Washington. Desde su exilio en Washington, el exfiscal anticorrupción de Guatemala Juan Francisco Sandoval distingue entre “lo más inmediato” que necesita el país, la “salida” de la fiscal general Consuelo Porras, y “lo más importante”: una reforma judicial para acabar con la corrupción, “un fenómeno enraizado”.
Sandoval sueña con regresar a su país, pero “no será en lo inmediato”, declara a esta agencia.
Con seis órdenes de captura en su contra, “más que un asesino en serie”, el exfiscal tiene que esperar “hasta que esa señora no esté”.
Esa “señora” es Porras, su enemiga en común con el presidente electo, el progresista Bernardo Arévalo.
A él lo destituyó en 2021 cuando era jefe de la Fiscalía Especial contra la Impunidad y a Arévalo le puso tantos obstáculos como pudo para dificultar su investidura, prevista el 14 de enero.
Sandoval huyó a Estados Unidos, que le otorgó asilo político y lo considera un campeón anticorrupción. Su caso propició que Washington incluyera a Porras en su lista de actores corruptos.
El exilio, que lo convirtió “por la fuerza” en un activista, le enseñó “a sobrevivir”, a entender que “no nos debemos callar” y “muchísimo de la solidaridad”.
- Ha empezado la cuenta atrás para la investidura de Arévalo. Él la da por segura...
“Creo que tiene poco margen de maniobra la fiscalía. Las sanciones que ha impuesto el gobierno de los Estados Unidos (contra cientos de guatemaltecos incluidos más de 100 miembros del Congreso) creo que han cumplido con su papel básico (...). (Los corruptos) han perdido un poco de poder en parte por las sanciones y muchísimo por la movilización de los pueblos indígenas. Parecería que están debilitados, pero no hay que confiarse”.
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- Una vez en el cargo Arévalo podría perder la inmunidad por falta de mayoría parlamentaria para impedirlo. ¿Cree que Porras tratará de quitársela?
“Lo intentará sobre la base de que ha utilizado la plataforma del ministerio público para chantajear a eventuales rivales políticos. Es lo que por ejemplo se manejó con el gobierno de (el presidente) Alejandro Giammattei, que tenía muchos casos ahí que eran la moneda de cambio para negociar su continuidad en el ministerio público. El problema fundamental que ha tenido Consuelo Porras con Arévalo y el movimiento que representa es que no tenía casos con los cuales poder negociar, por eso inventaron casos”.
- Arévalo prevé pedir la renuncia de Porras...
“No es su voluntad renunciar y más que por ella por lo que representa, porque en realidad es la figura más visible de lo que en su momento se denominó Pacto de Corruptos”.
- ¿La puede destituir?
“Creo que deben hacer mayores estudios legales, el gobernante como autoridad nominadora puede, luego de agotar un procedimiento administrativo, prescindir de sus servicios. Es una interpretación que yo he realizado de la ley”.
- ¿Destituirla es lo más importante?
“La salida de Consuelo Porras creo que es lo más inmediato, mas no lo más importante. Lo más importante es hacer una reforma del sistema judicial que trascienda en el tiempo y que cuatro años después no estemos en la misma discusión”.
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- Arévalo promete reformas masivas ¿Por dónde debería empezar la judicial?
Entre lo fundamental está hacer una propuesta al Congreso para reformar el modelo de elección de altas cortes (...).
“Entre las acciones inmediatas que él puede desarrollar es nombrar al procurador general de la nación, que es el abogado del Estado y tiene algún margen de maniobra en el ámbito penal. Se querella en casos de corrupción y de graves violaciones a los derechos humanos. Puede oponerse aún en este tiempo a las acciones que realice Consuelo Porras que vayan en contra del Estado”.
- ¿Recomendaría la creación del cargo de ministro de Justicia?
“Más que recomendar crear otro ente burocrático lo que se debe de garantizar es que las instituciones funcionen con verdadera autonomía. En el papel el ministerio público es una institución autónoma”.
- Cuando fue destituido por Porras usted investigaba al presidente Giammattei. ¿Hasta dónde llegan los tentáculos de la corrupción?
“La corrupción es un fenómeno enraizado en Guatemala, donde el poder está dirigido precisamente por todo un sistema de redes ilícitas que se incrustaron en el Estado haciendo del funcionamiento del Estado un negocio para satisfacer intereses de particulares y de los gobernantes, donde participa la élite empresarial del país. Casos de corrupción creo que abundan en todo el mundo, el tema es que el sistema político de Guatemala tiene como eje articulador una dinámica de corrupción”.