La avenida que une el Manama's Bahrain Mall (un centro comercial) con la plaza de la Perla (epicentro de las protestas contra el régimen), estaba abarrotada de gente a lo largo de más de tres kilómetros de recorrido.
Al final de esta jornada de movilización, que acabó sin incidentes, la oposición chiita reiteró su exigencia de una monarquía constitucional, tras más de dos siglos de dinastía suní.
“¡No al diálogo!”, gritaba la multitud instalada en la plaza de la Perla, convertida en el centro de las protestas contra la monarquía suní en Bahréin, un pequeño reino estratégico del Golfo que tiene 1,2 millones de habitantes.
El lunes, el príncipe heredero Salman Ben Hamad al-Jalifa, encargado del diálogo con la oposición, se comprometió a llevar a cabo “reformas reales” y el rey Hamad Ben Issa al-Jalifa ordenó la liberación de los prisioneros chiitas, una de las reivindicaciones de la oposición.
Sin embargo, los manifestantes de la plaza de la Perla parecían dispuestos a rechazar la oferta de diálogo y continuaban exigiendo que el rey abandonase el poder.
“Exigimos la caída del régimen”. “Basta de 230 años de injusticia. ¡Fuera!”, decían grandes banderolas colocadas en la plaza. Por primera vez, banderas negras chiitas ondeaban junto a las banderas rojas y blancas de Bahréin.
“Nuestras reivindicaciones se limitan actualmente a la partida de los al-Jalifa”, sostuvo Jafar Huseín Atir, un estudiante de 18 años, quien aseguró hablar en nombre de los jóvenes que lanzaron la revuelta el 14 de febrero.
“Antes pedíamos la partida del primer ministro. Ahora debe partir todo el régimen”, agregó, rodeado de cuatro jóvenes que manifestaron compartir sus ideas.
Esta jornada de protesta fue dedicada a las víctimas de la violenta represión que dejó al menos siete muertos de las manifestaciones iniciadas el 14 de febrero.
La marcha estuvo controlada por voluntarios, ante la ausencia de las fuerzas de seguridad. Un helicóptero sobrevoló la zona de la manifestación.