Roma (AFP). El cardenal de Ghana, Peter Kodwo Appiah Turkson, defendió hoy en el Vaticano el empleo del preservativo pese a la controvertida condena lanzada en marzo por el papa Benedicto XVI durante su primer viaje Africa.
“Claro que hay que promover el empleo del preservativo aunque son peligrosos porque no son de buena calidad”, comentó el purpurado, quien recordó que ante todo para combatir el sida lo importantes es “ser fieles y mantener la abstinencia”.
Turkson, coordinador del sínodo de obispos de Africa que se inauguró el domingo en el Vaticano y se clausurará el 25 de octubre, abordó con la prensa el espinoso tema del sida.
“Se necesitan más investigaciones” sobre la enfermedad de manera que las personas tengan “mayor acceso” a las medicinas, pidió el religioso.
El sida es un verdadero azote para Africa, donde viven 22 de los 33 millones de contagiados en el mundo.
“Las medicinas son demasiado caras y el tema del costo debe ser examinado”, agregó, sin abordar el asunto desde el punto de vista de la moral católica.
El Papa rechazó durante su viaje a Camerún y Angola el uso del preservativo para luchar contra el sida, porque “agrava el problema”, dijo, generando una lluvia de reacciones negativas de numerosos países de Europa así como de organizaciones internacionales y humanitarias.
“La situación es grave, sobre todo en la zona austral de Africa y entre los jóvenes”, observó el cardenal africano, primado de la iglesia católica de Ghana.
Los problemas de Africa serán abordados por los obispos de todo el continente con el Papa para intentar establecer las estrategias a seguir ante el reto de la globalización.
Para el purpurado tampoco se debe excluir la posibilidad de que un africano, en particular negro, llegue a ser Papa.
“¿Por qué no si Dios lo quiere?”, declaró el religioso, quien señaló como positivo el hecho de que dos personas negras, como Barack Obama y Kofi Annan, hayan llegado a ser uno presidente de Estados Unidos y el otro secretario general de la ONU.
Al segundo sínodo de obispos de Africa –el primero fue en 1994 bajo Juan Pablo II–, participan unos doscientos eclesiásticos de ese continente para discutir de los grandes males de la región, la más pobre del mundo, plagada de conflictos internos, corrupción y protagonista de una fuerte ofensiva de la religión musulmán y de las sectas.