El incendio en el Casino Royale en la tercera ciudad más grande del país representa uno de los ataques más letales en contra de un centro de entretenimiento en México desde que el presidente Felipe Calderón lanzó una ofensiva en contra de los carteles de las drogas en el 2006.
“ Esta es una noche de tristeza para México”, dijo en un discurso televisado Alejandro Poiré, portavoz del Consejo de Seguridad Nacional. “Se ha cometido un acto de terror indecible, repugnante, inadmisible”.
Añadió que estos actos indecibles de terror no quedarán impunes, y que las autoridades federales estaban ayudando a las fuerzas estatales en la investigación de los hechos.
En su cuenta en Twitter, el presidente Felipe Calderón calificó el ataque como “un aberrante acto de terror y de barbarie”, y escribió que “estos repudiables actos nos obligan a todos a perseverar en la lucha contra esas bandas de criminales sin escrúpulos”.
El procurador general de Justicia de Nuevo León, Adrián de la Garza, puntualizó de que las autoridades habían sacado unos 40 cuerpos, pero que la cifra podría aumentar. Agregó que un cartel de narcotráfico aparentemente fue responsable del ataque. Esas bandas frecuentemente extorsionan a los casinos y otros negocios; muchas veces los atacan y queman sus edificios si se rehúsan a pagar.
Con gritos e insultos, los atacantes les pidieron a los clientes y empleados que se salieran, pero, horrorizados por el comando, muchos se metieron al fondo del edificio y quedaron atrapados.
El alcalde de Monterrey, Fernando Larrazábal, señaló que muchos clientes y empleados se encerraron en los baños del casino para escapar de los hombres armados y ahí perecieron.
María Tomás Navarro, de 42 años, residente en Monterrey, estaba llorando en las afueras del edificio del casino en espera de oír algo sobre su hermano Genaro Navarro Vega, de 25 años, quien trabajaba en el área de bingo.
Navarro expresó que llamó al teléfono celular de su hermano, pero no contestó. “No sé lo que está pasando”, dijo. “No hay nadie a quién preguntarle”.
Larrazábal indicó que el casino, localizado en una zona próspera de Monterrey, había sido cerrado en mayo por ampliar el edificio sin permiso.
Monterrey, capital del estado norteño de Nuevo León y a unos 900 kilómetros al norte de la ciudad de México, se ha visto afectada en los últimos años por la violencia atribuida a una disputa entre los carteles de las drogas del Golfo y Los Zetas.
Policías municipales, estatales y elementos del Ejército llegaron hasta el establecimiento para resguardar la zona y buscar a personas posiblemente atrapadas en el centro de diversión.