Bush compareció ayer en una rueda de prensa después de sufrir el jueves un duro revés en el Congreso, donde varios legisladores republicanos consiguieron la aprobación en un comité del Senado de un proyecto de ley que concede más derechos a los detenidos de lo que pretendía la Casa Blanca.
El proyecto de ley que aprobó el Comité de las Fuerzas Armadas del Senado, por 15 votos contra 9, rechaza la petición de la Casa Blanca de que se permita a los funcionarios de la CIA emplear duros métodos de interrogatorio, y amplía la cobertura de las convenciones de Ginebra a los detenidos.
Un presidente claramente airado dejó claro que, pese al revés, no renunciará a sus propuestas.
Colaborará con el Congreso para intentar resolver las diferencias de opinión pero, insistió, cualquier legislación que se acabe aprobando “deberá pasar una prueba primero: los servicios de inteligencia deben poder decirme que los programas podrán continuar” y los interrogatorios se desarrollarán como quiere la Casa Blanca.
“Si no fuera por estos programas, nuestros servicios de inteligencia creen que la red terrorista Al-Qaeda y sus aliados hubieran tenido éxito en el lanzamiento de otro ataque contra el territorio estadounidense”, recordó.