Lviv. Con la guerra que se acerca, en el centro de Lviv, en el oeste de Ucrania, las innumerables estatuas están recubiertas con lonas protectoras y telas antincendios para protegerlas de un posible ataque ruso. De Neptuno, que domina junto a otras tres esculturas inspiradas en la mitología griega y romana la plaza del Mercado de esta ciudad, sólo queda visible el tridente.
A Anfitrite, Diana y Adonis les pasó lo mismo. En toda la ciudad, de 700.000 habitantes, un regimiento de agentes se apresura a proteger, con los medios que tiene, el rico legado cultural de Lviv, inscrito en el patrimonio mundial de la Unesco. La iniciativa corre a cargo de Andriy Saliuk, director de la Sociedad para la Protección de Monumentos, que en tiempos normales sensibiliza a la población y las autoridades para preservar el patrimonio.
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“Cuando la ‘fase caliente’ de la guerra llegó, un historiador me dijo que si había un bombardeo, Dios no lo quiera, podríamos perder las vidrieras”, explicó en su oficina, donde hay varias banderas ucranianas y las insignias de numerosos batallones que luchan en el este del país.
Para él, no hay tiempo que perder. “No hemos esperado que el gobierno haga alguna cosa, que alguien escriba un pedido de financiación. Saqué el dinero, reunimos a un equipo y compramos material”, prosiguió, precisando que recibió el apoyo de donantes acomodados.
Junto a Saliuk figuran restauradores de arte y empresarios de la construcción, todos ellos buenos conocedores del tema. Son precisamente estos profesionales los que aconsejaron los materiales necesarios para proteger las vidrieras de varias iglesias de la ciudad.
‘Como en la Primera Guerra Mundial’
Andriy Poshekva es uno de estos restauradores. Este cuadragenario supervisa la instalación de paneles protectores de las vidrieras de la basílica catedral de la Asunción, de finales del siglo XIV.
“Somos muy conscientes de que no estamos en condiciones de protegerlos de un impacto directo, pero intentamos tanto como sea posible protegerlos de daños leves, ya sea un incendio, una onda de choque o de pequeños fragmentos”, aseguró.
En un lado del templo, una imponente escultura que representa el Santo Sepulcro ya está envuelta con telas protectoras, bajo la mirada atenta de Liliya Onishchenko, responsable de la protección del patrimonio cultural para la municipalidad de Lviv.
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“He dedicado toda mi vida a la protección del patrimonio cultural y (...) no querría que el resultado de nuestro trabajo sea destruido por la guerra”, afirmó esta mujer de 66 años. En una iglesia armenia, un altar de madera del siglo XIV recientemente restaurado fue desmantelado y trasladado para preservarlo, “como en la Primera Guerra Mundial”.
Según Onishchenko, los museos de la ciudad pusieron a cubierto sus exposiciones. Tras haber empezado por “los objetos más frágiles”, Saliuk quiere pasar a la siguiente etapa. “La gente nos pregunta qué vamos a hacer con las obras de arte en el interior de la iglesias. Estaríamos encantados de ayudarlos, de coordinarlos, pero no podemos hacerlo todo solos”, admitió.