Desde diciembre pasado, el Banco Central comenzó a ajustar al alza su tasa de política monetaria para evitar que el incremento en la inflación se mantenga en el futuro, lo cual se veía con buenos ojos ante la coyuntura del momento. Sin embargo, a medida que avanzan los aumentos, también lo hacen los cuestionamientos, aunque hay quienes apoyan la medicina aplicada por la autoridad monetaria.
El último ajuste fue el del 14 de setiembre, cuando la Junta Directiva del Banco Central de Costa Rica (BCCR) acordó, por unanimidad, elevar por sétima vez consecutiva desde diciembre del 2021, el indicador. Esta vez, pasó de 7,50% a 8,50% y con esto acumula un incremento de 7,75 puntos porcentuales desde diciembre anterior.
El incremento en la tasa de política monetaria tiene impacto en el resto de tasas de interés del sistema financiero, por lo que encarece los créditos y frena el consumo, con la cual baja la presión sobre los precios, que es el objetivo.
No obstante, el alza en dicha tasa también encarece los nuevos proyectos de inversión que podrían generar empleo en un momento en el cual Costa Rica mantiene todavía una tasa alta de desempleo (11,8% en el trimestre que terminó en julio del 2022).
El Banco Central reconoce, en el comunicado de prensa donde anunció su último ajuste, estos otros efectos negativos, aunque considera que la dosis extra de medicina amarga es necesaria.
“El Banco Central es consciente del efecto que los incrementos en la TPM (tasa de política monetaria) tienen sobre las tasas de interés del sistema financiero y, consecuentemente, de las implicaciones que en el corto plazo generan sobre la demanda de crédito, el ingreso disponible y la actividad económica”, indicó la entidad.
“Por ello busca la convergencia de la inflación a niveles bajos y al menor costo posible en términos de crecimiento económico, para lo cual es necesario actuar con prudencia, pero con firmeza, en reducir la persistencia de los altos niveles de inflación”, añadió en el documento.
El índice de precios al consumidor, utilizado para medir la inflación, alcanzó 12,13% en agosto pasado, el cual, según el Banco Central, será el punto máximo alcanzado. Sus modelos proyectan que este indicador retornaría al rango de tolerancia (entre 2% y 4%) alrededor de la meta hacia mediados del 2024.
¿Será la dosis excesiva?
Los economistas Luis Liberman, exbanquero, exvicepresidente de la República y socio de Consultores Económicos y Financieros (Cefsa); Norberto Zúñiga, socio de la firma Ecoanálisis y de la Academia de Centroamérica, y Juan Robalino, director del Instituto de Investigaciones en Ciencias Económicas de la Universidad de Costa Rica, manifestaron algunas razones por las cuales consideran que la dosis para afrontar la alta inflación podría estar siendo excesiva.
Un primer argumento de Liberman es que el Banco Central se había quedado un poco rezagado en hacer los ajustes en la tasa y el premio por ahorrar en colones (la ganancia respecto a ahorrar en dólares), era negativo y esto estaba incentivando el paso de ahorros a dólares.
“Hoy en día el premio por ahorrar en colones es importante, es casi 2,5%, y entonces ese problema ya deja de existir”, indicó Liberman, quien agregó que la inflación que sufre el país es, principalmente, importada, aunque también hay razones climáticas; pero la política monetaria no ayuda gran cosa en estos dos temas.
“Me parece que tal vez este último aumento fue mayor de lo que yo hubiera pensado, y tal vez hasta innecesario”, expresó Liberman al ser consultado por La Nación.
Además, los precios de las materias primas están bajando; también el dólar, y las expectativas de devaluación en los próximos 12 meses son bajas (en agosto el promedio fue 2,7% para los próximos 12 meses), todo lo cual ayuda a reducir los precios internos. Sí advirtió que hay un tema impredecible, que es la guerra en Ucrania.
“Con estas expectativas de devaluación, con el premio por invertir en colones a los niveles que está, yo honestamente me hubiera esperado un poco más, para tomar alguna medida. A mí en lo particular, esos cambios de un punto porcentual, me parece que son muy bruscos, me ha gustado más cuando el Banco Central actúa de poquito en poquito como lo va necesitando. Un 1% es un golpe bastante fuerte”, dijo Liberman.
Norberto Zúñiga, por su parte, citó una serie de indicadores de precios que muestran que la inflación ya empezó a desacelerarse y por lo tanto no había necesidad de incrementar aún más la tasa de política monetaria.
Citó, por ejemplo, que el índice de precios al consumidor creció 0,86% en agosto, el más bajo desde febrero pasado. La inflación subyacente (la cual refleja la tendencia a mediano plazo) se incrementó en agosto solo 0,25%, la más baja en el último año. El índice de precios al productor de manufactura (que refleja los costos para las empresas) disminuyó 0,69% en agosto y el índice de precios internacionales de materias primas importadas también se redujo en julio y en agosto.
“Como la política monetaria es prospectiva, si el Banco Central utilizara todos los indicadores mencionados y que también publica, quizás no habría incrementado nuevamente la TPM, lo cual podría afectar la actividad económica, el empleo y, eventualmente, hasta al sistema financiero”, dijo Zúñiga.
Por su parte, Juan Robalino explicó que los precios de los combustibles, que han tenido un papel importante en el alto nivel de inflación, ya vienen bajando como consecuencia de la reducción en el precio internacional del petróleo, y se observó una disminución en la primera semana de setiembre, y se anunciaron más.
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“Entiendo que el Banco Central tiene como objetivo principal alcanzar su meta lo más pronto posible, pero creo que en ese camino, y a como están las cosas, se podría balancear los efectos que esta medida va a tener sobre la producción y el empleo”, consideró Robalino.
Por su parte, José Luis Arce, director de FCS Capital, aseveró que si bien hay alivios en precios internacionales de materias primas, las expectativas inflacionarias locales siguen aumentando y a pesar de que se estime una inflación más baja en adelante, como lo indican también sus modelos, es un riesgo muy grande el que las expectativas a 12 y 24 meses siguieran aumentando en agosto.
“Hay que evitar caer en la argumentación maniquea de que el Banco Central está eligiendo entre inflación y crecimiento. Eso es falso. La inflación es un riesgo muy elevado y desgraciadamente el efecto secundario de combatirla es la desaceleración, no hay otra forma”, opinó Arce.
Este economista recordó que el Banco Central tiene instrumentos para tratar de conjurar la presión inflacionaria, mitigando el costo en crecimiento. “No son perfectos, pero los tiene”, destacó Arce.
La próxima reunión de política monetaria fijada en el calendario del Banco Central está para el 26 de octubre del 2022.