Tokio. AFP. La tensión entre Japón y China se intensificó ayer con la exigencia de ambas potencias asiáticas de protección para sus ciudadanos, mientras Pekín restó méritos a Japón para ocupar un codiciado puesto permanente en el Consejo de Seguridad de ONU.
El cruce de reclamos se intensificó ayer, ante la exigencia de Pekín a Japón de proteger a sus ciudadanos residentes en el archipiélago tras los actos de vandalismo contra un edificio que comprende una oficina del Banco Chino en Yokohama.
La Policía señaló nueve grietas en la puerta de cristal del edificio que podrían haber sido causadas por disparos de pistolas de aire comprimido.
Pero fue en China en donde empezaron las protestas en contra de Japón, la semana pasada, porque nuevos textos de historia minimizan las atrocidades cometidas por el imperio nipón en China durante el siglo pasado, sobre todo en el transcurso de la invasión a China.
"Solamente un país que respeta la historia, asume la responsabilidad de la historia pasada y gana la confianza del pueblo de Asia y de todo el mundo, puede asumir mayores responsabilidades en la comunidad internacional", manifestó el primer ministro chino, Wen Jiabao, ayer en Nueva Delhi.
"Pienso que las respuestas fuertes del pueblo asiático deberían suscitar reflexiones profundas del gobierno japonés", agregó.. China tiene un asiento permanente en el Consejo de Seguridad y, junto a Estados Unidos, Rusia, Gran Bretaña y Francia, tiene derecho a veto.
Las palabras de Wen muestran hasta qué punto la población china, en parte debido a los recordatorios constantes del gobierno, sigue mostrando profundo resentimiento contra los japoneses por las atrocidades perpetradas durante su colonización de una región de Asia en los años 1930-40.
El gobierno japonés está a medio camino entre la indignación por las protestas y un uso cauteloso de la diplomacia.
Japón teme que el incidente afecte en las relaciones comerciales bilaterales.