Caracas. El presidente Hugo Chávez Frías fue reelegido el 7 de octubre para un cuarto periodo de gobierno y el 16 de diciembre su Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) se impuso en los comicios regionales y se quedó con 20 de los 23 estados del país.
No obstante, estas dos victorias electorales no disipan la incertidumbre sobre si el mandatario podrá continuar al frente de la nación suramericana.
Fue el propio Chávez quien sembró la duda, cuando anunció el 8 de diciembre que no había vencido al cáncer y que tenía que operarse, por cuarta ocasión, en Cuba. Y, ante la eventualidad de no estar presente el próximo 10 de enero –día de la juramentación oficial para iniciar el periodo que debe culminar en el 2019– ungió al vicepresidente y canciller, Nicolás Maduro, como su sucesor.
“Si pasa algo que me inhabilite para continuar al frente de la presidencia, Nicolás Maduro debe concluir el periodo. Mi opinión firme, irrevocable, absoluta, es que en el escenario que obligaría a convocar de nuevo a elecciones presidenciales, ustedes lo elijan como presidente de la República Bolivariana de Venezuela. Yo se los pido de todo corazón”, manifestó.
Tres escenarios están abiertos: el primero es que Chávez se recupere y pueda continuar con normalidad en el poder; el segundo, que no quede en capacidad para seguir gobernando, y, por último, que no supere la enfermedad. Los dos últimos obligarían a elecciones, ya que la Constitución prevé la convocatoria de comicios en 30 días, tanto si el Presidente no puede asumir como si fallece en los cuatro primeros años del mandato.
“Chávez está luchando para dejar todas sus cosas amarradas, él se siente un padre que está arreglando los papeles para los hijos y quien se va a encargar del negocio familiar. Tener una cadena de sucesión clara minimiza los riesgos de implosión, de la división interna, de los movimientos”, dijo Luis Vicente León, presidente de la encuestadora Datanálisis, al conocerse la noticia de la recaída del mandatario.
Después del resultado de los comicios regionales –que dejaron el mapa del país teñido de rojo, color que identifica a los seguidores de Chávez–, la gran pregunta es qué hará la oposición venezolana para enfrentar una eventual nueva elección presidencial.
El gobernador Henrique Capriles Radonski, que en las presidenciales de octubre logró 6,5 millones de votos, podría ser el candidato mejor posicionado para volver al ruedo electoral. Pero Ramón Guillermo Aveledo, secretario general de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), la alianza que aglutina a los partidos de oposición, prefiere no adelantar escenarios. “Se tomarán las decisiones oportunamente con madurez, con seriedad, con un diálogo político”, aseguró.
Éxito oficialista. Ulises Daal, del Partido Socialista Unido de Venezuela y director de Investigación de Políticas Sociales de la Asamblea Nacional, ofrece una respuesta sencilla a los recientes triunfos obtenidos por Chávez y su partido: “Fue reelegido porque en Venezuela se viene desarrollando un proceso de transformación social que incluye el fortalecimiento de la conciencia política del pueblo. Y porque el gobierno bolivariano ha venido dando respuestas a demandas del pueblo desatendidas en el modelo anterior”.
En cambio, el politólogo y director de la Escuela de Estudios Liberales de la Universidad Metropolitana, Guillermo Tell Aveledo, tiene otra opinión. “Los resultados tienen que ver con la fortaleza organizativa del Gobierno para movilizar recursos financieros y personas”, puntualizó.
Pero ambos coinciden en que el oficialismo ha obtenido réditos políticos gracias a los programas sociales (misiones). “La esperanza de cubrir necesidades básicas como una vivienda digna estimula el apoyo popular al Gobierno”, reslató Ulises Daal.
Luis Pedro España, sociólogo y director del Instituto de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad Católica Andrés Bello, puso de manifiesto que en el último sexenio Venezuela recibió ingresos petroleros como no había ocurrido durante los precedentes 30 años: “Acompañado con una prédica de identificación con los sectores populares, el caudal petrolero le ha permitido a Chávez aplicar políticas clientelares que se traducen en votos”, agregó.
Aveledo advierte que lo que está planteado es una intervención cada vez mayor del Estado en los ámbitos público y privado: “Hay riesgo de sectarismo, pues en la práctica el Estado, el Gobierno y el partido de Gobierno son lo mismo”.
La victoria del chavismo reavivó el debate sobre la consolidación del socialismo bolivariano del siglo XXI que apuesta por el Estado comunal, un modelo que polariza al país. El presidente aspira a que en el 2019, el 68% de los 30.550.479 de venezolanos viva en 3.000 comunas socialistas, las cuales no están vinculadas a la estructura de gobierno municipal, como en casi toda América Latina. El objetivo es sustituir el Estado federal, como está concebido en la Constitución, por una nueva estructura basada en el autogobierno de las comunidades organizadas. ¿Verá Chávez su sueño cumplido?
¿Modelo de exportación? ¿La impronta de Chávez puede extenderse a otros países de la región?
Los analistas Daal, Aveledo y España tienen dudas, pues consideran que son muchas las diferencias entre las naciones latinoamericanas, en términos políticos y fundamentalmente económicos.
Daal destacó los aportes de Chávez en lo que identifica como un objetivo común: la unidad latinoamericana y caribeña. “El presidente ha impulsado Petrocaribe, Alba, Unasur y Celac. Ha sido irreductible en su propósito de deslastrarse de las políticas neoliberales impuestas por el capitalismo. Sin embargo, cada país hará el tránsito hacia una sociedad más justa según sus particularidades”.
Aveledo añadió que durante los últimos 14 años la diplomacia venezolana ha sido exitosa y la influencia sobre la región es evidente, sobre todo a través de intercambios comerciales y donaciones. Advirtió que tanto el “reeleccionismo” como la negación de la alternabilidad democrática han adquirido fuerza en varios países de América Latina, pero no se lo atribuye a Chávez, sino al deseo de los gobernantes de permanecer en el poder.
“El chavismo no es un producto de exportación, porque emergió y se ha desarrollado en unas condiciones materiales que ningún otro país latinoamericano tiene. La señora Kirchner quisiera insultar a todos los empresarios, pero no puede porque depende de ellos, de su trabajo productivo. Chávez sí lo puede hacer porque controla el ingreso petrolero”, añadió España, quien admitió la posibilidad de que el proceso político que avanza en Venezuela aliente a los grupos de izquierda y las fuerzas progresistas: “Como ocurrió con Cuba, que alentó la lucha armada. Pero no olvidemos que la exportación de la revolución cubana no funcionó”.