Para el investigador ambiental nicaragüense Abdel García, Centroamérica es una de las regiones más vulnerables a la crisis por el cambio climático. Esto es, explicó García, “paradójico”, pues el istmo centroamericano produce el 0.8 % de las emisiones de gases de efecto invernadero a escala global.
A pesar de esto, el informe “Pérdidas económicas, pobreza y desastres entre 1998 y 2017″ de la Oficina de Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres (Undrr) indicó que en las regiones más pobres del mundo la probabilidad de morir por desastres de naturaleza climática es mucho mayor al de países ricos.
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Esto significa, según García, que un centroamericano tiene siete veces más posibilidades de morir a causa de la crisis climática que otras poblaciones a escala global.
¿Por qué hablar de crisis climática y no de cambio climático?
-La crisis es consecuencia del cambio climático. El mero tema del cambio climático puede definirse como el efecto en la atmósfera de las emisiones de efecto invernadero causadas por las actividades humanas. En países desarrollados, son emisiones industriales; en estas latitudes donde nosotros vivimos, el problema es el cambio del uso del suelo, la degradación de los ecosistemas y la destrucción de los bosques. Estos efectos, entonces, son los que causan crisis.
“La crisis climática está siempre ahí, la sufrimos a diario. Es un motor fundamental para que las otras crisis puedan seguir creciendo. Pero no tenemos una visión integrada de todas las crisis, y las gestionamos una por una. Es una crítica que hacemos al sistema: no gestionar la multiplicidad de las crisis”.
¿Cuál es el escenario actual para Centroamérica en cuanto a crisis climática?
-Vivimos en una situación de confluencia de crisis, en las que la climática es solo una de ellas: tenemos la crisis ambiental, la pandémica, la económica, la migratoria, la de inseguridad ciudadana y la del Estado de derecho.
“A la acumulación de estas se le puede llamar ‘crisis compleja’. La crisis climática debería ser el eje para la gestión de las otras crisis porque nosotros dependemos mucho del comportamiento general del clima para comer, para tomar agua, para tener saneamiento y, en general, para vivir.
“¿Cómo puedo enfocarme en una crisis migratoria si el clima es un motor para que más personas dejen su hogar?, ¿cómo puedo concentrarme en la crisis económica si la llegada de un huracán va a detener este crecimiento?, ¿cómo puedo enfocarme en la crisis sanitaria si sé que el cambio climático me está generando nuevos virus, nuevas enfermedades y trayendo enfermedades que ya estaban controladas?
“No quiero parecer un climacentrista, pero, en realidad, las crisis se soportan sobre otras crisis: la climática, para Centroamérica, es el colchón de otras”.
¿Por qué a Centroamérica debería de importarle la crisis climática?
-En una región como la nuestra, toda la economía, toda la cultura productiva, social y económica gira en torno a las actividades de producción primarias, es decir, de la materia prima natural. Toda la vida de los centroamericanos gira en torno a esto, de una u otra forma.
“El desajuste climático que estamos viendo, lluvias muy torrenciales y olas de calor extremo, está ligado con la posibilidad de acceder a derechos humanos, como el derecho al agua, a la alimentación y a la salud. Si el desajuste climático continúa, al ritmo que va, con las características que trae y con los impactos que sufrimos, lo que está en juego es la vida de nosotros, los centroamericanos. La vida de los centroamericanos depende del comportamiento del clima”.
¿Cómo se materializa de forma concreta el efecto de las crisis climáticas en Centroamérica?
-El informe “Pérdidas económicas, pobreza y desastres entre 1998 y 2017″ de la Oficina de Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres (UNDRR) señala que han habido unos 7,500 eventos de desastres a escala global en ese período. Los de origen climático fueron cerca del 90 % de ellos.
“El mismo informe da cuenta que en las naciones más pobres, la probabilidad de perder la vida por un desastre natural es siete veces mayor que en otras naciones ricas. O sea, en Centroamérica es siete veces más probable morir por la crisis climática que en el resto del mundo. Para los centroamericanos, la diversidad de eventos que podemos atribuir al clima y que están cobrando vidas e incrementando la inseguridad alimentaria, hídrica y humana son alarmantes.
