Xinjiang, China. Huesos en el suelo entre las huellas de orugas metálicas. En este cementerio musulmán del noroeste de China, las topadoras borraron brutalmente todo vínculo entre los uigures y su memoria de ultratumba.
En Shayar, las tumbas, reducidas a montones de ladrillos, salpican el paisaje. El espectáculo se repite en más de una decena de cementerios visitados el mes pasado por la AFP en Xinjiang, región mayormente musulmana, objeto de un estricto control por parte de Pekín.
Los periodistas constataron la presencia de huesos al aire libre en tres antiguos cementerios. El régimen chino ha reforzado las medidas de vigilancia en Xinjiang desde hace unos dos años en nombre de la lucha contra el separatismo y el terrorismo islámico.
Los más de 10 millones de uigures, principal etnia de la región, son objeto de especial atención. Según organizaciones de derechos humanos, no menos de un millón de ellos han sido internados en campos de reeducación.
Pekín niega esta cifra y explica que se trata de “centros de formación profesional” destinados a luchar contra la radicalización islamista.
Según imágenes satelitales analizadas por la AFP con la asociación Earthrise Alliance, al menos 40 cementerios uigures han sido arrasados desde el año pasado en esta región.
En Aksu se transformó un gran cementerio en un “Parque de la Felicidad”, que comprende un lago artificial y juegos para niños. El sitio era venerado por los uigures porque albergaba la tumba de uno de sus poetas del siglo XX, Lutpulla Mutellip.
El lugar era como “un santuario para el nacionalismo uigur”, explicó Ilshat Kokbore, quien visitó el país en los años 90 y vive exiliado en Estados Unidos. No se conoce el destino de los restos de Mutellip. Un funcionario del nuevo cementerio, donde los cadáveres fueron trasladados dice que no sabe qué ocurrió con las cenizas del poeta. En cuanto a las autoridades de Aksu, no estaban disponibles para responder a las preguntas.
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"El gobierno chino se esfuerza por destruir todo sentimiento uigur de pertenencia a esta tierra", acusa Aziz Isa Elkun, militante exiliado en el Reino Unido. Los cementerios son "un vínculo entre la antigua y la nueva generación".
En setiembre, tres periodistas de la AFP visitaron una decena de cementerios destruidos en cuatro comunas, así como tres nuevos sitios donde se han vuelto a enterrar restos mortales.
Durante la visita de un antiguo cementerio en Shayar, los periodistas eran vigilados por un grupo de 11 personas, algunas de las cuales explicaban que las ruinas de las tumbas eran en realidad las de casas antiguas, hornos de pan, o simplemente, montones de arena. Incluso frente a los huesos hallados en el suelo, los funcionarios se negaban a asumir la evidencia.
“Es demasiado largo para ser humano”, aseguró uno de ellos, aplicando un fémur contra su pierna para fines de comparación. Los expertos entrevistados confirmaron que los restos fotografiados en el lugar por los reporteros eran humanos.
Práctica continua
La demolición de cementerios en Xinjiang no es algo nuevo. Imágenes satelitales revelan destrucciones que remontan a más de 10 años. Pero las operaciones iniciadas en los dos últimos años son más flagrantes porque van acompañadas de la destrucción de unas 30 mezquitas y otros lugares religiosos, como lo reveló en junio una investigación de la AFP basada en otras fotos satelitales.
En documentos internos consultados el año pasado, los funcionarios explicaban que estos centros debían transformar a sus pensionistas en mejores ciudadanos chinos “cortando su linaje, sus raíces, sus vínculos, sus orígenes”.
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Los activistas uigures en exilio creen que esto explica por qué los cementerios fueron atacados. “Esto se inscribe en una ofensiva para erradicar todo rastro de lo que somos y transformarnos en hans”, etnia mayoritaria en China, cree Salih Hudayar, quien afirmó que la tumba de sus bisabuelos fue demolida.
La justificación oficial de las demoliciones varía de un lugar a otro. En Urumqi, la capital regional, un cementerio cercano al aeropuerto fue arrasado para dar lugar a un proyecto de “reconstrucción” del barrio.
En Shayar, se trata de “ganar espacio y proteger el ecosistema”, arguye un anuncio publicado a la entrada de un nuevo camposanto. “Los nuevos cementerios son limpios”, afirmó Kadier Kasimu, director adjunto del departamento de asuntos culturales de Shayar. “Los antiguos estaban esparcidos, ahora está mejor ordenado”.
Los sitios recién construidos son indudablemente más uniformes que los cementerios uigures tradicionales, subrayó desde Estados Unidos Tamar Mayer, experta en ciencias de la tierra del Middlebury College, especializada en santuarios uigures. Los nuevos espacios “no tienen individualidad”, observó. En estos cementerios, las tumbas, todas iguales, están alineadas unas contra otras. “No hay lugar para el duelo” en estas instalaciones, indicó.
Rápido a otras tumbas
Los desplazamientos de cementerios parecen haberse realizado precipitadamente. En Hotan, en el sur de la región, los habitantes tuvieron solo dos días para recuperar los cadáveres, según un aviso fotografiado en mayo. “Las tumbas que no se reclamen durante el período de registro se trasladarán como cuerpos abandonados”, decía la nota.
En otras partes de China, la explosión urbana y el desarrollo económico han costado caro al patrimonio. Muchos cementerios fueron destruidos, lo que a veces provocó la ira de los habitantes.
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A veces se acusa al régimen comunista de no respetar las tradiciones funerarias, como en la provincia de Jiangxi(centro), donde los funcionarios destruyeron el año pasado ataúdes para obligar a los habitantes a recurrir a las cremaciones. Según un dictamen publicado el año pasado por el Ministerio de Asuntos Civiles, el Estado debe “erradicar ciertas prácticas funerarias” para la protección del medio ambiente.
Por el momento, los uigures, al igual que otras minorías, están exentos de aplicar ciertas medidas, como la cremación obligatoria. Pero las autoridades están endureciendo el tono, según Rian Thum, especialista en historia y cultura uigur en la Universidad de Nottingham, Reino Unido.
El especialista, que ayudó a confirmar la destrucción de los sitios funerarios, sostuvo que “actualmente se impulsa toda política que ataca la cultura uigur”.