Brasilia AFP El estallido del escándalo de corrupción en la estatal brasileña Petrobras golpeó temprano en 2015 al oficialismo e instaló una crisis de final incierto que proyecta contaminar buena parte de la agenda política este año, dijeron analistas y políticos.
La investigación de una empresa red de sobornos, estafas al Estado y enriquecimiento ilícito, que movió unos 4.000 millones de dólares en la última década, sigue escalando y complica prematuramente al gobierno de la presidenta Dilma Rousseff, solo 40 días después de haber asumido su segundo mandato.
Rodeada de las tensiones políticas que desató la llamada Operación Lava Jato (lavadero de autos en portugués), tanto con los opositores como dentro de la propia alianza gobernante, la mandataria debió dejar caer esta semana a una de sus protegidas: la presidenta de Petrobras, Graça Foster.
Cerca del PT. El jueves, el escándalo salpicó al oficialista Partido de los Trabajadores (PT), fundado por Luiz Inácio Lula da Silva, cuando la policía detuvo y llevó a declarar a su tesorero, después de que fue involucrado por un exjerarca de Petrobras que colabora con la causa a cambio de reducción de condena.
Joao Vaccari Neto fue liberado poco más tarde y, según la asesoría de prensa del partido, rechazó la acusación de que habían pasado por sus manos entre 150 y 200 millones de dólares para financiar al PT, pagados por constructoras para obtener contratos con Petrobras.
“Este será un año para administrar la crisis”, dijo el senador Valdir Raupp, del PMDB, aliado clave del PT tanto en el Congreso como en el Gobierno.
El negro inicio de año para el Gobierno incluyó datos económicos decepcionantes y la conformación de una comisión en la Cámara de Diputados para investigar también los delitos cometidos en la petrolera estatal, hasta hace poco un emblema de la pujanza del país.
Los malos números y Petrobras hicieron caer la popularidad de Roussef del 42% al 23% este mes, según una encuesta divulgada ayer por Datafolha. Un 44% de la población considera mala o pésima su gestión.
Con la renuncia de Foster aún fresca, el Gobierno apuró el viernes la designación de Aldemir Bendine, presidente del Banco do Brasil, al frente de Petrobras, con la esperanza de atemperar la usina de malas noticias en que se convirtió la empresa.
Petrobras podría lanzar esquirlas en muchas direcciones.
“La joya de la corona ha sido literalmente destruida”, estimó David Fleischer, profesor emérito de la Universidad de Brasilia especializado en Estado y Gobierno, en declaraciones a la AFP.
“El escándalo de sobornos de Petrobras se pone peor cada día. La Procuraduría General se prepara para formular cargos a entre 30 y 40 políticos, diputados, exdiputados, senadores y ministros por su involucramiento en el escándalo”, agregó.