Una de las principales consecuencias de la invasión de Rusia a Ucrania es la crisis energética, pues Moscú es uno de los principales proveedores de energía de la Unión Europea (UE).
Ante la ola de sanciones que occidente aprobó contra Rusia, tras el ataque iniciado en febrero, para el mandatario ruso Vladímir Putin fue sencillo utilizar el suministro de gas como una especie de “chantaje” en contra de quienes se entrometieran en sus planes de apoderarse de Ucrania.
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Según datos del diario español El País, antes de la guerra, Moscú proveía cerca del 40% del gas natural que utilizaba la UE; sin embargo, conforme fueron creciendo las sanciones, disminuyó la disponibilidad de manera considerable.
Por ejemplo, del 22 al 28 de agosto anterior, Rusia suministró 856 millones de metros cúbicos de gas al bloque comunitario; es decir, un tercio de lo que bombeó en la misma semana del 2021. Asimismo, las tuberías que atraviesan Turquía y Ucrania siguieron en funcionamiento, pero también con una menor cantidad.
A esto se le suman las fugas registradas en los dos gasoductos de Nord Stream, a finales de setiembre, las cuales transportan el gas desde Rusia hasta Alemania por el mar Báltico. Esto generó un cruce de acusaciones entre Rusia, Ucrania y Estados Unidos, además de empeorar la situación del transporte del gas por ese medio.
Los dos gasoductos, explotados por un consorcio dependiente del gigante ruso Gazprom, no estaban en funcionamiento por la guerra en Ucrania, pero seguían llenos de gas.
Ahora, ante esta disminución del servicios energéticos y el exorbitante aumento en sus precios, una interrogante pone en juego la estabilidad de los países europeos y en especial la de sus habitantes, quienes dependen del gas no solo para cocinar, sino también para mantener el calor en los días fríos.
¿Cómo se prepara Europa para un invierno sin gas ruso? A continuación se lo explicamos.
La Nación conversó con el analista de política internacional, Carlos Murillo, quien explicó que hay países más dependientes que otros del gas ruso.
“Hay diferencias entre cada país porque hay países como España, Portugal, Francia, que tiene una menor dependencia de los recursos energéticos de Rusia, compran pero no tanto como Alemania”, explicó.
Según Murillo, Alemania, como otros países dependientes del gas ruso, intentan, desde hace varios meses, sustituir esta sujeción; sin embargo, no logró llenar sus reservas y aún depende de esos recursos energéticos.
Murillo considera que para resolver esta crisis energética a tiempo, antes de que comience el invierno, los países más dependientes deberán conseguir otros proveedores, como las naciones árabes; sin embargo, a falta de gasoductos no es tan fácil, pues no sería el mismo volumen de producto.
“Sí va a haber una crisis para algunos países más que otros en Europa durante el invierno y dependerá mucho de cuán cruda sea esa estación. Va a ser un invierno difícil, no hay duda”, añadió el analista.
Por otro lado el jueves anterior, el presidente ruso Vladímir Putin propuso a su homólogo turco Recep Tayyip Erdogan, crear un “centro gasístico” en Turquía, para que sea este país el que distribuya el producto a Europa. Algo que según Murillo, sería “participar en un engaño”.
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Además de pensar en otros proveedores, de acuerdo con datos de France 24, algunos países europeos establecieron una serie de medidas para “rendir” los inventarios que poseen y para frenar el impacto de la subida en los precios. Por ejemplo, en Italia, el Gobierno aprobó rebajar en un grado la calefacción en invierno en los edificios.
Francia prometió limitar el aumento de los costos de la electricidad regulada al 4% y aumentará los intercambios de gas y electricidad con España y Alemania.
Por su parte, en Alemania, los trabajadores reciben una bonificación para el consumo energético y por medio de impuestos los ciudadanos ayudan a las empresas de servicios públicos a cubrir el costo de reemplazar la energía rusa.
En Reino Unido, la primera ministra Liz Truss planea “congelar” la facturación energética de los hogares durante el invierno. Según BBC, el plan podría costarle al país al menos $150.000 millones (¢93,4 billones).
En España, el Gobierno recortó los impuestos para reducir las facturas de los consumidores y al igual que Portugal presentó ayudas económicas para las empresas y hogares con el objetivo de mitigar el impacto del aumento en los precios de los servicios energéticos.
Por su parte, Bulgaria introdujo un descuento en julio de $0,12 por litro de gasolina, diésel, gas licuado de petróleo. Además, eliminó los impuestos especiales sobre el gas natural, la electricidad y el metano.
De su lado, los legisladores de Dinamarca acordaron una entrega en efectivo para que los adultos mayores puedan cubrir los aumentos de los precios en los servicios de energía, al igual que Grecia.
En la misma línea, France 24 constató que Polonia anunció recortes en los impuestos de la energía, la gasolina y los alimentos básicos, además de donaciones económicas para los hogares más vulnerables. Asimismo, el país se comprometió a mantener los mismos precios regulados del gas para hogares e instituciones, como escuelas y centros de salud, hasta el 2027.
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