja en el consumo de las familias y las empresas, destaca el BCCR.
También incluyó la situación de inestabilidad política en Nicaragua, dado que el vecino país es uno de los principales destinos para exportaciones de bienes industriales de empresas ticas y de paso terrestre de bienes dirigidos al resto de países de centroamérica.
Pedro Morales, asesor económico y de política de la Cámara de Industrias de Costa Rica, destacó que la manufactura local también enfrenta graves problemas de pérdida de competitividad por los altos costos de producción.
Morales mencionó factores como precio de la electricidad, gastos adicionales en seguridad y alza en el precio de insumos.
“Para el sector industrial, principalmente las medianas y pequeñas empresas, cada vez es más difícil invertir en procesos de innovación y de producción porque el país tiene problemas estructurales que no logra corregir”, destacó Morales.
Los sectores más golpeados en el régimen definitivo son el textil con una caída de su actividad de 12,23% en abril anterior, frente a un incremento del 8,11% en el mismo periodo del 2018, según el índice mensual de actividad manufacturera del BCCR.
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En el mismo periodo también retrocedió la industria de fabricación de productos metálicos en -12,67% y la de fabricación de productos químicos con una contracción de -2,25%, según muestran los datos del Banco Central.
Morales destacó que hubo eventos específicos los cuales afectaron a empresas de fabricación de productos plásticos y de cartón. Por ejemplo, la menor demanda de bolsas de plásticas en las plantaciones bananeras por los efectos en baja producción atribuido a dificultades climáticas; y la decisión de las principales cadenas de supermercados de reducir el uso de bolsas plásticas.
El único sector del régimen definitivo cuya actividad comenzó a acelerarse fue el alimenticio, pues creció 3,30% en abril anterior, comparado con el mismo periodo del 2018, se detalla en la información del ente emisor.
Mario Montero, director ejecutivo de la Cámara Costarricense de la Industria Alimentaria (Cacia), señaló que el sector se recupera de manera paulatina, luego de una caída a finales del 2018 por el conflicto social nicaragüense.
Nicaragua es uno de los principales destinos en Centroamérica de exportaciones para las empresas de esta industria.
Montero añadió que, en el caso costarricense, aún hay una ambiente de incertidumbre en el rumbo del país, pues no sienten claridad en temas como competitividad y clima de negocio frena las inversiones.
“Cuando hay varios meses de desaceleración y la luz no se ve al final del túnel, es cuando los temas de competitividad dicen definitivamente que te estás hundiendo como país”, recalcó.
El vocero de Cacia destacó que el desempleo, junto con el incremento de la informalidad, generan un círculo vicioso de salarios bajos, ingresos deprimidos y niveles de consumo bajo.
“La criminalidad en nuestro sector se ha incrementado, en temas como robos y asaltos de contenedores cuando es comercio internacional; y de camiones en el mercado interno”, enfatizó Montero.
Sector dinámico
Contraria a la dirección de las empresas locales, están las afirmas ubicadas en el régimen especial de zona franca.
Las industrias de este sector son encabezadas por las empresas de fabricación de instrumentos médicos y dentales, las cuales reportaron un crecimiento del 13,30% de su producción en abril anterior, frente al mismo mes del 2018, según el BCCR.
La evolución de este sector es muy relevante en la estructura de exportaciones de bienes de Costa Rica.
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En los primeros cinco meses del 2019, de los casi $5.000 millones de ventas al exterior las empresas de dispositivos médicos aportaron $1.500 millones, es decir el 30%, muestran los datos estadísticos de la Promotora del Comercio Exterior (Procomer).
“Al cierre del 2018 el país era sede de más de 72 empresas multinacionales de este sector, las cuales generaron un total acumulado de 26.400 puestos de trabajo de calidad”, destacó Karin Lachner, Directora de Mercadeo y Comunicación de la Coalición Costarricense de Iniciativas de Desarrollo (Cinde).
Las estimaciones de Cinde proyectan que este sector, en el 2020, podría alcanzar ventas por $5.000 millones dicho año. El país exportó en bienes $12.000 millones en el 2018, según datos de Procomer.
Lachner sostuvo que la calidad del talento humano y la capacidad de reconvertir la mano de obra de este sector han favorecido su crecimiento.
Cinde estima que al menos 10.000 mujeres, quienes laboraban antes el sector textil, trabajan en empresas de dispositivos médicos.
Crece morosidad en sector manufacturero
La contracción en la producción de las empresas manufactureras locales, reportado en el último año, también provocó un incremento en la morosidad de este sector.
A mayo pasado, el indicador de mora de esta industria se ubicó en 2,15%, frente al 1,83% en el mismo periodo del 2018, muestran los datos de la Superintendencia General de Entidades Financieras (Sugef).
El dinero prestado por las instituciones financieras del país a las compañías industriales reportó un saldo de ¢753.155 millones, de los cuales ¢16.216 millones estaban con atraso en el pago de más de 90 días o cobro judicial, se detalla en la información de la Superintendencia.
El indicador general de morosidad del sistema aún está en normalidad, dado que está por debajo del 3%.
Pedro Morales, asesor económico y de política de la Cámara de Industrias, comentó que no es extraño el incremento en la mora de algunas empresas, pues la actividad económica del sector decayó durante el último año.
Sin embargo, cuando se desglosa por tipo de entidad financiera hubo un deterioro en la cartera de crédito a la manufactura en los bancos privados y las financieras.
La morosidad en la banca privada fue del 2,01% de la cartera en mayo pasado, pero en el mismo mes del 2018 era del 0,46%.
Las entidades privadas tienen un peso relevante en el sector manufacturero, pues significan el 42% del total de dinero prestado a las empresas de esta industria.
En el caso de las financieras, la morosidad de las compañías industriales se ubicó en el 4,36%, en mayo anterior, frente al 1,07% en el mismo periodo del 2018.
El peso relativo de las financieras es de menos del 1% del total de recursos prestados por el sistema financiero costarricense.
En el caso de la banca pública, la morosidad reportada a mayo pasado fue del 2,23%.
Sin embargo, los datos de la Superintendencia muestran que los recursos prestados por el Banco Nacional, el Banco de Costa Rica y el Banco Popular se redujo durante este año.
A mayo anterior, estas tres instituciones reportaron un saldo de ¢429.594 millones prestados a empresas manufactureras; mientras que, en el mismo mes del 2018, el monto fue de ¢446.205 millones, es decir una reducción del 3,7%.