Hernán Di Bello
Buenos Aires, 27 ago (EFE).- La argentina SIAM Di Tella, que llegó a ser la firma metal-mecánica más importante de América Latina y quedó reducida a una pequeña cooperativa, es un caso paradigmático del ocaso vivido por la industria local en las últimas décadas.
Así lo afirmaron a Efe los autores del libro "Las grandes empresas no mueren de pie", que a través de la historia de la compañía fundada en 1910 y que terminó de ser liquidada en 1994 analizan el inextricable proceso que vivió el país en ese período.
"SIAM Di Tella llegó a ser un grupo de 30 empresas con 15.000 empleados y hasta ahora sólo se había estudiado su etapa de esplendor, pero era importante explicar la crisis en la que ingresó en la década de los años 60 para entender un poco más el desempeño económico de Argentina", dijo el historiador Marcelo Rougier.
El coautor del libro, el ingeniero y economista Jorge Schvarzer, indicó a su vez que Torcuato Di Tella, un inmigrante italiano que llegó a este país en 1905 y creó la empresa cuando tenía 18 años, "quería ser el (Henry) Ford argentino y lo demostró".
Originalmente creada como una fábrica de máquinas amasadoras de pan, la firma llegó a producir 250 artículos distintos para la industria y el hogar, desde refrigeradores y televisores hasta automóviles, motocicletas y tubos de acero.
"El ingeniero Di Tella fue uno de esos capitanes de la industria necesarios para el desarrollo de un país exitoso. Mientras estuvo al frente, la empresa tuvo un crecimiento fenomenal, pero se murió joven (a los 58 años) y el relevo no estaba preparado ni tenía la misma vocación de crecimiento", opinó Schvarzer.
Según el investigador, "otra variable importante" para el desempeño de compañías como SIAM Di Tella "era que el Estado apoye" su desarrollo, cosa que ocurrió hasta los años 60, precisamente "cuando empezó a tener problemas".
"Las dos variables estaban, pero fracasaron y esto es un ejemplo de cómo vino el proceso industrial argentino", añadió.
La expansión acelerada que experimentó durante la década del 50 provocó que la compañía contrajese un enorme endeudamiento, a lo que se sumaron contextos macroeconómicos inestables, devaluaciones y fluctuaciones en las políticas estatales.
En 1974, el Estado argentino tomó el control definitivo de aquella firma cuya sigla respondía inicialmente a la Sección Industrial Amasadoras Mecánicas (SIAM) y la familia Di Tella se desvinculó del negocio.
Con la dictadura militar (1976-1983) comienza una etapa de "desindustrialización de Argentina" y se "intenta privatizar o directamente liquidar la empresa, pero grupos del mismo régimen se resisten mientras continúa un proceso de deterioro productivo" en SIAM Di Tella, manifestó Rougier.
Para su privatización, que culmina en 1985, la firma fue dividida en tres partes: la fábrica de bienes de consumo, la de bienes capital y la de caños para la industria petrolera y siderúrgica, que es la única que hoy muestra una notable capacidad operativa.
La planta de electromecánica cerró durante la década pasada y un pequeño grupo de trabajadores formó una cooperativa para mantener abierta la fábrica de refrigeradores, que hoy es una sombra de lo que fue la inaugurada 60 años atrás.
Schvarzer indicó que tras una serie de procesos que "conspiraron contra el sector industrial" en el país, "lo que quedó es muy eficiente pero reducido y hoy no hay una política clara de cómo se hace para expandirlo".
En cuanto a la recuperación que experimentó Argentina tras la estrepitosa crisis de 2002, el economista advirtió que "ahora el país crece al 9 por ciento anual y la industria al 7 por ciento, por lo que no arrastra al Producto Interno Bruto, lo acompaña".
"Uno de nuestros grandes problemas es que Argentina es el único país del mundo que cerró su banco de desarrollo cuando, por ejemplo, hoy el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social de Brasil tiene mayor dimensión que todo el sistema financiero argentino", remarcó. EFE
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(con fotografías)