Estambul. Turquía enterró este lunes a las seis víctimas del atentado perpetrado el domingo en la avenida Istiklal de Estambul, que las autoridades imputaron a los movimientos kurdos Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) e YPG, los cuales desmintieron su implicación. El ataque todavía no fue reivindicado.
En la ciudad de Adana (sur), se celebró este lunes el funeral de la pequeña Ecrin, de 9 años, quien murió junto a su padre mientras esperaban a su madre, que había entrado en una de las numerosas tiendas de la arteria comercial.
Las otras cuatro víctimas fueron enterradas en Estambul. El alcalde de la ciudad, Ekrem Imamoglu, cargó con el féretro de una joven y ayudó a cubrirlo de tierra con una pala.
Los seis peatones murieron cuando un artefacto cargado de TNT explotó en medio de la calle, atestada, bajo el sol del domingo. Más de 80 personas fueron heridas, una veintena de las cuales seguían hospitalizadas este lunes.
Las autoridades acusaron rápidamente a los combatientes del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) y a sus aliados en Siria, anunciaron 47 arrestos, incluyendo el de una mujer que supuestamente colocó la bomba: una joven siria de 23 años que habría actuado siguiendo las órdenes de esos grupos.
Pero el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), en lucha armada contra Turquía desde hace unos cuarenta años, desmintió por su parte todo vínculo con el ataque, al igual que los combatientes sirios kurdos, apoyados por Estados Unidos y también señalados por Ankara.
“No tenemos ninguna relación con este suceso, no tenemos como objetivo a los civiles y rechazamos las acciones que lo hacen”, dijo en un comunicado la agencia de noticias ANF, cercana al Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK).
Orden “desde Kobane”
La principal sospechosa, presentada como Alham Albashir, había entrado clandestinamente a Turquía pasando por Afrin, localidad del nordeste de Siria controlada por soldados turcos y sirios. Imágenes de la policía difundidas en la prensa turca mostraban a una mujer con suéter violeta detenida en un apartamento.
Según el ministro de Interior, Suleyman Soylu, “la orden del ataque fue dada en Kobane”, una ciudad del noreste de Siria controlada por movimientos aliados del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) como las YPG, las Unidades de Protección Popular. Para Ankara, las YPG y el PKK son grupos “terroristas”. Sin embargo, en un comunicado, las YPG también desmintieron “tajantemente tener cualquier vínculo con Ahlam Albashir”.
La ciudad de Kobane adquirió notoriedad por la batalla de 2015 que permitió a las fuerzas kurdas apoyadas por Estados Unidos repeler al grupo yihadista Estado Islámico (EI).
Según el ministro de Justicia, Bekir Bozdag, una “mujer se sentó en un banco durante 40 o 45 minutos y, uno o dos minutos después, hubo una explosión”.
La prensa turca difundió una imagen de una cámara de vigilancia en la avenida Istiklal en la que se ve a una joven con pantalón de camuflaje y un velo negro que corre entre la multitud, y que fue designada como la que colocó la bomba.
Este lunes, Turquía rechazó las condolencias de Estados Unidos por el atentado, alegando que Washington “apoya a los terroristas” de Kobane.
La frecuentada avenida Istiklal, en parte cerrada el domingo, fue reabierta el lunes por la mañana. Pero todos los bancos fueron retirados, según constató la AFP. Una alfombra roja cubría el lugar de la explosión y los transeúntes depositaron claveles rojos.
PKK y OTAN
El Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) es considerado una organización terrorista por Turquía, Estados Unidos y la Unión Europea, y mantiene una lucha armada contra el gobierno turco desde los años 1980. Ankara lo ha señalado en el pasado como responsable de sangrientos ataques en territorio turco.
En diciembre de 2016, un doble atentado cerca del estadio de fútbol Besiktas, en Estambul, que causó 47 muertos (39 de ellos policías) y 160 heridos, fue reivindicado por los Halcones de la Libertad del Kurdistán (TAK), grupo radical kurdo cercano al PKK.
El Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) está en el centro del pulso entre Suecia y Turquía, que bloquea desde mayo su entrada a la OTAN, por acusarla de ser demasiado tolerante con el grupo.
Ankara pide la extradición de varios de sus miembros, según un principio de acuerdo firmado en junio con Suecia y Finlandia, otro país nórdico que quiere ingresar en la Alianza Atlántica.
Tras la visita a Ankara del primer ministro sueco, Ulf Kristersson, la semana pasada, el Parlamento sueco se dispone a cambiar la Constitución para endurecer su legislación antiterrorista.
El Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) es a menudo objeto de operaciones militares turcas contra sus bases en el norte de Irak y Siria.