Shanghái. Un año después de las históricas manifestaciones contra la política anticovid de China, que tomaron por sorpresa a las autoridades en Shanghái, el recuerdo de las protestas es imborrable para muchos participantes.
Con confinamientos repetidos sin previo aviso y pruebas de PCR a gran escala casi diariamente, las medidas “cero Covid” perturbaron el día a día de los chinos durante casi tres años, hasta finales de 2022.
Un incendio mortal en Urumqi (Sinkiang, noroeste de China), donde las restricciones sanitarias podrían entorpecer a los servicios de emergencia, desencadenó hace un año manifestaciones de una magnitud no vista desde 1989.
En la noche del 26 al 27 de noviembre de 2022, cientos de personas celebraron una vigilia en homenaje a las 10 víctimas en la calle Wulumuqi de Shanghái, nombre en mandarín de la ciudad de Urumqi.
“El ambiente era triste, pero también estimulante”, recuerda Li, una manifestante cuyo nombre fue modificado por motivos de seguridad.
El encuentro se transformó en llamamientos a cesar la política “cero Covid” y a la dimisión del presidente Xi Jinping, incluso al derrocamiento del Partido Comunista en el poder, algo inusual en China.
Desde entonces y tras levantarse las restricciones, “todo el mundo parece haber pasado página, nadie habla de ello”, indica la joven de unos veinte años a esta agencia.
Pero “cuando pienso en ello, todavía siento la asfixia”, afirma.
Al acercarse el aniversario, la policía la visitó y le advirtió que no se manifestara.
“Retórica contra el régimen”
Esta manifestación espontánea se extendió después a varias ciudades, entre ellas Cantón (centro), Chengdú (suroeste) y Pekín, pese a la imponente presencia policial y las cámaras de vigilancia.
Los participantes, principalmente entre 18 y 35 años, sacaban hojas de papel blancas para materializar la censura.
“No es de extrañar que estallaran manifestaciones ante las restricciones cero covid”, afirma la sinóloga Diana Fu, de la Universidad de Toronto, en Canadá.
Lo sorprendente, sin embargo, “fue la retórica brutal contra el régimen”, señala Fu, un tema especialmente delicado que expone a los participantes a fuertes represalias.
“Pensaba poder vivir sin (libertad de expresión), ya que no afectaba a mi día a día”, pero todo cambió con el Covid, explica Li.
Sin embargo, la mayoría de los participantes no querían “reformas políticas”, afirmó entonces la investigadora Chenchen Zhang, de la Universidad de Durham (Reino Unido).
Huang Yicheng, de 27 años, fue detenido brevemente por la policía antes de huir a Alemania.
“La propuesta fue como una fuerte marea”, afirma. Pero cuando se levantaron las restricciones sanitarias, “nos encontramos varados en la orilla, como los peces (cuando el agua retrocede), lamenta.
Levantar las restricciones
Según la manifestante Li, la policía no dudó en usar la fuerza en la segunda noche de protestas en Shanghái. Una semana después, fue convocada en comisaría.
Allí le enseñaron una foto suya en la manifestación y le pidieron “describir lo que había hecho y por qué estaba allí”.
Huang Yicheng afirma que fue arrastrado al suelo por la policía y que vio cómo golpeaban a muchas mujeres esa noche.
Un centenar de personas fueron detenidas en todo el país tras las manifestaciones, calcula William Nee, de la organización Chinese Human Rights Defenders (CHRD). La mayoría fueron liberadas.
El ministerio chino de Seguridad Pública no respondió a la solicitud de comentario de esta agencia.
Diez días después del comienzo de las manifestaciones, China suavizó parte de sus medidas anticovid, un giro que Li y Huang Yicheng atribuyen a su movilización.
China levantó la mayoría de sus restricciones sanitarias y reabrió progresivamente sus fronteras en enero de 2023.