“Las regiones del trópico, los países tropicales, son los que, históricamente, han sido señalados como los que sufren los mayores impactos por el cambio climático. La temporada de lluvias, por ejemplo, que va desde mayo a octubre, es un evento que se está alejando del parámetro habitual que conocemos de este período”.
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¿Y cómo ve las acciones actuales de los gobiernos centroamericanos para afrontar esta crisis?
-En Centroamérica, es común atribuir que podemos hacer algo para mitigar la crisis climática si, y solo si, hay cooperación internacional. Pareciera que las crisis son, para la región, una oportunidad de gestionar financiamiento internacional sin tomar en cuenta que, sin necesidad de esto, podemos mitigar los daños: aprobando y cumpliendo normas ambientales, apegándonos al marco jurídico en materia de medio ambiente, dejar de apoyar la impunidad de las grandes empresas. No todo debe ser por financiamiento.
“Hay una especie de oportunismo económico alrededor de estas crisis. Por las condiciones de nuestros países, pareciera que percibimos, como sociedad civil, que en nuestra región hay una especie de oportunismo alrededor de cómo accedemos a financiamiento internacional para palear efectos de la crisis climática que pudiéramos combatir desde lo local”.
¿Cuál es la situación actual de Centroamérica en cuanto a la emisión de gases de efecto invernadero? ¿Cómo contribuimos desde esta región al cambio climático?
-Para Centroamérica, la principal fuente de emisiones de gases de efecto invernadero es la deforestación y la degradación de los bosques para el incremento de la frontera agrícola. Las emisiones de gases de efecto invernadero en Centroamérica son insignificantes en comparación con lo que globalmente se emite al año.
“Mitigar nuestras emisiones no sería algo “tan importante” para reducir el problema global. El principal motor de gases de efecto invernadero de Centroamérica es la deforestación y degradación de ecosistemas.
“Pero Centroamérica, antes de pensar en la reducción de su emisión de gases de efecto invernadero, debería centrarse en la conservación, protección y regeneración de sus ecosistemas. Recuperar un bosque, un pantano o un manglar es prioritario para los centroamericanos porque protege la vida de los locales.
“No deberíamos de hacerlo solo porque los países ricos nos dicen que emitimos gases de efecto invernadero, deberíamos de hacerlo porque ahí está la vida de los centroamericanos. Todos juntos, en Centroamérica, producimos 0.8 % de las emisiones globales de gases de efecto invernadero. No llegamos ni siquiera al 1 %”.
Si no somos una región que abone significativamente, ¿por qué somos susceptibles al cambio climático?
-Vivimos en una de las regiones más desiguales y pobres que nos vuelven sociedades frágiles y sensibles. Estas situaciones no se han corregido si no que, al contrario, se han aumentado.
“No solo seguimos siendo vulnerables por la exposición a estos eventos, si no porque no hemos sido capaces de construir sociedades resilientes, no hemos sido capaces de reducir los niveles de pobreza, desigualdad y violencia. Los esfuerzos sociales se concentran en responder a los eventos al momento en que se presentan, pero no en prevenir o reducir vulnerabilidades para que los impactos sean menores”.
¿Qué esfuerzos concretos deberían realizar los gobiernos en la región para palear los efectos de la crisis?
-Si una persona con un padecimiento crónico no entiende las razones de su problema, va a ser muy difícil encontrar soluciones al mismo. Pasa igual con nuestros países. Entendamos primero, con la mayor claridad posible, qué nos está ocurriendo. Trazar estrategias a futuro sin claridad es uno de los principales problemas que nos está ocurriendo.
“Si nosotros queremos que las personas actúen de la mejor forma frente al riesgo climático, tenemos que garantizarle acceso de la forma más transparente a toda la información. Necesitamos, también, un compromiso político de nuestros gobernantes de ser consecuentes con el problema, y no utilizarlo como una oportunidad de gestión, de financiamiento solamente.
“Los ciudadanos no están siendo invitados a todos los espacios de toma de decisiones, por el contrario, nuestros gobiernos vienen cerrando cada vez más estos espacios. Esta es una de nuestras principales vulnerabilidades: la social y la política. Divididos no le vamos a poder hacer frente a la crisis ambiental”.
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