Katmandú. EFE. La guerrilla maoísta de Nepal mantuvo ayer sitiada la capital, Katmandú, por tercer día consecutivo tras haber declarado una huelga general de 11 días y un bloqueo de las principales carreteras del país.
Vehículos armados del Ejército Real Nepalí escoltaron a cientos de autobuses y camiones en su salida y entrada a Katmandú, mientras varios helicópteros sobrevolaban la ciudad para garantizar desde el aire la seguridad de los vehículos que rompían el cerco impuesto por los rebeldes.
Desde ayer, el tráfico alrededor de Katmandú ha sido muy escaso, por temor a las represalias de los maoístas que el viernes prendieron fuego al menos a siete camiones, y los precios de los bienes de primera necesidad en la capital han comenzado a incrementarse.
Toque. Para evitar los ataques de la guerrilla el Gobierno declaró toque de queda en algunas zonas de la carretera Prithvi, una de las más importantes de entrada a Katmandú, por la que entran la mayor parte de vehículos de transporte de mercancías, y ha prometido compensar a los transportistas cuyos vehículos sean dañados durante la huelga.
La guerrilla maoísta convocó la huelga general para conmemorar el quinceavo aniversario del movimiento popular que en 1990 logró retirar los poderes al monarca absoluto e introducir la democracia multipartidista en el país.
Este es el segundo bloqueo que sufre la capital nepalí en lo que va de año, después de que el 13 de febrero los rebeldes cercaran Katmandú tras el golpe de estado del rey Gyanendra, que el 1 de febrero disolvió el Gobierno, se hizo con el poder absoluto y declaró el estado de emergencia en el país.
El año pasado, los bloqueos de los maoístas, en agosto y diciembre, ocasionaron escasez de algunos suministros básicos, como carburantes, que subieron de precio en el mercado negro.
El rey Gyanendra argumentó en febrero que disolvía el Ejecutivo para reforzar la lucha contra los maoístas, que iniciaron su insurrección armada en 1996 con el objetivo de imponer una república de corte comunista.
En estos nueve años, más de 11.000 personas han muerto por la violencia política en el país, donde según medios de prensa, dos tercios del territorio están controlados por los maoístas.