Río de Janeiro. EFE. La mayoritaria clase media brasileña viene conteniendo sus gastos ante el aumento de los precios y el futuro incierto, precisamente cuando se le considera el fiel de la balanza en las elecciones presidenciales del próximo domingo en Brasil.
El temor a un cambio de ciclo económico más restrictivo ha obligado a muchos brasileños a poner el pie en el freno de sus gastos o a racionalizarlos frente a las alegrías de tiempos pasados, dijeron diferentes expertos consultados.
Asimismo, la desaceleración del consumo afecta principalmente a la llamada clase C, integrada por 100 millones de brasileños y que representa un poco más de la mitad de la población del país, con ingresos mensuales per cápita que varían entre 320 reales (unos $130) y 1.120 reales (unos $500).
Un tercio de esa nueva clase media, al menos 30 millones de personas, vivía en la pobreza hasta hace apenas una década y se benefició de los programas de distribución de renta impulsados por el entonces presidente Luiz Inácio Lula da Silva y por su sucesora y ahijada política, Dilma Rousseff, que aspira a ser reelegida el domingo.
Los sondeos de intención de voto indican que con Rousseff , favorita entre los más pobres, y la ecologista Marina Silva, su principal rival en la disputa por la Presidencia, liderando entre los más pudientes, será la clase media la que decidirá el futuro jefe de Estado de Brasil.
A una semana de las presidenciales, todos los sondeos apuntan a que Rousseff y Silva serán las candidatas más votadas el domingo, pero también que ninguna de ellas superará el 50% de los sufragios, por lo que deberán definir el duelo en una segunda vuelta , que se celebrará tres semanas después, el 26 de octubre, y en la que la jefa de Estado aparece como favorita, pero con una ventaja muy reducida.
Cautela. La desaceleración de gastos de la clase C , para los especialistas consultados, no es solo un aviso por tener en cuenta en un país en el que el consumo interno es uno de los principales motores de la economía, sino también en momentos en que se decide el futuro de Brasil.
Según señaló Christian Travassos, responsable económico de la Confederación de Comercio de Río de Janeiro (Fecomercio) , “la desaceleración del consumo de las clases medias está en sintonía con varios indicadores, como el de la inflación, que ronda el 6,5% anual frente al 4,5% previsto por el Banco Central, y con una mayor desconfianza por parte del consumidor ”.
Otros indicadores, como salarios bajos y el fuerte endeudamiento que padecen las familias de menor renta, completan el panorama.
“Una parte de la clase media está teniendo dificultades para pagar las deudas que ha contraído”, aseguró Travassos, “y esa es otra causa que explica la mayor moderación que se percibe del gasto de las familias en los últimos meses”.
Los vendedores de la zona comercial de Madureira, barrio de clase media, ubicado al norte de Río, y un hervidero de compradores, alertan sobre esta situación.
André Luis, vendedor de una conocida firma de electrodomésticos, manifestó que “el problema es que la gente gastó más de lo que podía por el Mundial de Fútbol y ahora está cosechando lo sembrado”.
El Gobierno afrontó la crisis económica del 2008 con incentivos para el consumo interno, que ahora comienza a desmontar.
La bajada del impuesto sobre productos industrializados como electrodomésticos, muebles y los vehículos impulsó las compras de la clase media, pero su alza en los últimos meses frenó el consumo.