Brasilia. La centroderecha triunfó en la segunda vuelta de las elecciones municipales del domingo en Brasil, a expensas de los partidos del mandatario izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva y del ultraderechista Jair Bolsonaro, quien solo logró ganar en dos de las nueve capitales estatales a las que aspiraba.
En São Paulo, la ciudad más grande de América Latina y capital económica del país, el alcalde conservador saliente, Ricardo Nunes, fue reelegido con contundencia, obteniendo el 59,3% de los votos frente al 40,6% alcanzado por el izquierdista Guilherme Boulos.
Pese a un resultado por debajo de lo esperado, el Partido Liberal, al que pertenece Bolsonaro, gobernará por primera vez en cuatro capitales estatales, incluidas dos obtenidas en la primera vuelta del 6 de octubre.
Por otro lado, el Partido de los Trabajadores de Lula solo logró ganar una de las cuatro capitales en las que tenía candidatos en la segunda vuelta: Fortaleza, en el noreste de Brasil, una región tradicionalmente de izquierda.
En la última elección de 2020, la formación izquierdista no ganó ninguna de las 27 capitales estatales.
“Los grandes ganadores fueron los partidos de centro y centroderecha, que liderarán la mayoría de los municipios brasileños a partir de 2025”, explicó a la AFP el politólogo Leandro Gabiati, director de la consultora Dominium.
Gabiati señaló que estas municipales “no fueron una elección de outsiders, sino de la política tradicional”, y que los candidatos “más ideológicos” sufrieron derrotas.
“El equilibrio venció al extremismo”
Tras su victoria, el alcalde saliente de São Paulo, Ricardo Nunes, afirmó ante sus simpatizantes que los comicios dejaron “una gran lección: el equilibrio venció al extremismo”.
Nunes, del Movimiento Democrático Brasileño (MDB), celebró junto al gobernador de São Paulo, Tarcisio de Freitas, a quien calificó repetidamente como “el gran líder”. Freitas, exministro de Bolsonaro, suena como posible candidato a la presidencia en 2026, lo que podría posicionarlo como un rival directo del expresidente ultraderechista.
“En la primera vuelta voté por el candidato que no llegó a la segunda vuelta, Pablo Marçal. Ahora votaré por el que tiene ideas más cercanas a las suyas, Nunes”, comentó a la AFP Vitor Camargo Reis, analista de sistemas de 33 años, en un colegio electoral del sur de São Paulo.
Marçal, un influencer ultraconservador que agitó la campaña con su estilo provocador, quedó fuera en la primera vuelta por un estrecho margen y también está considerando una candidatura presidencial en 2026.
La derrota del diputado Boulos supuso un golpe duro para Lula, quien se involucró profundamente en su campaña. Sin embargo, el mandatario no asistió a la última aparición del legislador antes de las votaciones debido a un accidente doméstico ocurrido el 19 de octubre, cuando sufrió una caída en el baño que le obligó a reducir su agenda en Brasilia.
Este domingo, coincidiendo con su 79º cumpleaños, Lula no pudo desplazarse a su localidad de São Bernardo do Campo para votar y guardó silencio durante la jornada electoral.
Reconfiguración política
La abstención rozó el 30%.
La segunda vuelta definió el futuro de 51 ciudades, incluidas las más grandes, donde ningún candidato obtuvo la mayoría absoluta en la primera vuelta, hace tres semanas.
En Río de Janeiro, el centrista Eduardo Paes, apoyado por Lula, fue cómodamente reelegido en la primera vuelta para lo que será su cuarto mandato.
En 15 de las 27 capitales estatales, los votantes regresaron a las urnas, con disputas reñidas en nueve de ellas.
Además de Fortaleza, Cuiabá (centroeste) vio la victoria del Partido Liberal de Bolsonaro, mientras que en Porto Alegre (sur), el alcalde saliente, el centrista Sebastián Melo, gestionó la crisis de las inundaciones históricas y se impuso sobre la candidata del PT de Lula.
En Belém (Pará, norte), sede de la conferencia de la ONU sobre el clima COP30 en 2025, el bolsonarista climatoescéptico Éder Mauro perdió ante el centrista Igor Normando.
Bolsonaro tuvo una presencia discreta durante la campaña, lo que le valió el calificativo de “cobarde” por parte de su aliado Silas Malafaia, un pastor evangélico influyente.
El expresidente de extrema derecha está inhabilitado políticamente hasta 2030 por difundir desinformación sobre el sistema electoral, aunque confía en anular su condena para presentarse en 2026. Mientras tanto, Lula deja abierta la posibilidad de postularse nuevamente a la reelección.