Buenos Aires. AFP. El candidato presidencial apoyado por el kirchnerismo, Daniel Scioli, surgió como favorito tras las primarias obligatorias del domingo en Argentina , pero el escrutinio anticipa una eventual segunda ronda con el líder de la oposición conservadora, el alcalde de Buenos Aires, Mauricio Macri.
El órgano electoral argentino dio por terminado el conteo este lunes. Casi 20 horas después del cierre de las urnas y con 97,84% escrutado, Scioli sumaba 38,41% de los votos; Macri, 30,07%, y el diputado Sergio Massa, 20,63%.
Argentina elegirá el 25 de octubre al sucesor de la mandataria Cristina Fernández.
Esos resultados sitúan a Scioli ante una posible segunda vuelta electoral en noviembre, que la ley contempla cuando ninguno de los candidatos alcanza el 45% más uno de los votos o 40% con una diferencia mayor a 10 puntos.
“La experiencia muestra que normalmente el que queda primero tiende a subir y no a bajar”, advirtió el politólogo Rosendo Fraga, de la consultora Nueva Mayoría.
Con ocho puntos de ventaja , el aspirante del oficialismo “no es un candidato derrotado ni mucho menos; tampoco es un ganador ”, destacó.
Quien asuma la Presidencia el 10 de diciembre afrontará desafíos como resolver el conflicto por los llamados “fondos buitres” que se negaron a entrar en el canje de deuda y relanzar la economía que oscila entre el estancamiento y un pobre crecimiento, tras una década de poderoso impulso al consumo y a la producción fabril.
A Scioli, de 58 años, lo respalda la coalición gobernante que limitó el acceso a las divisas extranjeras, aplicó gravámenes a las importaciones y tuvo una política antiliberal y estatista, pero este excampeón de motonáutica que perdió un brazo en un accidente durante una carrera, es visto en Argentina como un moderado capaz de conciliar con el mercado.
Por la misma vía. “Tengo mucha confianza y certidumbre en lo que estamos proponiendo y que el pueblo argentino no quiere volver a empezar, no quiere una marcha atrás”, dijo Scioli el lunes, en una conferencia de prensa junto a su compañero de fórmula, Carlos Zannini, cercano colaborador de la presidenta.
Aseguró que no recurrirá “a las viejas recetas” de ajustes y recortes del gasto público, pero no profundizó más en el tema.
Gobernador de la provincia de Buenos Aires, un distrito del tamaño de Italia y con casi el 40% del padrón de 32 millones de electores, el domingo citó al papa Francisco como su “fuente de inspiración”, homenajeó al ya fallecido expresidente Néstor Kirchner, de quien fue vicepresidente, y ratificó la continuidad, pero a la vez anunció cambios en la gestión, sin precisar cuáles.
Frente a quienes opinan que Fernández seguirá marcando la política luego de que deje el gobierno en diciembre –impuso a su hombre de confianza, Carlos Zannini, en la fórmula presidencial–, Scioli insiste en que hará las cosas “a su manera”.
La otra opción. Por su lado, Macri, un empresario liberal de 56 años, representa el cambio y la ruptura con la gestión peronista.
Alcalde de Buenos Aires desde el 2007, Macri es el mejor ubicado entre los opositores. Es el preferido de los sectores financieros, económicos y grandes productores agrícolas, que lo ven como el hombre que pondrá fin a las medidas proteccionistas impulsadas desde el 2003.
En un intento por ampliar la base electoral de su partido PRO (Propuesta Republicana), Macri integró la coalición Cambiemos con la Unión Cívica Radical (UCR), socialdemócrata.
Después de votar el domingo, Macri llamó a la unión de la oposición alrededor de su candidatura, tanto adentro como afuera de la coalición y propuso “devolverle el Estado a la gente y no ponerlo al servicio de los intereses de la política”.
Sergio Massa, de 43 años, disidente del kirchnerismo, que conformó la coalición UNA, se reafirmó como el tercero en discordia y podría ser el árbitro en una eventual segunda vuelta.
Hasta ahora, nunca una elección presidencial se definió con segunda ronda en Argentina.
Néstor Kirchner (2003-2007) y su esposa, Cristina Fernández (2007-2015), gobernaron durante 12 años. La presidenta, que cuenta con una imagen positiva de más de 50%, está inhabilitada por la Constitución para presentarse a un tercer mandato, tras ser reelegida en el 2011.
Por eso pactó un acuerdo con Scioli, uno de los políticos con mejor imagen y de tendencia dialoguista, a diferencia del estilo confrontativo de la mandataria.