Xinan
El ex dirigente Bo Xilai, protagonista de un sonado escándalo que conmocionó al Partido Comunista chino, rechazó un primer cargo de soborno al abrirse este jueves su juicio ante un tribunal del este de China.
La fiscalía acusa a Bo de haber recibido sobornos por un total de más de un millón de yuans (163.300 dólares 0 122.000 euros) de manos del empresario Tang Xiaolin, pero el acusado declaró combativo ante la corte: "Las afirmaciones de Tang Xiaolin de que me dio dinero en tres ocasiones no son ciertas".
Bo, quien reconoció estos supuestos hechos con anterioridad ante la comisión de disciplina del Partido Comunista, afirmó haberlo hecho "contra su voluntad", según informó el tribunal a través de una declaración divulgada por internet.
El ex dirigente de las metrópolis de Dalian (nordeste) y Chongqing (suroeste) está oficialmente acusado de recibir, junto con su esposa y su hijo, 21,79 millones de yuans (2,67 millones de euros o 3,6 millones de dólares) en gratificaciones por parte de dos hombres de negocios, Tang Xiaolin et Xu Ming.
Asimismo, Bo debe responder a la malversación de 5 millones de yuans (612.000 euros) de fondos públicos y de la comisión de toda una serie de abusos de poder en Chongqing para poner trabas a una investigación criminal contra su esposa, Gu Kailai, reconocida culpable en agosto de 2012 del asesinato de un británico.
Durante el juicio, el ex dirigente chino aseguró que los elementos presentados por el abogado de Tang no probaban su culpabilidad. "Él (Tang) intenta simplemente obtener una reducción de su pena. Por lo que intenta morder en todas las direcciones como un perro loco", indicó Bo , quien acusó al empresario de "mentiroso".
Este es un dossier "extremadamente complicado", advirtió el juez principal, Wang Xuguang, citado por el canal en Internet del tribunal.
Los hechos reprochados, difundidos por el microblog del tribunal, cubren una docena de años, de 1999 a principios de 2012.
El tribunal difundió una foto de Bo Xilai de pie en el banquillo de los acusados, su primera imagen pública en 17 meses.
Flanqueado por dos policías, Bo lleva camisa blanca y pantalón negro. Su rostro está más demacrado, las sienes entrecanas y él ligeramente encorvado.
Numerosos policías uniformados y cientos de curiosos se encontraban en el exterior del tribunal popular de Jinan, provincia oriental de Shandong, según una periodista de la AFP en el lugar.
Detenido en marzo de 2012, el carismático Bo no había sido visto en público desde hace 17 meses. Este ex miembro de la poderosa oficina política del Comité Central del Partido Comunista chino teóricamente puede ser condenado a muerte.
La duración del proceso no fue precisada oficialmente pero los observadores creen que será corto, de uno o dos días. La presa extranjera no pudo entrar en la sala de audiencia.
Los tribunales chinos actúan bajo control directo de las autoridades comunistas y los analistas estiman que largas negociaciones en la cúspide del poder han permitido decidir ya el veredicto que será anunciado.
La comparecencia de Bo Xilai se produce prácticamente un año después de la condena de su esposa, Gu Kailai, por el asesinato de un hombre de negocios británico amigo del matrimonio.
La revelación de este homicidio precipitó la caída de Bo , que aspiraba a funciones de mayor rango y utilizaba el auge de Chongqing, la metrópolis que dirigía con mano dura, como trampolín hacia la cima del poder.
La caída de este ex ministro de Comercio, hijo de una figura de la Revolución y ferviente neomaoísta, conmocionó a la clase dirigente comunista y sacó a la palestra fracturas en el partido único que sin embargo quería demostrar unidad.
El caso Bo Xilai ha pesado mucho a lo largo de 2012 en la organización del 18º congreso del PC chino, que ha renovado el equipo de dirigente de la segunda potencia del mundo.