La seguridad ciudadana se ha convertido en uno de los principales temas en la agenda electoral brasileña, especialmente por el impacto de la acción de las mafias y grupos de delincuentes en todo el país.
En un adelanto de los desafíos que el próximo gobierno deberá afrontar en esta materia, los comercios de por lo menos una decena de barrios de Río de Janeiro, incluidos algunos del exclusivo barrio de Ipanema, amanecieron cerrados ayer, aparentemente por orden de los narcotraficantes.
También algunas escuelas públicas de esos sectores, que habían iniciado normalmente la jornada, enviaron anticipadamente a sus casas a los alumnos, por temor o por orden de los mafiosos.
Algunos comerciantes revelaron que habían recibido orden de cerrar sus negocios por la mañana temprano, de hombres en motocicleta reconocidos como correos de los narcotraficantes.
Por su parte, el presidente Fernando Henrique Cardoso descartó que la situación tenga alguna connotación electoral.
Pero la gobernadora de Río, Benedita da Silva, había evocado previamente la posibilidad de un nexo entre ambas situaciones.
Para el portavoz de la policía militar, mayor Federico Caldas, "esta orden de cierre es por lo menos extraña, a menos de una semana de los comicios".
La demostración de fuerza podría tener que ver con la decisión de las autoridades del estado de Río de suspender el derecho de visita en prisión a los capos del narcotráfico Fernandinho Beira-Mar y Elias Maluco, ambos con amplio poder en las principales ciudades.
Los narcos gobiernan algunos de los más grandes barrios marginales.