Sao Paulo. AFP y Reuters. Los brasileños acuden hoy a elecciones generales marcadas por el favoritismo del presidente Luiz Inácio Lula da Silva y una guerra sin cuartel entre su Partido de los Trabajadores (PT) y la oposición socialdemócrata, a pocas horas de abrirse las urnas.
El PT se disponía ayer a pedir a la justicia electoral la impugnación de la candidatura presidencial del socialdemócrata Geraldo Alckmin, “por usar indebidamente los medios de comunicación para perjudicar a Lula”, dijo ayer un portavoz de la campaña.
Días atrás la coalición que apoya a Alckmin, que incluye al PSDB (Partido de la Socialdemocracia Brasileña) al PFL (Partido del Frente Liberal, derecha) y al PPS (Partido Popular Socialista, izquierda), pidió por su lado a la justicia electoral impugnar la candidatura de Lula por presunto abuso económico.
El actual Presidente encabeza las últimas encuestas de intenciones de voto de Ibope y Datafolha que coinciden en otorgarle 53% de los votos válidos, lo que asegurarÍa su reelección, contra el 35% asignado a Alckmin.
La campaña de Lula enfrentó un escollo final, con la difusión de fotos de pilas de dólares y reales que militantes del oficialista Partido de los Trabajadores (PT) pretendían usar para comprar documentos con los que intentarían perjudicar a la oposición.
Las imágenes fueron difundidas en la tarde del viernes y aparecieron ayer en las primeras planas de los diarios de circulación nacional, agudizando la crisis que estalló hace dos semanas, cuando militantes del PT fueron detenidos con el dinero.
El PT acusó a la campaña del candidato socialdemócrata Gerardo Alckmin de estar detrás de la filtración de las imágenes, sacadas ilícitamente durante una investigación policial.
Ante ello, el PT resolvió pedir la impugnación de Alckmin.
“Es un intento de las élites de patear la mesa, un acto ilegal de desesperación”, dijo Tarso Genro, ministro de Relaciones Institucionales.
El escándalo desatado por el intento de compra de los documentos le costó el puesto a un asesor de Lula y al coordinador de su campaña, Ricardo Berzoini, presidente del PT, y puso al mandatario a la defensiva. Lula dijo que nada sabía del caso, que atribuyó a “chiflados”.
Otro. El pedido del PSDB contra Lula se basó en el mismo incidente, para que se investigue si el Presidente podía estar involucrado en el intento de compra de los documentos contra los socialdemócratas.
El mandatario esperaba una reelección fácil, por la fuerte recuperación de su popularidad tras las graves acusaciones que el año pasado provocaron la caída de sus principales ministros y de la cúpula del PT, por presunto pago de sobornos a diputados.
Pero en las últimas dos semanas este nuevo escándalo agitó la campaña y desató la guerra entre el PSDB y el PT, con los pedidos de impugnación de las candidaturas de los principales candidatos.
En ese clima, 126 millones de brasileños acudirán a votar para elegir al presidente, congresistas y gobernadores de la mayor democracia latinoamericana.