Bogotá. AFP. La candidatura del expresidente colombiano Álvaro Uribe al Senado sacude una intensa campaña para las elecciones legislativas del 9 de marzo, en un país dividido en relación con el proceso de paz en Cuba con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
Uribe, quien gobernó en dos periodos del 2002 al 2010, desarrolló una política de combate frontal a las FARC y, con apoyo de Estados Unidos, confinó a la guerrilla a las zonas rurales más apartadas del país y redujo sus combatientes a la mitad, ahora entre 7.000 y 8.000.
Cuatro años después de haber dejado la Presidencia, Uribe goza de una popularidad de más del 60%. La campaña electoral confirma su reputación de hiperactivo.
Desde principios de este año, Uribe ha visitado 18 de los 32 departamentos de Colombia, con un promedio de cinco reuniones diarias, aseguran sus colaboradores.
En una reciente entrevista, Uribe expresó su frustración por cómo se desarrolla en Cuba el diálogo de paz con las FARC , pues cree que la guerrilla adquirió inmerecidamente el estatus de actor político.
Por ello, parece improbable que la bancada de Uribe pueda ser mayoritaria en el próximo Congreso, pues la mayoría de los colombianos apoya el proceso de paz, y el expresidente genera tanto rechazo entre sus detractores como admiración entre sus seguidores.
Además, en las calles surgió un grupo antiuribista, identificado como el Partido del Tomate, que le lanza esos frutos para perturbar sus concentraciones electorales.