La Policía Nacional de Nicaragua y las fuerzas paramilitares afines al Gobierno lograron el martes recuperar el control del simbólico barrio de Monimbó, en la ciudad de Masaya, convertido en epicentro de la resistencia contra el presidente Daniel Ortega.
Las imágenes difundidas por la televisión local mostraron a pobladores de Masaya escondidos tras barricadas levantadas con adoquines desde donde disparaban con morteros artesanales a las fuerzas oficialistas, que avanzaban con armas de alto calibre.
Horas después, los grupos progubernamentales divulgaron videos en los que se veía a hombres de civil con los rostros cubiertos disparando al aire sus rifles semiautomáticos y celebrando la recuperación de Monimbó.
Entre dos y cuatro muertos, según diferentes organismos, dejó la embestida, entre los cuales hay un policía.
Feroz ataque
Más de 1.000 hombres armados con ametralladoras entraron disparando a mansalva a Masaya, ciudad de 100.000 habitantes, ubicada a 30 km al sur de la capital, señalaron pobladores.
Un equipo de AFP intentó entrar a la ciudad, pero las vías fueron bloqueadas por antimotines y parapolicías que llegaron en 37 camionetas y rodearon Masaya.
“Es uno de los ataques más fuertes que han lanzado a Masaya, se oyen detonaciones y disparos de ametralladoras”, relató Cristian Fajardo, dirigente del movimiento estudiantil 19 de Abril.
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Con el rostro cubierto con camisetas, jóvenes de Monimbó se defendieron por horas detrás de las trincheras con piedras y morteros artesanales.
Las ráfagas de armas de todo calibre se escucharon por todos lados de Masaya, dijeron testigos.
“Han disparado a las casas. Agredieron a una ciudad indefensa con armamento desproporcionado”, expresó el dirigente de la Asociación Nicaragüense de Derechos Humanos (ANPDH), Álvaro Leiva.
Los paramilitares tomaron el hospital de Masaya para impedir la atención de heridos y lograron avanzar hasta la plaza del barrio Monimbó, lamentó Leiva.
Desataron “una cacería indiscriminada” contra la población, en la que capturaron a 40 personas, denunció.
Múltiples llamados
En medio de los enfrentamientos, el nuncio apostólico en Nicaragua, Stanislaw Waldemar Sommertag, llamó al Gobierno y a los opositores a pactar una tregua.
“Llorando por todos los muertos y rezando por sus familias, hago con todas mis fuerzas humanas y espirituales un llamado a las conciencias de todos para lograr una tregua”, instó el nuncio en declaraciones a la prensa.
El ataque se dio en momentos en que la comunidad internacional intensificó sus llamados al gobernante Ortega a cesar la violencia.
En Estados Unidos, el secretario de Estado Adjunto para Asuntos del Hemisferio Occidental, Francisco Palmieri, pidió “enérgicamente” a Ortega “que no ataque a Masaya”.
“La continua violencia y derramamiento de sangre promovidos por el Gobierno en Nicaragua deben cesar inmediatamente. El mundo está observando”, escribió Palmieri en Twitter.
La acción de las fuerzas gubernamentales forma parte de la llamada “operación limpieza” que policías y paramilitares iniciaron semanas atrás para desalojar de las calles a los manifestantes que exigen la salida del poder de Ortega, un exguerrillero de 72 años que gobierna desde 2007.
Masaya se declaró en rebeldía desde que estallaron el 18 de abril las protestas antigubernamentales que reclaman la salida del gobierno de Ortega y su esposa y vicepresidenta, Rosario Murillo.
La pareja presidencial es acusada por los opositores de instaurar una dictadura que controla todos los poderes del Estado, entre ellos, el parlamento, la justicia y el tribunal electoral.
Masaya era el único bastión rebelde que el Gobierno no ha logrado doblegar en los operativos realizados en las últimas semanas.
El secretario de la Presidencia nicaragüense, Paul Oquist, aseguró este martes a AFP en Bruselas que “el intento de llevar a cabo un golpe de Estado en Nicaragua ya está acabado” y abogó por terminar de resolver la crisis mediante la reanudación del diálogo.
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En tanto, la vicepresidenta Murillo celebró el avance en la “liberación” de las ciudades de las barricadas levantadas por los manifestantes, una “minoría llena de odio”.
En medio de las protestas, el parlamento, controlado por el oficialismo, aprobó el lunes una ley que castiga con 15 a 20 años de prisión el terrorismo.
La tipificación incluye a las personas que cometan actos para “alterar el orden constitucional u obligar a un gobierno o abstenerse de hacerlo”, lo que, según la oposición, busca criminalizar las protestas.
Por su lado, la ONU acusó a las autoridades de Nicaragua de graves violaciones a los derechos humanos, y se declaró muy preocupada por la desaparición de dos representantes del movimiento campesino, Medardo Mairena y Pedro Mena, detenidos el viernes en el aeropuerto de Managua.
El Gobierno quería recuperar el control de Masaya antes del jueves, cuando se cumplen tres meses de inestabilidad y se conmemora el aniversario de la caída del dictador Anastasio Somoza, en 1979, gracias a las fuerzas sandinistas.