Paris. Desde el inicio del conflicto bélico, Ucrania recibió diversos suministros de material bélico para su defensa, y en esta ocasión, los aviones F-16 que prometieron a Kiev plantean un reto sustancial en términos de entrenamiento y no podrán ser desplegados en el campo de batalla de manera inmediata.
Así como los tanques pesados y algunos tipos de misiles, las aeronaves estadounidenses proporcionadas por Países Bajos y Dinamarca representan un logro político y diplomático para el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski.
Sin embargo, también entrañan desafíos significativos en un conflicto donde la aviación aún no desempeña un papel protagónico.
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Los codiciados cazas
El modelo F-16 de la compañía estadounidense Lockheed Martin era el solicitado por Ucrania durante los últimos meses, pero los países occidentales mostraron cierta reticencia en entregarlos.
Gareth Jennings, un experto en asuntos militares de la firma británica de inteligencia Janes, comentó a esta agencia que “el radar y los sistemas de armas de este avión podrían estar al nivel de los aviones rusos, como el Sukhoi-35 y otros”.
Equipados con sistemas de armas modernos de fabricación occidental, estos cazas no solo contribuirán a restablecer el inventario mermado del país, sino que también ayudarán a reducir la disparidad en capacidad frente a las avanzadas aeronaves rusas, según explicó el portavoz de la aviación ucraniana, Yuriy Ignat, quien expresó la necesidad de 128 aviones de combate, además de aeronaves de entrenamiento y transporte.
Estos cazas permitirán a Ucrania “hacer frente a diversos desafíos y atacar distintos objetivos, incluyendo aeronaves, objetivos terrestres y posiciones enemigas en profundidad”, aseguró en una entrevista con Radio Liberty Ukraine.
Un Largo Camino de Entrenamiento
La formación de un piloto en las características específicas de estas aeronaves demanda varios meses.
A pesar de que el personal ucraniano demostró una notable eficiencia en la formación y alzanzaron sus objetivos de manera anticipada en numerosas ocasiones, la tarea es monumental, afirmó Ivan Klyszcz, investigador del Centro Internacional para la Defensa y la Seguridad (ICDS) con sede en Estonia.
El mantenimiento de las aeronaves y la adquisición de piezas de repuesto también presentan desafíos importantes, comentó Klyszcz.
El profesor Justin Bronk, perteneciente al instituto británico RUSI, expresó su preocupación acerca de “una dependencia significativa de asesores civiles para supervisar y garantizar la formación” de los mecánicos ucranianos, lo que aumenta el riesgo político ante los posibles ataques rusos.
El viernes pasado, el general estadounidense James Hecker, comandante de la fuerza aérea de su país en Europa, advirtió que los plazos necesarios para preparar escuadrones de F-16 no son compatibles con la urgencia del momento.
“Se requiere tiempo para entrenar adecuadamente a los escuadrones de F-16 y dotarlos de las capacidades necesarias. Esto podría tomar entre cuatro o cinco años”, declaró Hecker según el sitio especializado The War Zone.
Un peso militar limitado
Los expertos consultados por esta agencia opinan que los cazas F-16 no conferirán a Ucrania un control absoluto del espacio aéreo, el cual permaneció sin dominio por ninguna de las partes desde el inicio del conflicto.
En marzo, el servicio de investigación del Congreso estadounidense señaló que las aeronaves de combate “no habían desempeñado aún un papel crucial en el conflicto y es poco probable que lo hagan dada la capacidad de ambos bandos, Ucrania y Rusia”.
Según este informe, ambas partes emplearon sistemas avanzados de defensa aérea que atenuaron la eficacia de la aviación en el combate.
El objetivo no es tanto obtener el dominio del espacio aéreo como negar el acceso al enemigo, evitando que este utilice el cielo como plataforma operativa. Ivan Klyszcz añadió que ninguna de las fuerzas involucradas “puede lograr supremacía aérea sin exponer gran parte de su flota, lo cual es especialmente cierto en el caso de Ucrania”.
Un triunfo de significado político
La cuestión del impacto político de esta donación no debe pasarse por alto.
El almirante Pascal Ausseur, director general de la Fundación francesa de Estudios Estratégicos para el Mediterráneo (FMES), sostiene que esta donación es una señal política de respaldo. Afirmó que “esto refuerza aún más el apoyo militar occidental”, y enfatizó su relevancia para el equilibrio diplomático global y el terreno mismo.
El presidente Zelenski resaltó especialmente este regalo por parte de Europa. “La tarea de los políticos es fomentar la unidad. Más unidad significa más fuerza”, afirmó.