Siete playas en la región del Pacífico y una en Limón ofrecen ya infraestructura de diferente tipo para permitir el acceso de todas las personas con comodidad, en un programa que avanza poco a poco.
Playa Hermosa en Guanacaste, Sámara, Caldera, Jacó, Manuel Antonio y el complejo Dominical/Hermosa en el sur del país, presentan avances en este campo en el litoral del Pacífico, mientras que Cahuita también en la zona del Caribe.
Las playas con ese avance tienen infraestructura como pasarelas retráctiles y sillas anfibias, construidas con material plástico de reciclaje, mediante las cuales se facilita el acceso a la playa y al mar, con el afán de ser un sitio inclusivo. El avance va a diferente ritmo en cada sitio.
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En Playa Hermosa, en Guanacaste, por ejemplo, se logró instalar el primer cambiador inclusivo de Latinoamérica. Se trata de un contenedor con un baño, grúa de transferencia en el techo y cama adecuados para cualquier persona, no importa su condición, donde puede hacer sus necesidades de manera confortable.
En Jacó, en el sector de Madrigales, hay salvavidas y una persona de planilla de la Municipalidad de Garabito, dando asistencia a las personas que lo requieren, aparte de la infraestructura.
Este cambio es impulsado por la Red Costarricense de Turismo Accesible, una Organización No Gubernamental (ONG) que certifica los avances y encuentra entidades públicas o privadas que se responsabilizan del mantenimiento y conservación de las obras en cada lugar.
El plan recibe el apoyo del Instituto Costarricense de Turismo (ICT) en algunos aspectos como la promoción y divulgación, aunque no existe una certificación oficial al respecto.
La iniciativa pretende concientizar no solo en playas, sino también en otros servicios turísticos. Así se pretende que cada vez más comunidades y empresas ofrezcan un tour en canopy adaptado para usuarios de silla de ruedas, un bosque lluvioso adecuado a personas con discapacidad o surfear y atrapar olas sin que la movilidad reducida sea impedimento.
Registro de playas
De las siete playas donde se han realizado obras, cuatro están bajo la vigilancia y coordinación de la red, mientras las otras tres (Manuel Antonio, Caldera y Cahuita) fueron diseñadas de manera independiente por municipalidades u otras iniciativas, explicó Stephanie Sheehy, presidenta de la ONG Red Costarricense de Turismo Accesible.
Alberto López, gerente del ICT, explicó que entre las ventajas de una playa accesible se cuentan la oportunidad para ser utilizada por toda persona en igualdad de condiciones, que se promueve reactivación, que los visitantes se concentran en esos lugares dado la poca oferta y esto genera altos impactos en esas comunidades.
Además, agregó López, ese tipo de viajeros siempre se hacen acompañar por familiares o personas, quienes las cuidan y ayudan, lo que impacta aún más las economías locales.
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Según Sheely, el turismo inclusivo mueve solo en Europa alrededor de 356 billones de euros al año. Esto indica, dijo, la gran oportunidad de mercado existente, pero la estrategia en Costa Rica va calando poco a poco.
Agregó que, por ejemplo, algunos hoteleros consideraban, hace unos tres años, que invertir en tener en su complejo unas habitaciones inclusivas o accesibles era innecesario. Actualmente, muchos de ellos ya están viendo la oportunidad de negocio.
Sheely advirtió que para el caso de los sitios públicos, como las playas, no se trata solo de hacer las pasarelas, poner al servicio las sillas anfibias o abrir centros de atención especializados y dejarlos ahí.
Las obras, señaló, necesitan mantenimiento y, por eso, la Red busca un “padrino” en cada caso con ese fin, como el hotel Playa Hermosa Bosque del Mar, en el sitio de ese nombre en Guanacaste, o las municipalidades de Garabito y de Osa.
La presidenta de la red también estima fundamental la capacitación de las comunidades en este campo, lo cual incluye desde la definición de una persona con discapacidad, pasando por las formas de atención y hasta el uso correcto de las obras de infraestructura.