Washington. Ante las desastrosas imágenes de caos en el aeropuerto de Kabul y de los talibanes patrullando las calles de la capital afgana, el presidente de Estados Unidos hablará finalmente este lunes sobre Afganistán.
Joe Biden se dirigirá a sus compatriotas a las 3:45 p. m. (hora local) desde la Casa Blanca, dijo el ejecutivo en un comunicado.
El mandatario demócrata, de 78 años, callado desde hace varios días ante la crisis más grave desde su elección en noviembre, acortó su estancia en Camp David, el lugar de vacaciones de los presidentes estadounidenses.
Inicialmente estaba previsto que permaneciera allí hasta el miércoles, pero la toma relámpago de Afganistán por parte de los talibanes, y la caótica evacuación llevada a cabo por las fuerzas estadounidenses en el lugar, hicieron insostenible su estadía fuera de Washington y lejos de la prensa.
Biden, comandante en jefe de las Fuerzas Armadas estadounidenses, debía llegar a las 3 p. m. (hora local) a la Casa Blanca.
Todos los medios estadounidenses, incluidos los que habían saludado con alivio su elección en noviembre pasado, hablan de “desastre” (CNN) o de un Biden “a la defensiva” (Washington Post).
“Sea visto como justo o injusto, la historia recordará que Joe Biden fue quien presidió la humillante conclusión de la experiencia estadounidense en Afganistán”, tras 20 años de guerra, afirma el New York Times.
Frente a esta ola de críticas, nunca vista desde las elecciones, la Casa Blanca de Biden, esa máquina bien engrasada, parece paralizada.
Así lo demuestran los tuits difundidos durante el fin de semana, mientras Estados Unidos sigue hora a hora la caída de Kabul y la imagen de helicópteros que salen de la embajada recuerda las últimas imágenes de la guerra de Vietnam.
En una instantánea transmitida el domingo en Twitter, Biden estaba solo en una enorme mesa de reuniones de Camp David. Con una camisa polo azul oscuro, se lo veía frente a una pantalla de videoconferencia y varios relojes de pared configurados en varias zonas horarias, recibiendo "actualizaciones" sobre Afganistán de parte de altos funcionarios.
Durante su último discurso público sobre Afganistán el martes pasado, Biden defendió una y otra vez su decisión de retirar a los últimos soldados estadounidenses a más tardar el 31 de agosto, confiando el destino del país a un gobierno y a los soldados afganos ahora derrotados.
El jueves y el viernes, mientras los talibanes tomaban el control de Afganistán a una velocidad asombrosa, la prioridad de la Casa Blanca seguía siendo ensalzar el “plan Biden” que, supuestamente, reconstruiría la economía estadounidense sobre una base más justa.
Y el sábado, fue en un comunicado que Biden anunció llevar a unos 5.000 soldados el despliegue militar en Kabul para asegurar la evacuación de civiles. Luego anunciaría otros mil más.
Pero su presidencia, hasta ahora bastante controlada, con promesas de dedicarse a las reformas económicas y sociales "aburridas", como dijo el propio Biden, se ha visto de hecho sacudida.
Hasta ahora, nada ha mermado un índice de popularidad firmemente anclado por encima del 50%, ni siquiera el reciente repunte de la pandemia covid–19.
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La semana pasada debía ser la de la consagración de los esfuerzos del presidente, un astuto veterano de la política estadounidense, por aprobar un gigantesco programa de infraestructura con los votos de algunos senadores republicanos.
La Casa Blanca pretendía dedicar las próximas semanas a otro proyecto faraónico, aplicando a Estados Unidos algunas recetas del estado de bienestar europeo, con más apoyo para gastos médicos o universitarios.
Pero el colapso del gobierno afgano y su ejército financiado por Washington rompe esta secuencia bien preparada.
Y el mutismo del presidente demócrata ante la angustia de muchos civiles afganos contrasta con la imagen de hombre compasivo que suele cultivar.
La oposición republicana, hasta ahora callada porque la opinión pública estadounidense era mayoritariamente favorable a la retirada de las tropas, se precipitó contra la administración demócrata por lo que considera una humillación para el ejército estadounidense.
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Contra Biden también se abalanzó su antecesor republicano Donald Trump, pidiendo su renuncia a pesar de que el mismo había decidido el retiro definitivo de las tropas estadounidenses a partir del 1.° de mayo del 2021, fecha límite aplazada hasta el 31 de agosto por el gobierno demócrata.
“El resultado en Afganistán, incluida la retirada, habría sido totalmente diferente si la Administración Trump hubiera estado a cargo. ¿Ante quién o ante qué se rendirá Joe Biden a continuación? Alguien debería preguntarle si pueden encontrarlo”, dijo el exmandatario en un comunicado este lunes.