Bagdad. AFP. Milicias chiitas comenzaron ayer a agruparse a las puertas de Ramadi para intentar reconquistarla junto a las tropas gubernamentales iraquíes, antes de que los yihadistas del grupo Estado Islámico (EI) logren convertir a esta ciudad en uno de sus bastiones.
En la vecina Siria, el régimen de Bashar al-Asad sufrió un nuevo revés de envergadura al perder el control de su principal campo militar en la provincia de Idleb (noroeste), conquistado por la coalición de rebeldes y miembros de al-Qaeda.
Criticado tras la caída de Ramadi el domingo, el primer ministro iraquí, Haider al-Abadi resolvió apelar a las Unidades de Movilización Popular, una coalición de milicias y voluntarios mayoritariamente chiitas.
Las principales milicias de estas Unidades de Movilización desempeñaron un papel clave en exitosas operaciones contra el EI en diversas zonas al norte de Bagdad, pero se las ha acusado de cometer abusos y de llevar a cabo ejecuciones sumarias.
Estos combatientes “comenzaron a llegar a las zonas al este de Ramadi”, anunció el general Ali al-Majidi, desde una base al oeste de Bagdad.
Actuando rápidamente, las fuerzas gubernamentales, que siguen siendo frágiles, quieren evitar que los yihadistas coloquen explosivos y minas en las principales calles y edificios de Ramadi, como lo hicieron en Tikrit, frenando la reconquista de esta ciudad al norte de Bagdad.
La pérdida de Ramadi, a solo 100 kilómetros de Bagdad, representa el más serio revés para el régimen desde la ofensiva que permitió al EI controlar vastos territorios en junio del 2014.
En cambio, su conquista permite al EI, que cuenta con millares de hombres en Irak y Siria, reforzar su influencia en la inmensa provincia de Anbar, fronteriza con Siria y Arabia Saudí, de la cual Ramadi es la capital.
Estados Unidos, aliado de peso de Bagdad, reconoció que la caída de Ramadi representaba un “revés” y que las milicias chiitas, algunas de las cuales son apoyadas por Irán, tienen en lo sucesivo “un papel que jugar en tanto se encuentran bajo el control del Gobierno iraquí”.
La caída de Ramadi ilustró la gran fragilidad del Ejército, que el domingo se retiró en desorden de sus últimas posiciones.
Imágenes difundidas por el EI muestran tanques, transportes de tropas y otros vehículos militares, así como armas y municiones abandonados en las bases del Ejército.
Según la Organización Mundial para las Migraciones (OIM) , al menos 40.000 personas han sido desplazadas por los combates en Ramadi, donde por segunda vez en un mes, un gran número de habitantes se vieron obligados a huir.
En el noreste de Siria, al menos 170 combatientes del EI resultaron muertos en las últimas 48 horas por los ataques aéreos de la coalición liderada por Estados Unidos, informó este martes el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH).
Las fuerzas del régimen de Damasco se encuentran en dificultades, en particular en la provincia de Idleb (noroeste), donde el Ejército perdió su último gran campo a manos de una coalición de rebeldes y miembros de al-Qaeda.
“Todas las tropas del régimen se retiraron de la base militar de Al Mastuma, la más grande de Idleb. Está por completo en manos de los rebeldes”, afirmó Rami Abdel Rahman, director del OSDH, con sede en Gran Bretaña. El campo, en el que se agrupaban miles de soldados e importantes armamentos, cayó en menos de 48 horas.
El régimen perdió en estos últimos meses el control de las partes más importantes de esta provincia, fronteriza con Turquía.
El Ejército enfrenta además una ofensiva del EI en Palmira, una ciudad en el centro del país con un célebre sitio antiguo y una gran prisión.