El nuevo ministro británico de Finanzas, Jeremy Hunt, admitió los errores del gobierno y advirtió que tomaría decisiones muy difíciles ante la crisis que atraviesa el país, un cambio de rumbo que podría no ser suficiente para que la primera ministra Liz Truss logre salvar su puesto.
Hunt, cercano a Rishi Sunak –adversario de Truss en la campaña para acceder a Downing Street–, debe hacerse cargo del presupuesto anunciado el 23 de septiembre por su predecesor y muy mal recibido por los mercados, buena parte del Partido Conservador y la población.
“Lo que puedo hacer es mostrar que podemos financiar nuestros proyectos sobre los impuestos y los gastos y eso va a requerir decisiones muy difíciles”, advirtió Hunt, que parece dispuesto a abandonar numerosas promesas de campaña de la primera ministra.
Hunt anunció que algunos impuestos no serán recortados tan rápido como la gente querría, incluso algunos aumentarán.
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La líder conservadora, en el poder desde hace poco más de un mes, aceptó finalmente incrementar el impuesto de sociedades, una medida del gobierno anterior que estaba decidida a suprimir.
Hace dos semanas, ya había tenido que renunciar a una reducción de impuestos para los hogares más ricos frente al malestar suscitado por esta medida, incluso entre miembros de su bancada.
Falta de confianza
El nombramiento de Hunt debe tranquilizar tanto a los mercados como al Partido Conservador.
Una de sus primeras acciones como nuevo ministro fue entrevistarse con Andrew Bailey, el gobernador del Banco de Inglaterra, que tuvo que actuar con urgencia para calmar los mercados después de la presentación del plan económico.
Hunt aparece ahora como el hombre fuerte del gobierno, según los medios británicos, mientras que Truss se debilita considerablemente debido a sus cambios de posición. Tampoco convenció en su conferencia de prensa del viernes 14 de octubre.
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Para el Financial Times, Truss sacrificó a Kwasi Kwarteng en una apuesta para salvar su cabeza en Downing Street. “Lo único que une al partido conservador es la falta de confianza en Truss”, destacó el diario.
La primera ministra eludió las preguntas sobre su destino personal, insistiendo en que seguía “absolutamente decidida” a desplegar su política de apoyo al crecimiento.
“Me siento engañado, totalmente engañado”, estimó en la BBC el diputado conservador Christopher Chope, estimando que la dirigente había aparecido “en total oposición a todo lo que había apoyado en su elección”.
Pero en el Partido Conservador planea el fantasma de una terrible derrota si convocan elecciones generales, ya que la oposición laborista lidera las encuestas.
Keir Starmer, líder de los laboristas, fustigó el caos grotesco generado por el gobierno conservador. “Todas las dificultades que enfrenta hoy nuestro país son su responsabilidad”, insistió.