Nueva York. Un mes antes de la muerte de Jeffrey Epstein por aparente suicidio en una prisión de Nueva York, una acusación federal sacó a la luz lo que según investigadores era una extensa red de estudiantes de secundaria y universitarias forzadas a satisfacer el apetito sexual del multimillonario.
“A él le gustan las mujeres hermosas... y muchas de ellas en edades jóvenes”, dijo en 2002 el hoy presidente estadounidense, Donald Trump, entonces amigo de Epstein.
En realidad, las mujeres no eran solo “jóvenes” sino que supuestamente eran adolescentes menores de edad.
En aquel entonces, Epstein parecía estar más allá de los reproches: un brillante gerente de fondos de inversión, rico, amigo de políticos y celebridades, incluidos Trump y Bill Clinton.
Pero sus lujosas mansiones en Palm Beach, Florida, y Nueva York escondían oscuros secretos, según una investigación de las autoridades estadounidenses y múltiples demandas de las presuntas víctimas.
Decenas de niñas, algunas de solo 14 años, supuestamente pasaban por el salón de “masajes" de Epstein, a veces en múltiples ocasiones al día. El cuarto estaba decorado con imágenes sugestivas y juguetes sexuales, según las acusaciones.
Epstein parecía tener un ejército de reclutadoras, con frecuencia no mucho mayores que las víctimas, a las que se acercaban con sutileza y a quienes les presentaban al exprofesor de matemáticas como un benefactor.
“Él me ha ayudado”, dijo una de estas reclutadoras a Jennifer Araoz, que en ese momento tenía 14 años, afuera de su escuela que quedaba cerca de la casa de Epstein en Nueva York.
“Ella era parecida a mí”, dijo Araoz, ahora de 32 años a NBC. La reclutadora le dijo también que Epstein podría ayudarla a encontrar trabajo en la industria del entretenimiento.
Epstein prefería “a niñas menores y económicamente desfavorecidas”, dijo el fiscal Geoffrey Berman.
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El “libro negro”
El “pequeño libro negro” de Epstein, una especie de libreta de direcciones aún por decifrar, llegó a incluir más de 100 nombres de mujeres de zonas donde tenía residencias, incluida París, reportó el Miami Herald.
Personal del servicio doméstico, la secretaria de Epstein y las reclutadoras registraban de forma meticulosa las citas, las formas de transporte —algunas veces en aviones privados— y los pagos, usualmente de entre $200 y $300 por vez, según varias fuentes.
En cada sesión las jóvenes debían estar desnudas y de forma casi fija incluían contactos sexuales.
Muchas mujeres dicen que intentaron —en vano— rechazar a Epstein.
“Estaba aterrada y le decía que parara", dijo Araoz, al relatar una visita en la que asegura que Epstein la violó.
"Él no paró”, dijo.
“Si dejaba a Epstein... él podría haberme mandado a matar o a secuestrar, siempre supe que él era capaz de eso", relató durante una audiencia otra presunta víctima, Virginia Roberts.
“Estaba muy asustada”, aseguró.
Roberts y otras de las víctimas también señalaron que el hombre proveía a sus amigos y conocidos de adolescentes.
“Epstein me dijo específicamente... que él hacía eso para que ellos le quedaran ‘debiendo’ porque de esa forma los iba a tener ‘en el bolsillo’", explicó Roberts.
Tanto Trump como Clinton han negado cualquier contacto inapropiado con niñas; y Clinton dijo específicamente que no sabía nada sobre los “terribles crímenes".
Epstein se había declarado culpable en 2008 en Florida de los cargos de solicitar prostitución y pasó un año en la cárcel.
Al momento de su muerte, esperaba juicio por cargos federales de tráfico sexual.