La organización ecologista española Adena, filial del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), informó esta semana de que los balleneros japoneses volverán esta semana a sus puertos después de matar 440 ballenas de la especie rorcuales aliblancos del sur, en su campaña de "caza científica".
Según la consejera de WWF/Adena para ballenas, Cassandra Phillips, los balleneros japoneses persisten así en su desafío a la opinión internacional, aprovechando las lagunas de la Comisión Ballenera Internacional (CBI), "burlándose de la opinión internacional".
"La estrategia de Japón ha sido utilizar una laguna legal prevista para autorizar investigaciones científicas auténticas, que nunca tuvo intención de permitir una caza comercial de ballenas a gran escala, como la japonesa", añadió Phillips.
Sin reparo
Con esta caza, según datos de WWF/Adena, Japón ha capturado un total 5.035 ballenas en los mares del sur, bajo la cobertura de su supuesto programa de "caza científica", a pesar de que existe una moratoria a la caza de ballenas en vigor desde 1986 y todos estos mares donde Japón realiza sus capturas estén declarados santuario de ballenas desde 1994.
La flota ballenera japonesa, formada por un gran barco factoría, tres barcos arponeros y otro avistador, extendió el año pasado la caza a dos especies nuevas, la ballena de Bryde y el cachalote, a pesar de las condenas generalizadas de los líderes mundiales y las amenazas de sanciones económicas, explicó WWF/Adena.
En las sucesivas reuniones de la CBI (la última tuvo lugar en Mónaco, en febrero pasado) para discutir nuevas y más estrictas regulaciones para controlar la caza comercial de ballenas, dice la organización, "Japón ha demostrado una total falta de voluntad para llegar a un acuerdo con la inmensa mayoría de los países del mundo que desean asegurar el futuro de las amenazadas ballenas".
Japón alega que los objetivos de su "caza científica" son la obtención de información para contribuir a la gestión de la caza de ballenas, pero el Comité Científico de la CBI ha declarado que esa información no es necesaria para dicha gestión, y que es probable que la actividad "científica" japonesa esté contribuyendo al declive de las poblaciones de rorcuales aliblancos.
A este respecto, Phillips replica que "sin tener en cuenta los dudosos méritos de la investigación japonesa, resulta indiscutible que se trata de una caza comercial, ya que la carne de estas ballenas se destina a los mercados y restaurantes japoneses, aportando grandes ganancias a los balleneros".