El impuesto a las transacciones financieras es uno de los puntos que incluirá la propuesta de Costa Rica al Fondo Monetario Internacional (FMI).
El ministro de Hacienda, Elian Villegas, explicó que el planteamiento incluye todas las transacciones financieras, excepto las que realice el Gobierno.
Por lo tanto incluye cualquier traslado de dinero de una persona a otra. Por ejemplo, cuando le pagan el salario, cuando hace compras en un supermercado, cuando paga impuestos, cuando retira dinero de un cajero o cuando hace una transferencia bancaria.
Algunos países que lo aplican exoneran transacciones, como detalla el Banco Mundial en el documento Represión Financiera y el Costo del Financiamiento en Colombia, suministrado por la empresa Deloitte. En el caso de la propuesta no incluye excepciones, solo los pagos que hace el Estado.
El tributo sería de 0,3% en los dos primeros años, lo que equivale a ¢3.000 por cada ¢1millón. Durante los dos años siguientes, la tasa bajaría a 0,2% (¢2.000 por cada ¢1millón).
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Las autoridades locales explicaron que parte de la recaudación del tributo iría a compensar la baja en ingresos que generaría la reducción de las cargas sociales a las empresas para combatir la informalidad y el resto al Gobierno para cambiar la trayectoria ascendente de la deuda pública.
“Es muy importante señalar que durante los primeros dos años de vigencia del tributo al 0,3% la tercera parte de lo recaudado se destinaría íntegramente al subsidio de cargas sociales para fomentar el empleo, mientras que, en los dos años restantes, el 50% se estaría destinando para ese fin”, se indica en la propuesta para negociar con el FMI.
Su origen y aplicación
Este tipo de impuesto fue propuesto originalmente para mercados cambiarios por el economista estadounidense James Tobin, en 1971, por eso se le conoce también como la tasa Tobin.
La idea original era aplicar un pequeño impuesto en cada cambio de una moneda en otra, para frenar la inestabilidad en los mercados cambiarios porque genera inestabilidad en otros mercados.
“La experiencia internacional con el uso de los impuestos a las transacciones financieras es extensa tanto en países industrializados como en países en vías de desarrollo. A pesar de que su impacto distorsivo ha sido ampliamente documentado los impuestos a la intermediación financiera han sido utilizados frecuentemente”, indica el documento del Banco Mundial.
“En el mundo desarrollado, el impuesto se ha concentrado, fundamentalmente, en gravar algunas transacciones financieras específicas. En el mundo en desarrollo, en particular en América Latina, se han implementado impuestos con una base gravable más amplia. La modalidad más empleada es la de los tributos a todos los débitos bancarios, lo cual en la práctica los convierte en una mezcla de impuestos a las transacciones financieras y un impuesto a las ventas”, añade el texto.
Adrián Torrealba, socio de impuestos de Facio & Cañas y exdirector general de Tributación, explicó que el tributo se ha planteado generalmente como un impuesto temporal y de destino específico, aunque ha habido prórrogas.
Según la presentación La Experiencia del Impuesto a las Transacciones Financieras en América Latina: Temas y Lecciones que tiene en su sitio web la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) y el documento suministrado por Deloitte: Hechos Estilizados de los Impuestos sobre las Transacciones Financieras en América Latina 1990-2012, del Centro Interamericano de Administraciones Tributarias, hasta el 2012, el tributo se había aplicado en ocho países de la región: Argentina, Brasil, Colombia, Venezuela, Ecuador, Perú, México y Bolivia.
En casi todos ellos se ha aplicado en medio de emergencias fiscales.
Ventajas
Como impuesto, tiene características positivas: tiene una base muy amplia, es muy bajo el costo de recaudación y es difícil de evadir.
Villegas explicó que el impuesto tiene un gran poder recaudatorio. Detalló que generaría un monto equivalente a lo daría subir el impuesto al valor agregado (IVA) del 13% al 20%. Enfatizó que la propuesta no modifica el IVA.
De esta forma, citó Villegas como ejemplo, si se pagan ¢300.000 el impuesto a las transacciones financieras sería de ¢900, pero si el IVA se subiera del 13% al 20% se pagarían ¢21.000 adicionales.
