Bagdad
Bagdad acentuó su presión el jueves sobre el Kurdistán iraquí al destituir al gobernador de la disputada provincia de Kirkuk que tomó posición a favor del referendo kurdo de independencia.
El martes, el Parlamento federal votó contra esta consulta prevista el 25 de setiembre que ya provoca inquietud en la región, los países vecinos temen que la veleidad separatista de Erbil contagie a las minorías kurdas.
El Parlamento iraquí votó además el jueves, por unanimidad de los 173 diputados presentes, en respuesta al pedido del primer ministro Haider al Abadi, la destitución del gobernador kurdo Najm Eddine Karim.
En agosto, Karim anunció que organizaría el referendo kurdo, a pesar de la oposición de Bagdad y cuando Kirkuk no depende del gobierno local de Erbil.
A medida que se acerca el día de la consulta, el pulso entre Bagdad y Erbil no deja de aumentar, con votos cuestionados y rumores cada vez más persistentes sobre posibles incidentes en el futuro.
A fines de agosto, el Consejo provincial de Kirkuk votó para organizar el referendo, con la ausencia de sus miembros árabes y turkmenos que llamaron a boicotear la consulta. El martes, los diputados kurdos dejaron para protestar el Parlamento en Bagdad.
El Parlamento de Erbil, que no sesiona desde hace más de dos años, se reunirá el viernes para dar "un marco legal" al referendo, según el portavoz de la asamblea, Tariq Jawhar.
El tema de las zonas disputadas, como Kirkuk, es particularmente sensible en Irak y el referendo podría hacer que la situación estalle.
En la provincia de Kirkuk, por ejemplo, el rumor es cada vez más fuerte sobre el hecho de que las diferentes comunidades se estarían armando, mientras que numerosas fuerzas armadas paramilitares se instalan un poco en todas partes.
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En la ciudad de Kirkuk, los peshmergas, combatientes kurdos, tomaron el control de la seguridad, mientras que en los alrededores, las unidades paramilitares chiitas se desplegaron.
Hadi al-Ameri, el jefe de la organización Badr, poderoso grupo paramilitar respaldado por Teherán, denunció con vehemencia las ambiciones separatistas de los kurdos, que podrían dar ideas, según él, a los deseos de los sunitas y otras minorías. "Una secesión llevará a la guerra civil", dijo en un discurso este influyente líder chiita.
"No nos pondremos de acuerdo sobre las fronteras entre árabes y kurdos, no tenemos otra opción que proteger la unidad de Irak, su soberanía, su honor y su independencia", insistió.
Los responsables kurdos afirman que una victoria del sí en el referendo no será seguida inmediatamente de un anuncio de independencia sino que les permitirá lanzar, en posición de fuerza, nuevas negociaciones con el poder en Bagdad.
Los países vecinos, Irán y Turquía en primer lugar, piden igual que se suspenda esta consulta.
El jueves, Turquía advirtió que la organización del referendo "tendrá un precio", una posición capaz de comprometer la viabilidad de un eventual estado kurdo ya que el Kurdistán iraquí obtiene la mayor parte de sus ingresos con la exportación de petróleo a través de un ducto que llega al puerto turco de Ceyhan.
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Washington y numerosos países occidentales piden también posponer o suspender el referendo, estimando que perjudicará la lucha contra el grupo yihadista Estado Islámico (EI), que aún controla dos bastiones en Irak.
En cuanto a los 5,5 millones de kurdos que deben pronunciarse a favor o en contra de la independencia del Kurdistán iraquí, y que se beneficia desde 1991 de una autonomía que se amplió con el correr de los años, están divididos sobre el calendario de voto.