El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, es solo una de las voces que piden desconectar a Rusia del sistema de interconexión internacional bancaria Swift, como respuesta ante la invasión al territorio de su país. La medida tendría serias repercusiones para una la potencia euroasiática, que no mengua en su asedio militar a pasar de las sanciones impuestas por Occidente hasta el momento.
Swift es un sistema clave para las finanzas internacionales, el cual conecta a más de 11.000 entidades financieras a lo largo de todo el mundo. Por eso, diversos líderes políticos y analistas la consideran como un “arma nuclear” para Vladimir Putin y sus intenciones bélicas.
No obstante, algunas potencias de Occidente (principalmente en Europa) temen por los efectos adversos que podría significar una desconexión general. Se trata de una medida que impactaría en el mercado de las materias primas y la distribución energética, así como el sistema financiero y en la misma coyuntura política del conflicto.
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Estados Unidos y la Unión Europea (UE) anunciaron nuevas sanciones financieras a Rusia, este 25 de febrero, tras la escalada de la invasión rusa en Ucrania. Pero ninguna de ellas incluyó un veto de Rusia del Swift, como pedía el gobierno ucraniano.
Las discusiones sobre un bloqueo general no son sencillas y el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, explicó entonces el estado de la situación en pocas palabras. “Siempre es una opción, pero por ahora no es una decisión que los países europeos quieran tomar”, afirmó ante la consulta de The Wall Street Journal.
Este 26 de febrero, sin embargo, Estados Unidos, los países de la Unión Europea (UE), Reino Unido y Canadá se comprometieron a empezar con un proceso de desconexión parcial, el cual se aplicaría a “determinados bancos”, según redactaron en un pronunciamiento conjunto.
“Nos comprometemos a que se expulse a determinados bancos rusos del sistema SWIFT. Esto asegurará que estas entidades estén desconectadas del sistema financiero internacional y dañará su capacidad de operar globalmente”, apuntaron.
¿Por qué sacar a Rusia sería un golpe?
Diversos analistas sostienen que sacar a las entidades financieras rusas del Swift sería un golpe definitivo para la economía la potencia euroasiática y, por ende, para el impulso bélico de Putin. El primer ministro británico, Boris Johnson, incluso dijo lamentar no poder hacerlo por cuenta propia.
Según publicó el diario español El País, proyecciones de Rusia en 2014 –cuando también se barajó la medida en su contra por la invasión a Crimea– detallaron que una eventual exclusión total del Swift en aquel momento habría implicado una caída del 5% de la producción de la potencia euroasiática.
Una caída de esta magnitud se entendería por una baja capacidad para mantener el comercio internacional (incluidas las ventas de petróleo y otras materias primas); así como por una eventual fuga de capitales.
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La exclusión del Swift se aplicó antes a Irán, tras las violaciones a los acuerdos nucleares, en 2012, y esto provocó que perdiera casi la mitad de sus ingresos de exportación petrolera y hasta un 30% de sus ingresos de exportación, publicó recientemente CNN Business. Sin embargo, el tamaño de esa economía es muy inferior al de Rusia: una potencia mundial mucho más conectada con el resto del planeta.
Según el sitio web de la asociación nacional rusa Rosswift, la potencia euroasiática es el segundo país en número de usuarios del sistema, con unos 300 bancos e instituciones.
Una medida de este tipo sería extremadamente “punitiva” para la población rusa, según el especialista en mercados internacionales, Douglas Montero. “Se afectaría muchísimo a la población rusa, incluso tomando en cuenta que alguna de ella puede estar disconforme con lo que está ocurriendo y con la invasión... cómo podrían recibir plata o cómo la enviarían si los sacan del sistema”, se cuestionó.
¿Cuál es la situación actual?
La idea de excluir totalmente a Rusia del sistema Swift sigue sobre la mesa, pero no se ha aplicado por el momento. Las autoridades internacionales han enfatizado un castigo de este tipo solo se podría tomar si existe un consenso completo para ello.
Las reservas se mantienen, según comentó este 26 de febrero el ministro de Finanzas francés Le Maire. Sin embargo, el discurso de negativa en contra del bloqueo parece ceder lentamente y países como Alemania ahora mencionan posibles bloqueos “focalizados y funcionales”.
“Estamos trabajando en la manera de limitar los daños colaterales de una exclusión del sistema Swift, a fin de que afecte a las personas que corresponda”, redactaron los ministros alemanes de Relaciones Exteriores y de Economía, Annalena Baerbock y Robert Habeck, en un comunicado conjunto, difundido por la agencia AFP.
Esta posición favorable de Alemania para algún bloqueo, aunque sea parcial, ha sido una sorpresa. La nación germana es una de las más dependientes del gas ruso.
La flexibilización en el discurso parece abrir las puertas para una primera implementación de castigos en esta vía. Precisamente el propio gobierno alemán anunció, este 26 de febrero por la tarde, un acuerdo entre Estados Unidos, los países de la Unión Europea (UE) y Reino Unido para empezar a desconectar a “varios bancos” rusos aunque no ha trascendido cuáles.
¿Por qué no se ha retirado completamente a Rusia del Swift?
“Swift es una de las opciones”, pero “es la última opción”, dijo el ministro de Economía francés, Bruno Le Maire, el pasado 23 de febrero.
Esas palabras describen muy bien la cautela con la que se analiza una eventual medida de este tipo. Sacar a Rusia de Swift podría implicar serias repercusiones en el suministro de energía y de materias primas, en el sistema financiero internacional y en el propio recrudecimiento de tensiones con el Kremlin.
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En materia energética y de materias primas, países europeos temen que un eventual bloqueo del Swift para agentes rusos paralice el suministro de gas que ofrece ese país a la región comunitaria (más del 45% del que recibe). Este es un factor de peso, al tratarse de un combustible del que dependen cientos de industrias y la calefacción de millones de hogares en Europa.
Una paralización del suministro podría ocurrir no solo por represalia de Rusia. Incluso podría explicarse por la misma incapacidad operativa para realizar los pagos.
El mercado del gas es especialmente importante para Europa, pero no es el único que podría verse afectado. La potencia comandada por Putin es un gran productor de materias primas y, según datos de JP Morgan publicados por Bloomberg, también provee un 45,6% de la producción mundial de paladio, un 15,1% del platino y un 9,2% del oro. Asimismo, suministra un 8,4% del petróleo, un 5,3% del níquel, un 5% del trigo y un 4,2% del aluminio, entre otros productos básicos cuyas exportaciones podrían quedar en el limbo.
Frenar estos mercados no solo implicaría desabasto para algunas regiones de Europa y el resto del mundo. También se traduciría en presiones inflacionarias todavía mayores para una economía mundial que ya enfrentaba problemas de escasez en muchas industrias y que todavía no se terminaba de reponer de la pandemia de covid-19 y sus shocks de oferta y demanda.
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En cuanto al campo financiero, también existen preocupaciones de peso. Una de ellas es la posibilidad de que algunas entidades financieras del resto de Europa corran distintos niveles de riesgo por su exposición a capitales rusos. Algunos créditos no se podrían pagar oportunamente sin el sistema de comunicación.
También preocupa que una expulsión de Rusia del Swift finalmente fortalezca otros sistemas de interconexión financiera en el mundo, como el de China; de modo que Swift pierda su ventaja estratégica global para Occidente.