Sao Paulo, Brasil. AFP. El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, se somete mañana, domingo, al examen de las urnas como favorito en una campaña marcada en su recta final por un nuevo escándalo de corrupción.
En la quinta elección directa desde la restauración de la democracia en 1985, unos 126 millones de brasileños elegirán Presidente de la República, a los 513 diputados federales, a 27 senadores (un tercio del total), a los gobernadores de los 27 estados y a los miembros de las cámaras legislativas regionales.
Desde la medianoche de ayer, los candidatos no pueden realizar mitines ni pronunciar discursos, pero pueden distribuir propaganda y saludar a sus votantes, como programaron para ayer Lula y su rival socialdemócrata Geraldo Alckmin.
En su quinta carrera a la Presidencia, Lula se abrazó con sus antiguos colegas: los obreros de Sao Bernardo do Campo, suburbio industrial de Sao Paulo.
Rodeado de unas 200 personas que coreaban su nombre y entonaban cánticos de victoria, Lula fue asediado y multiplicó los abrazos.
Impedido de hacer afirmaciones proselitistas, se limitó a mantener conversaciones particulares con quienes lo rodeaban. Algunos lo recordaban como uno más entre el contingente de trabajadores metalúrgicos.
El Presidente estuvo primero en la fábrica de Mercedes Benz y después se trasladó a la planta de Ford, donde se repitió la escena de risas y abrazos con sus votantes.
Lula, de 60 años, candidato del Partido de los Trabajadores (PT, izquierda), cerró su campaña el jueves en Sao Bernardo do Campo en lugar de participar en el último debate televisivo. Justificó su ausencia por temer “ataques gratuitos y agresiones personales” de sus adversarios.
En el plató, quedó una silla vacía con su nombre, a la cual podían dirigirle preguntas sus tres principales adversarios: el socialdemócrata Geraldo Alckmin, la senadora izquierdista Heloisa Helena y el senador Cristovam Buarque, de la oposición de izquierda moderada.
“Si se comprueban las denuncias, usted renunciaría?”, le preguntó Buarque. “Con su gesto, Lula mostró que no quiere rendirle cuentas a nadie”, dijo Alckmin ante las cámaras.
En el mitin en Sao Bernardo do Campo, Lula expresó su confianza en la reelección en la primera vuelta y atacó a una “pequeña élite prejuiciosa” que lo quiere ver fuera del poder.
Según las últimas encuestas, Lula obtendría el 53% de votos, frente al 35% de Alckmin y el 9% de Eloisa Helena.
La decisión de ausentarse del debate procedió de una evaluación de riesgos pues si cae por debajo del 50% de los votos debería ir a segunda vuelta, el 29 de octubre. Hubo temor de que su temperamento le jugara una mala pasada en la intención de voto.