La crisis sanitaria por el nuevo coronavirus dejó al descubierto la fragilidad del flujo comercial interno en América Central, una región altamente dependiente del transporte terrestre y que está expuesta a conflictos o intereses políticos que ponen en jaque al sector productivo.
Este es un importante mercado que movió $9.730 millones por concepto de exportaciones entre los países que integran el Istmo, y $10.086 millones por importaciones, según datos al 2018, los más recientes que consolida el sistema de estadísticas de la Secretaría de Integración Económica Centroamericana (Sieca).
El comercio intrarregional enfrentó una nueva y aguda crisis luego de que el Ministerio de Salud implementara protocolos sanitarios a los transportistas de carga para contener la propagación del covid-19. Una medida sanitaria que cobra relevancia luego de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) anunciara que Nicaragua se encuentra en fase de contagio cuatro, es decir, que existe transmisión comunitaria.
Las autoridades del Istmo leyeron las disposiciones del Ministerio de Salud como una medida restrictiva por lo que el comercio transfronterizo se paralizó desde el pasado 18 de mayo, luego de que Nicaragua decretó el cierre de aduanas.
“A la crisis sanitaria se ha sumado una crisis comercial y por la forma unilateral de hacer las cosas, Costa Rica la convirtió en una crisis política. Esto ha sido exacerbado por la falta de balance en nuestro gobierno entre la toma de políticas sanitarias y políticas de comercio exterior. Esta grave situación no parece encontrar solución en el corto plazo”, afirmó Ronald Saborío, especialista en comercio multilateral y profesor de Lead University.
Sin embargo, en reiteradas ocasiones Dyalá Jiménez, ministra de Comercio Exterior manifestó que la intención no es paralizar la actividad comercial sino implementar un plan piloto que permita convivir con el virus y continuar de forma segura con el flujo de mercancías.
Desde el 27 de mayo el gobierno de Honduras también aplicó medidas de reciprocidad y no permitió ni el registro ni el inicio de las Declaraciones Únicas Centroamericanas de Tránsito (DUCA-T) de los transportistas nacionales. Panamá también aplicó una acción similar y ahora regula el ingreso de chóferes ticos de transporte de carga.
No fue sino hasta el pasado sábado 30 de mayo que los ministros de Comercio y Economía de Centroamérica y cámaras de transportistas del Istmo firmaron un acuerdo para el restablecimiento del tránsito de carga por los puestos aduaneros de Tablillas y Peñas Blancas, fronterizos con Nicaragua.
La crisis sanitaria por el covid-19 dejó en evidencia el poder que ejercen los transportistas y la dependencia que existe hacia el transporte terrestre. Cerca del 90% del valor de las exportaciones costarricenses hacia la región se movilizaron por esta vía, por citar un ejemplo.
“El transporte centroamericano ha tendido a concentrarse mucho y los países son complacientes con los transportistas. Como la logística y la estructura regional es tan débil cuando bloquean es fácil manipular a favor de los grupos de presión”, considera Alexánder Mora, exministro de Comercio Exterior de Costa Rica.
Los transportistas de Nicaragua bloquearon desde el 27 de mayo los pasos fronterizos con Costa Rica para exigir el levantamiento de las restricciones sanitarias. El objetivo era presionar a los gobiernos para que resuelvan esta situación, según comentó a AFP Marvin Altamirano, presidente de la Asociación de Transportistas de Nicaragua (ATC).
La paralización del comercio intrarregional pone en jaque al sector productivo costarricense, sobre todo a las pymes y empresas del sector agroalimentario que son altamente dependientes de las mercancías que se comercializan por la zona.
Muchas cadenas de abastecimiento, como los materiales de embalaje, dependen de insumos que se adquieren en el mercado centroamericano. En caso de romperse los canales de distribución se podrían producir consecuencias “catastróficas” para los sectores involucrados, considera Saborío, quien es especialista en comercio multilateral.
Mercado con amplias dificultades
El mercado centroamericano es de gran importancia para Costa Rica. Durante el 2019, las exportaciones de Costa Rica hacia este destino dejaron $2.445 millones de divisas al país y en materia de importaciones se transaron $1.105 millones, según datos de la Promotora de Comercio Exterior (Procomer).
Sin embargo, la volatilidad de la zona deja una cara factura a la economía costarricense.
En el 2018, el estallido político y social en Nicaragua puso en jaque las ventas en el mercado centroamericano y el conflicto redujo el crecimiento del producto interno bruto (PIB) de Costa Rica en 0,2 puntos porcentuales, según señaló el Banco Central en el programa macroeconómico 2019-2020.
Ante los embates que recibe Costa Rica producto de la inestabilidad de la región e incluso por la débil estructura de comercio exterior de los otros países centroamericanos, Alexánder Mora, exministro de Comercio Exterior, considera que las empresas deberían de diversificar sus destinos de exportación.
“Hay que hacer un mayor esfuerzo por ‘descentroamericanizarse’ por la inestabilidad de los socios que tenemos, eso le agrega muchísima incertidumbre a los agentes económicos que tienen una vinculación importante y sostenida con Centroamérica. Lo ideal sería vender los excedentes en Centroamérica pero no vender mi producto base por la incertidumbre sobre las estrategias económicas”, apuntó Mora.
Modificar la estrategia comercial de las pymes y las empresas que dependen de este mercado no será una tarea fácil. De momento, las autoridades del Istmo cuentan con diferentes canales para buscar una solución en conjunto que ayude a reactivar de manera urgente la economía centroamericana.
“Centroamérica tiene los canales de comunicación y de coordinación de políticas, como es la coordinación entre ministros responsables del Comercio Exterior, Comieco. Las reglas y las soluciones están al alcance. Ha faltado voluntad política y sobrado la voluntad de imponer medidas restrictivas del comercio”, agregó Saborío.
El PIB centroamericano podría sufrir una contracción hasta del 4% este año a raíz de la pandemia, según apunta el Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales (Icefi).