El 23 de marzo anterior, el entonces embajador de Nicaragua ante la Organización de los Estados Americanos (OEA), Arturo McFields, tomó la palabra en la sesión ordinaria del Consejo Permanente de esa organización, con sede en Washington, para denunciar la dictadura que su país vive bajo el gobierno de Daniel Ortega.
“Denunciar la dictadura de mi país no es fácil, pero seguir guardando silencio y defender lo indefendible es imposible (...). Tengo que hablar, aunque tenga miedo, tengo que hablar, aunque mi futuro y el de mi familia sean inciertos”, expresó McFields, en la sesión por videoconferencia, al mismo tiempo que urgió la liberación de los presos políticos en su país.
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Minutos después, desde Managua, el Gobierno nicaragüense desconoció y desacreditó sus declaraciones. “A través del Ministerio de Relaciones Exteriores, cumple con informar a nuestro pueblo y a quien concierna que el señor Arturo McFields no nos representa, por lo cual ninguna declaración suya tiene validez”, manifestó el régimen mediante una nota de prensa. No obstante, en el sitio oficial de la OEA, McFields era quien figuraba como representante permanente del país centroamericano.
El exembajador comentó a La Nación que el día que decidió hacer su declaración oró junto a su esposa, quien tenía libre ese día. “Los dos estábamos juntos en eso, estábamos unidos, sabíamos que era una decisión muy difícil, pero sabíamos que era la decisión correcta (...). La situación política en mi país es muy volátil, así que yo tenía que actuar sabiamente”, aseguró McFields.
Su corazón, recordó, “latía a mil por hora”, cuando hizo su intervención.
Según el exdiplomático, sus palabras tenían el propósito de “dignificar” y “limpiar” el nombre de su familia, por lo que no imaginaba el impacto y el apoyo solidario que le darían otros países, como Costa Rica o Brasil. “Esta declaración ayudó a que el mundo pusiera nuevamente su atención en Nicaragua, ayudó a avivar la esperanza de los nicaragüenses”, declaró a este medio.
McFields aseguró que para su intervención no recibió ningún tipo de incentivo, como dijo el régimen Ortega-Murillo. De hecho, sus palabras estaban planeadas desde antes de ser nombrado embajador, en octubre del 2021, cuando era el ministro consejero de Nicaragua en la OEA.
“El día que yo asumo como embajador, ese mismo día iba a renunciar y a emitir esta declaración; sin embargo yo dije ‘tal vez podemos hacer cambios desde adentro, tal vez desde adentro pueda liberar presos políticos, tal vez pueda hacer escuchar mi voz’”, comentó.
Una vez dentro de la OEA, solicitó liberar a 20 presos que estuvieran en condiciones lamentables, con enfermedades crónicas o de la tercera edad. Pero cuando se enteró de la muerte del opositor preso, Hugo Torres, confirmó que sus peticiones no eran escuchadas y que la gente dentro del Gobierno “no habla”.
El exrepresentante aseguró que no se sintió aludido por los insultos que lanzó la Administración de Nicaragua. “A diferencia de lo que dice el Gobierno, de que soy un traidor a la patria, yo me siento un hijo de mi patria, no un traidor”, afirmó McFields.
En noviembre pasado, Nicaragua anunció la decisión de retirarse de la OEA, luego que el organismo desconociera la elección para un cuarto mandato consecutivo de Ortega. Sin embargo, el proceso de retiro toma dos años.
Tras 11 días de la salida de Mcfields, Ortega anunció el nombramiento del nuevo embajador, Orlando José Tardencilla, quien es abogado, exguerrillero y además el padre de Nadia Camila Tardencilla, una de las juezas aliadas al régimen nicaragüense en la persecución de opositores.
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Por los presos y perseguidos
En un futuro, McFields —quien aguarda por su asilo político en suelo estadounidense— se visualiza retornando a la actividad periodística o como docente en temas latinoamericanos, pero lo “más importante”, y en lo que aseguró ya estar trabajando, es la liberación de los presos políticos de su país y en conseguir el Estatus de Protección Temporal (TPS) para los nicaragüenses, pues considera que no es justo que sus compatriotas que “vienen huyendo del régimen de terror y violencia de Nicaragua sigan sufriendo escondidos en Estados Unidos”.
“Me veo como una persona que puede ayudar en algo y que estoy a la orden de todo aquel que quiera hacer algo por el bien de los nicaragüenses que están presos en Nicaragua, o los que llegan aquí y que necesitan tener algún estatus de protección para ganarse el pan de cada día”, concluyó.
Denunciar a la dictadura de mi país no es fácil, pero seguir guardando silencio y defender lo indefendible ES IMPOSIBLE.
— Arturo McFields Yescas (@ArturoMcfields) March 28, 2022