Leo por ahí que la Singularity University, entre otras singularidades, tiene un director de impacto. No conozco la descripción del puesto. Déjenme imaginar. Supongo que ha de responder a cuestiones como estas: ¿Cuáles cambios produce la universidad en sus estudiantes? ¿Los esfuerzos de investigación crean valor? ¿Cómo se beneficia la comunidad de las actividades de la universidad? Y por comunidad entendería tanto a la más cercana a la institución como a la comunidad mundial.
Entre los cambios que se opera en los estudiantes, imagino que habrá que preguntarse no solo si han puesto en su memoria algo de lo que ahora está al alcance de los ojos en la red.
Habrá que preguntarse si el estudiante ha experimentado un cambio en cuanto a su visión del mundo; si se entiende a sí mismo como parte de múltiples sistemas; si reconoce el valor de lo que la humanidad ha condensado en conocimientos, instituciones, ética, sabiduría; si entiende que no todo lo que es técnicamente posible es conveniente; si ha iniciado la búsqueda de un sentido para su vida; si se reconoce responsable de gestionar su felicidad.
Imagino que no se interesan en transmitir conocimientos sino en inducir formas de pensar. Una buena universidad no gradúa como biólogo a quien conoce los contenidos de un estante de libros, sino a quien ha aprendido a pensar como biólogo. En los libros está la historia de la disciplina, lo que los biólogos han enfrentado y resuelto.
Pensar como biólogo es hacer biología. Y para ello le ha de haber ayudado a refinar su sensibilidad intelectual, a ir y venir en torno a los conceptos fundamentales de la disciplina, a cuestionarse sobre los temas que están en la frontera entre lo conocido y lo desconocido. Posiblemente le hayan despertado el apetito por el misterio. Imagino que le han persuadido de que las preguntas son más importantes que las respuestas.
Y a ese fin ¿Qué contribuye más?¿Darle clases? ¿Conducir otros procesos de aprendizaje más innovadores? Todos los docentes harían bien en darse cuenta de que la frase “dar clases” obedece a un paradigma vigente en un mundo que ya no existe.
Quédese usted lector, con estas preguntas ¿Cuáles universidades costarricenses tienen un director de impacto? ¿Qué pasaría si lo tuvieran? ¿Cómo se modificarían sus estrategias? ¿Cuántas duermen sin desvelarse por el tema?
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