Río de Janeiro. AFP y EFE. La batalla será feroz y durará tres semanas: la presidenta Dilma Rousseff aceita la máquina partidaria del Partido de los Trabajadores (PT) para frenar la ofensiva de su rival socialdemócrata [[BEGIN:INLINEREF LNCVID20141006_0004]]Aécio Neves[[END:INLINEREF]] en la segunda ronda electoral del 26 de octubre, donde los votantes de Marina Silva tendrán la última palabra.
El desenlace es incierto. Si bien Rousseff es ligeramente favorita, Silva, quien quedó tercera en la primera vuelta, puede apoyar a Neves y ayudarlo a derribar al PT (izquierda), que lleva 12 años en el poder.
“Si los electores de Marina Silva rechazan al gobierno, elegirán a Aécio Neves y él tiene condiciones de dar vuelta el segundo turno”, dijo el politólogo Daniel Alves, de la Fundación Getulio Vargas.
Rousseff obtuvo el domingo 41,59% de los votos, Aécio Neves 33,55% y Marina Silva cayó a 21,32% y quedó fuera de la lucha.
Silva y sus aliados celebraban desde este lunes varias reuniones para debatir el camino a seguir.
La ecologista, quien recolectó caucho en la Amazonia en su infancia y venció la pobreza para convertirse en senadora y ministra de Medio Ambiente, dejó en suspenso su decisión, aunque aseguró que el resultado de la elección muestra que Brasil “claramente no concuerda con lo que hay” en el presente.
¿Izquierda o derecha? El Partido Socialista Brasileño (PSB), que integró en el pasado la coalición de gobierno del PT de Dilma Rousseff, se encontraría dividido entre un retorno a la izquierda impulsora de los programas sociales o un giro a la derecha en nombre del cambio, apoyando a Neves.
Neves, del Partido Social Dempocrata Brasileño (PSDB), que gobernó Brasil de 1995 a 2002, aseguró que representa “la esperanza de cambio” en un segundo turno y ya llamó al PSB a “unir fuerzas” para derrotar a Rousseff.
“Un gobierno con decencia y eficiencia”, propuso Neves, que fustiga a Rousseff por dos frentes: los escándalos de corrupción vinculados al PT y el pobre desempeño económico de los últimos cuatro años, con una inflación cercana a 6,5%.
Millones reclaman un cambio tras ese magro crecimiento. Los problemas económicos, no obstante, no han afectado aún el bolsillo de la mayoría de los brasileños, que no han perdido el empleo y han visto subir sus salarios.
Rousseff aseguró el domingo que es ella y el PT quienes pueden encarnar el cambio que los brasileños pidieron masivamente en protestas en el 2013 y este 2014.
“Si soy reelecta el 26 de octubre, mi compromiso más profundo se expresa en una frase: gobierno nuevo, ideas nuevas”, dijo este lunes en un comunicado.
Por otra parte, la coalición que apoya a la presidenta perdió espacio, pero mantendrá su mayoría parlamentaria absoluta en la próxima legislatura, según los resultados de los comicios divulgados por el Tribunal Superior Electoral.