El documento de la propuesta señala que, empleando las estimaciones sobre la base impositiva y considerando que, debido a la desaceleración económica y la reducción en transacciones, se calcula que un rendimiento apropiado para este tributo sería de 1% del PIB por cada 0,1% de impuesto.
“La aplicación de este impuesto es una fuente de ingresos inmediata y continua para el Gobierno, ya que los tributos son recaudados a partir de transacciones en tiempo real, responsabilidad que recae sobre los bancos”, indicó Mario Gómez, asesor legal de la Asociación Bancaria Costarricense.
El economista José Luis Arce, director de FCS Capital, consideró que en el caso de Costa Rica si el impuesto incluye todas las transacciones, incluyendo las bursátiles, es posible que exista un efecto positivo reduciendo tanto la intermediación bursátil ineficiente como la excesiva concentración en el corto plazo, las transacciones innecesarias solo para obtener comisiones y, especialmente, el apalancamiento excesivo vía recompras.
Desventajas
Son varias las críticas que recibe el impuesto. En un comunicado de la Asociación Bancaria Costarricense, enviado este jueves 17 de setiembre, se menciona que desincentiva la bancarización, favorece el uso de efectivo y por ende, pone en riesgo la seguridad de los clientes.
Además, citó la ABC, con el tiempo las personas y empresas aprenden a eludir el pago del impuesto, genera fuga de capitales a cuentas en el extranjero (offshore), conduce a un crecimiento en el sector informal, lo que termina por perjudicar también a la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) y al Ministerio de Hacienda y, según como se plantee el impuesto, podría tener un impacto en cascada sobre los costos de producción y los precios al consumidor final.
El presidente del Banco Central, Rodrigo Cubero, reconoció que el impuesto puede generar desintermediación financiera cuando la mayor bancarización y la inclusión financiera son objetivos estratégicos del Banco Central.
Por ello, añadió, para evitar esos efectos es necesario hacer dos cosas: que la tasa sea baja y que sea temporal porque la evidencia indica que en el tiempo la gente empieza a salirse del sistema financiero, lo cual afecta a las mismas finanzas del Estado, porque pierden el rastro de las transacciones.
Gómez explicó que el impuesto, no importa su diseño, tiene un problema conceptual porque fue creado para otra cosa, que era evitar crisis cambiarias y que además se utiliza el tributo para eludir la discusión fundamental que es bajar el gasto.
Arce indicó, además, que pueden llegar a aumentar los costos de intermediación financiera (de captar y prestar) y por lo tanto deteriora el acceso al crédito porque los bancos trasladan a las tasas para préstamos el impuesto que deben pagar.
“Se ha criticado por su presión en los precios, por ser en cascada, y sobre la competitividad internacional por no poderse exonerar en frontera. Sin embargo, en Brasil no se concretizaron los escenarios catastróficos en la inflación”, indicó Torrealba en una presentación sobre el tributo que suministró a este diario.
El tributo puede llegar a ser regresivo, lo cual significa que puede afectar relativamente más a los que menos recursos tienen; es decir, quienes menos tienen pueden terminar pagando más del tributo respecto a su ingreso que los más adinerados.
Experiencia en América Latina
A pesar de sus críticas muchos países lo han utilizado.
Arce indicó que los resultados de la implementación de este tipo de impuestos en América Latina son mixtos.
“Generalmente son una fuente importante de recaudación al principio y son fáciles de administrar, por lo que se han usado en situaciones fiscales difíciles como el nuestro”, aseveró.
Añadió que la evidencia muestra algunos resultados no deseados como por ejemplo, que la recaudación tiende a erosionar muy rápido debido a que las personas y empresas se trasladan a mecanismo de pago en efectivo, cheques con varios endosos (en donde es posible legalmente) o incluso las empresas domicilian off shore sus cuentas.
"Por lo tanto, este impuesto suele terminar teniendo una base muy inestable y generalmente son derogados a los pocos años por inefectivos”, añadió el economista.
Además, pueden tener otros efectos reales y financieros, entre ellos, aumentar los costos de intermediación financiera y por tanto deteriorar el acceso al crédito (los bancos trasladan a las tasas activas – las de los préstamos−, el impuesto que deben pagar), afectando el crecimiento vía la desintermediación.
Nota del editor: esta información se modificó a las 6:00 p.m. luego de la conferencia que brindó más detalles sobre la propuesta.